Crímenes sin resolver en España: la misteriosa desaparición de Juan Antonio en Almería
La última vez que lo vieron estaba en un local de ambiente de la ciudad donde un hombre lo estaba acechando.
Discute con su expareja de 15 años y le clava un cuchillo en el muslo
Era sábado, 19 de diciembre de 2009. Juan Antonio Sánchez tenía 38 años cuando desapareció. Tenía trabajo estable en una asesoría inmobiliaria, una vida tranquila y una buena relación familiar. Vivía en El Ejido, en Almería, pero había quedado para comer con unos amigos en la capital. Después del almuerzo algunos de sus amigos se marcharon porque vivían en Granada y el se quedó con dos amigas y salieron a un pub de una zona residencial de la ciudad.
Sobre las dos de la madrugada Juan Antonio decidió marcharse porque al día siguiente tenía más planes. Se despidió de las chicas, salió del pub y caminó hacia su coche. Estaba cerca, a unos 200 o 300 metros pero no volvieron a verlo nunca más.
El lunes por la mañana no se presentó a trabajar y todos empezaron a preguntarse dónde estaba. Su hermana, que fue la primera en notar su ausencia, empezó a llamar a todo su entorno pero nadie sabía nada de él.
Una amiga del chico contó que le había parecido ver su coche conducido por una persona de tez oscura, posiblemente de Marruecos. Fue entonces cuando decidieron denunciar la desaparición de Juan Antonio en la comisaría de la Policía Nacional.
La denuncia
Por aquel entonces y puesto que se trataba de un adulto tenían que pasar 72 horas hasta que registraban la denuncia por desaparición, por lo que los agentes no empezaron a buscar al hombre hasta bastantes horas después a pesar de la insistencia de la hermana.
El protocolo de búsqueda no se activó hasta el martes. La investigación empezó por desmenuzar todos los entresijos de su vida y por averiguar si su marcha había sido voluntaria. Según denunció la hermana posteriormente, las pesquisas comenzaron de una forma muy lenta y se centraron demasiado en su orientación sexual.
Se solicitaron las grabaciones del último sitio en el que se le había visto: el pub Drácena, un local de ambiente de Almería. Los agentes descubrieron que alguien lo acechaba. Se trataba de otro hombre, de nacionalidad marroquí y conocido por provocar altercados con anterioridad relacionados con robos o trabajo sexual masculino.
Dos años antes, en 2007, ya lo habían acusado por la desaparición de otro chico pero no era español, no tenía familia aquí y no se siguió adelante con el juicio.
Cuando lo identificaron, los agentes procedieron a detenerlo pero al no haber suficientes pruebas contra él, quedó en libertad. Varios testigos lo señalaban a él y se decretó el secreto de sumario, por lo que la familia de Juan Antonio guardó algo de esperanza de encontrarlo cin vida.
Lo vieron en un cortijo
Después de indagar un poco más en el caso se supo que Juan Antonio apareció en un cortijo cercano y que el sospechoso le estaba pidiendo el número secreto de su tarjeta bancaria para robarle.
Al parecer los testigos vieron cómo el sospechoso se marchaba con él y a la media hora volvía solo, conduciendo el coche del desaparecido y con una chaqueta de cuero marrón llena de sangre. Estos datos hicieron que se convirtiera en el sospechoso principal de la desaparición de Juan Antonio.
A esto se sumó su historial delictivo y la similitud con la desaparición dos años antes de Benjamín, un joven ecuatoriano cuyo paradero se desconoce, pero cuyas efectos personales aparecieron en casa del marroquí. La familia de Juan Antonio pidió que se unieran los dos casos.
El juicio arrancó el 15 de mayo de 2013. El acusado lo negó todo. Fue condenado a 25 años y nueve meses de prisión. Diez años por cada una de las desapariciones, un año por un delito de hurto; un año y nueve meses por otro delito de falsificación de documento oficial y tres años de prisión más por un delito de robo con violencia.
A pesar de la condena, nunca confesó los hechos ni aclaró dónde había dejado los cuerpos de los desaparecidos. Ahora la familia teme que quede en libertad por buen comportamiento, aun cuando ellos no han podido sepultura a la víctima.
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