La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La lección de Manu Sánchez
El 17 de diciembre de 2013 Tidiany Coulibaly, de 22 años y origen maliense, decidió autodespedirse del sitio en el que trabajaba: una finca propiedad del empresario Ginés V.L. en la que vareaba olivos a destajo y que se encuentra en el municipio jienense de Villacarrillo. Antes de marcharse éste tuvo una fuerte discusión con el patrón por las pésimas condiciones laborales que tenían, quien aseguró que lo colocaría en otra explotación. Se los vio a ambos tomar un café en un bar de la localidad y desde entonces no se ha vuelto a saber más nada del trabajador. Ante la denuncia de su desaparición se inició una búsqueda en las fincas de Ginés y casi un año después la Guardia Civil halló, en otra finca del mismo propietario, unas orejeras que pertenecían al joven desaparecido. El chico nunca había estado trabajando en ese lugar.
En 2016 la Sección Segunda de la Audiencia de Jaén condenó a Ginés V.L. a un año de cárcel y multa de 4.200 euros por un delito contra los trabajadores, que “eran explotados”, y a otro año y medio de prisión por un delito contra la Administración de Justicia, con otra multa de 6.000 euros. Además, por una falta de defraudación de fluido eléctrico se le condenó al pago de otra multa por valor de 1.200 euros. Pero resultó absuelto del delito de desaparición forzosa de Coulibaly.
El 5 de enero de 2021 Ibrahima Diouf, otro temporero senegalés de 31 años y casi 2 metros de altura, que también trabajaba para Ginés V.L., fue visto por última vez el día que éste había decidido marcharse a otro sitio tras haber acusado al dueño de la explotación de abusos laborales. El empresario los hacía varear los olivos de su propiedad a destajo y no a jornal además de obligarlos a laborar en días con condiciones climatológicas que ponían en peligro su vida. Ese día llovía a mares y el olivar estaba completamente empantanado, pero Ginés no los dejó parar. Ibrahima tuvo una fuerte discusión con él y decidió hacer las maletas. Iba a pedirle que le pagase lo que le debía para poderse marchar a otra explotación en un pueblo de Huelva, pero nunca llegó. Ni siquiera cogió el autobús que lo llevaría hasta su nueva residencia. Vestía pantalón azul, chaqueta negra y zapatillas negras y blancas. Arrastraba una maleta roja de ruedas, tipo trolley. Su cuenta de ahorro personal no se ha tocado desde el día en que desapareció y no saben nada de él ni su familia ni sus amigos ni quienes le esperaban para trabajar en Cartaya. Su desaparición la denunció un amigo suyo. Los compañeros de trabajo del desaparecido han recordado que el empresario recorrió el pueblo con su coche para arrancar los carteles que se habían difundido con la foto de Ibrahima pegados por la localidad, volcada en el monocultivo del olivar.
Las dos desapariciones “son idénticas”, aseguran fuentes de la investigación, y la última persona con la que se sabe que estuvieron las víctimas fue el empresario. Pero no hay rastro de ninguno de los dos.
Con la desaparición de Ibrahima, la Guardia Civil y la Unidad Central Operativa (UCO) registraron tanto la finca en la que el desaparecido trabajaba como otras anexas, la casa en la que vivía, la casa de Ginés y un pozo de la propiedad. El instituto armado desplazó a la zona cuatro perros especializados en localizar restos de personas, envió a buzos para sumergirse en el pozo y a agentes de montaña, pasó el georradar buscando anomalías en el subsuelo y removió una tonelada de leña.
Ahora buscan a los dos desaparecidos con retroexcavadoras en una antigua estación de tren que no llegó a ponerse en uso y que ahora funciona como una especie de vertedero. Estas retroexcavadoras se encargan de mover la tierra para que, en primer lugar, haya una inspección visual y luego un rastreo con perros. El hecho de que estos movimientos de tierra se estén realizando con lluvia moderada es positivo porque dispone mejor el terreno para la búsqueda.
Aunque todas las sospechas estén dirigidas hacia el empresario para el que ambos desaparecidos trabajaban, Ginés V. L., de momento éste solo está siendo investigado, a la espera de que se encuentren nuevas pruebas que puedan esclarecer qué sucedió con Ibrahima y con Tidiany.
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