Desapariciones misteriosas en España: el caso de José en una residencia para personas mayores
José ingresó en una residencia para personas mayores porque tenía demencia senil y nunca más se le volvió a ver.
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Se llamaba José Molina, tenía 85 años y la última vez que se le vio fue el 19 de octubre de 2011, tras ingresar en una residencia para personas mayores en Gélida, Barcelona. Doce años después, nadie sabe nada de él.
A la una del mediodía José Molina, jubilado y amante del campo, fue transportado en ambulancia desde su casa hasta el centro Llar Sant Jordi, una residencia ubicada en la localidad de Gélida, en una zona montañosa rodeada de vegetación.
"Solo quedaba una plaza y nos la dieron", recuerda Ana, la hija del desaparecido a una entrevista a El Periódico de España. El primer mes tenía que abonar 1.600 euros, luego se transformaría en plaza pública. La residencia se encontraba a apenas 20 minutos de su casa, siendo la más cercana por geolocalización.
José tenía demencia senil que se había visto agravada tras la muerte de su mujer y tendía a escaparse de casa, por eso su hija no había tenido más remedio que ingresarlo en la residencia, donde se suponía que estaría más controlado. "Les hicimos mucho hincapié. Nos dijeron que estaría muy bien", comentó la hija.
Tras la primera tarde en la residencia, en la que su hija no se separó de él, le dieron las buenas noches y volvieron a casa. Al día siguiente regresaron al centro ella y su marido. Vieron a José a lo lejos, paseando con una trabajadora de allí. A la hora de comer se marchó para descansar y a la tarde volvió a la residencia. Ya se le había perdido la pista.
Al parecer su padre desapareció a las 15:00 horas pero a ella no la avisaron hasta las 5 de la tarde. Se lo transmitieron con tranquilidad y como no era la primera vez que se había marchado ella intentó no alterarse pero al llegar a la residencia se encontró con un amplio despliegue de los Mossos d’Esquadra y de bomberos. Lo estaban buscando.
Varón, 85 años. Altura: 1,58, calvo y algo de pelo canoso. Sufre demencial senil. Ocho unidades de los Bombers junto con los Mossos d'Esquadra se desplegaron durante días por la zona. Lo buscaron por el pueblo, por el monte, por las zonas colindantes, pero no hallaron ninguna pista sobre su paradero. Después de una semana de batidas dieron por finalizada la búsqueda.
"Estoy casi segura de que a mi padre no lo vigilaron bien", lamenta Ana. "Hay poco personal en la residencia. Los mayores, después de comer, salen a un patio en el que no hay ninguna vigilancia y los dejan solos. La cosa de mi padre era irse... lo avisamos, pues se fue". Asegura su hija.
Lo extraño es que nadie hubiera visto nada y no se encontrara ningún indicio de dónde podía estar. La residencia se desvinculó del asunto y hasta el día de hoy el caso sigue sin estar resuelto y a José Molina nunca más se le ha vuelto a ver.
La búsqueda terminó bajando en intensidad, pero sigue activa. "Cada seis meses me llama una mossa, que es psicóloga. Me pregunta cómo me encuentro, me habla de la investigación. No hay ninguna novedad, pero sigue abierta. Yo sé que mi padre vivo no está, pero encontrar algún resto me consolaría. Vivo sé que no lo voy a tener…".
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