La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El rey brilla al defender lo obvio
Sábado, 8 de julio. 17:15 horas en la Vernet, un pequeño pueblo de unos 500 habitantes ubicado en los Alpes de la Alta Provenza, en el sur de Francia. Allí era donde se encontraba Émile, un pequeño de pelo rubio y dos años de edad que había ido junto a sus padres a esta región francesa para visitar a su abuelos. El niño estaba jugando en el jardín cuando, de repente, lo dejaron de ver. Desde entonces se encuentra en paradero desconocido.
La voz de alarma se dio al poco tiempo de perdérsele la pista. Los primeros que trataron de dar con el pequeño fueron sus familiares. La única pista con la que dieron fue con el testimonio de dos vecinos de la zona, que aseguraban haberlo visto muy solo por las inmediaciones del caserío.
Por este motivo cuando se presentó la denuncia de su desaparición una de las primeras hipótesis que se plantearon era que el pequeño se habría extraviado.
Casi 800 personas entre policías, gendarmes, bomberos, helicópteros, perros rastreadores y cientos de voluntarios y vecinos han estado peinando la zona desde entonces, pero no han encontrado nada. Han buscado en zonas boscosas, en campos y fincas pero no hay ningún indicio de que el pequeño haya pasado por ahí, ni siquiera hay restos de la tela de su ropa.
El pueblo de Vernet se encuentra a 1.200 metros sobre el nivel del mar, en el macizo de Trois Evêchés. El área de búsqueda es montañosa y escarpada, salpicada de pequeños arroyos, y el niño, de perderse, ya habría pasado tres noches y dos días solo, sin comida ni bebida, en condiciones calurosas difíciles, estando el departamento en vigilancia por ola de calor.
A pesar de que no se descarta ninguna hipótesis, el fiscal de Digne Les Bains, Rémy Avon, ha afirmado que se ha encontrado “ningún indicio que apunte a un delito penal como origen de la desaparición”.
La investigación la lleva a cabo la sección de investigación de la gendarmería de Marsella, apoyada por la brigada de investigación de la gendarmería de Digne-les-Bains y aunque se trabaja a contrarreloj y con condiciones extremas, la familia no pierde la esperanza de dar con algo que arroje luz al caso.
El alcalde de Le Vernet, François Balique, reconoció a Le Parisien que, "no entendemos por qué no podemos encontrarlo cuando conocemos bien el lugar".
Por el momento se ha abierto una línea telefónica por si alguien puede aportar algún dato que ayude a encontrar a Émile. De las 500 llamadas recibidas, ninguna ha dado una pista fiable por ahora. El suceso ha conmocionado a todo el país.
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