Crímenes sin resolver en España: el asesinato de la adolescente Eva Blanco
La joven había salido con sus amigas pero nunca volvió a casa. La hallaron muerta con varias puñaladas y restos de semen en su cuerpo.
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Eva Blanco tenía 16 años cuando la mataron. La última vez que sus padres la vieron con vida fue el 19 de abril de 1997. Ese día le habían permitido llegar a medianoche a su casa ante la insistencia de la chica. Estaba emocionada y, como no quería defraudar a su madre, poco antes de la media noche enfiló con una de sus amigas el camino que conducía a su vivienda en Algete (Madrid).
Cuando el reloj dio la hora, Olga, su madre, se preocupó ante la ausencia de Eva. Llamó a las amigas y como ninguna sabía nada no dudó en ir al cuartel de la Guardia Civil a notificar lo sucedido. Su padre, Manuel, que conducía una grúa y andaba trabajando, también se puso a buscar su rastro, pero no fue hasta la mañana siguiente cuando un paseante la encontró, ya sin vida, en el terraplén de una carretera en construcción.
Quien la atacó le asestó 19 puñaladas por todo el cuerpo, la mayoría de ellas en la cabeza y en zonas vitales. Sin embargo lo que acabó con su vida no fueron las cuchilladas sino que la dejaran en aquel lugar, desangrándose. Lo que se supo cuando se le practicó la autopsia a su cuerpo fue que la adolescente habría mantenido relaciones sexuales, posiblemente con su agresor, en un coche y que cuando se vistió para irse éste acabó con su vida.
Aunque el asesino dejó su ADN en el cuerpo de Eva, la comandancia de la Guardia Civil de Tres Cantos (Madrid) no fue capaz de resolver entonces el caso, que se mantuvo abierto durante más de una década en España. El suceso acaparó la atención mediática en el país.
En el año 2013 nuevos avances en la investigación del ADN genealógico llevaron a determinar que el sospechoso tenía origen magrebí.
Posteriormente, la familia de Eva y los investigadores de su asesinato consiguieron que los jueces autorizaran una criba de ADN de personas voluntarias del pueblo para cotejarlo con el que se halló en el cuerpo de la joven. Cientos de personas que habían vivido en la comunidad de Algete contribuyeron a esto para ayudar en la causa.
Seis años después, en 2013, el número de personas investigadas había aumentado a 1.503, y se había analizado el ADN de 208 hombres de Algete y otras localidades, incluidos delincuentes que se encontraban en libertad condicional en el momento del asesinato.
Uno de los donantes mostró una coincidencia a nivel de hermanos con el perpetrador, y las investigaciones posteriores finalmente llevaron al arresto de Ahmed Chelh Gerj, un ciudadano mitad marroquí, mitad español residente en la población en el momento de los hechos.
El 1 de octubre de 2015 Ahmed fue detenido fuera de su lugar de trabajo en Besanzón, ciudad francesa situada al este del país, durante una intervención conjunta de la Guardia Civil y la Gendarmería francesa.
Cuando se le informó sobre la evidencia de ADN, Chelh afirmó que había salido a caminar solo y que dos hombres no identificados lo agarraron, lo llevaron a un descampado ante el cuerpo de Blanco y lo obligaron a masturbarse sobre él. Nadie le creyó, por lo que acabó entre rejas.
Un año más tarde, en 2016, Chelh se suicidó en su celda de la prisión de Alcalá Meco (Madrid). Tras estos hechos, el caso quedó cerrado.
En octubre de 2020, el Tribunal Supremo de España condenó al Estado a indemnizar a la familia del presunto violador con un total de 90 000 euros por no haber evitado el suicidio del interno.
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