La ventana
Luis Carlos Peris
Reventa y colas para la traca final
Hace apenas un día se daba a conocer la condena impuesta a ‘el Melillero’el Melillero y dos de los socios que actuaron junto a él por rociar con ácido sulfúrico a su expareja y una amiga en enero de 2021 en la localidad malagueña de Cártama.
Unas horas antes la actual pareja del condenado compartía un vídeo en sus redes sociales donde se le veía a él, desde la cárcel, en un ambiente festivo y riéndose de la situación. Su novia pedía, junto al vídeo, justicia y libertad para José Arcadio. Y en este contexto muchos se preguntaban cómo alguien que intentó matar a quien era su pareja, vuelve a tener novia.
Esa atracción que algunas personas desarollan hacia personas que cometen delitos o alguna fatalidad es lo que se conoce como hibristofilia y no es más que el desarrollo de una excitación sexual hacia este tipo de perfiles.
El término deriva de la palabra griega hubrizein, que significa ‘atentar contra alguien’ y filo, que es ‘tener una afinidad o preferencia por’. Este tipo de parafilia también es conocido coloquialmente como ‘síndrome de Bonnie y Clyde” y se puede ver en casos reales, como el de Miguel Carcaño u otros criminales que reciben cartas de admiradoras cuando ya están en prisión.
Hay decenas de estudios sobre porqué se produce este tipo de atracción y también algunas especulaciones al respecto.
Algunas de las razones que las personas que se han casado con delincuentes dan son que sienten que pueden cambiar a la persona y convertirla en alguien bueno, otros sienten necesidad de cuidar de ellos. Muchos psicólogos señalan la falta de seguridad en las personas que se enamoran de criminales y de un ambiente poco seguro con sus vínculos más cercanos (desarraigo con la familia, violencia en la infancia, etc.).
En ocasiones, esta parafilia está también relacionada con el efecto halo o la creencia de que alguien guapo no puede ser malo o cometer algún crimen. Incluso cuando la persona ha sido condenada por ello, hay quienes siguen considerando que son inofensivos porque extrapolan su belleza al comportamiento que pueden tener. Esto es lo que ha pasado, por ejemplo, con el crimen de Daniel Sancho, cometido por un chico que no parece que sea capaz de hacer algo así.
Son varios los criminales que han podido casarse estando en prisión o que han recibido cartas y regalos de numerosas admiradoras desde la cárcel. Algunos de ellos fueron Jeffrey Dahmer, el asesino en serie, Chris Watts, que acabó con la vida de su esposa embarazada y de sus hijas pequeñas, o el Asesino de la Catana (José Rabadán), en España.
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