Crímenes sin resolver en España: el asesinato de la calle Moncasi
Paco Lozano tenía 54 años cuando lo asesinaron en su casa con 53 cortes producidos por un arma blanca alrededor de todo su cuerpo.
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El suceso tuvo lugar en enero de 2007 en la localidad zaragozana de Ariza, concretamente en una vivienda de la calle Moncasi. Allí residía Francisco José Lozano Gadea, un albañil de 54 años al que todos conocían como Paco.
Después de estar varias horas sin localizarlo, a Paco lo encontraron sin vida, en la bañera de su casa, con un total de 53 puñaladas alrededor de todo su cuerpo, con una peluca negra depositada junto a sus pies. Nunca pudieron dar con la persona que cometió el macabro crimen y acabó con la vida de Paco ese enero.
Cuando se comenzaron a investigar los hechos, el móvil de la víctima arrojó una lista de hasta 400 hombres con los que Paco podría haberse visto en algún momento. Diez de esos hombres tenían una copia de la llave de su vivienda y la consecuencia de ello es que en el inmueble se encontraron un centenar de huellas que pertenecían a multitud de personas.
Para más inri, el arma con el que se había cometido el asesinato no aparecía por ninguna parte, por lo que localizar a posibles sospechosos se convirtió en una tarea casi imposible. Los agentes la buscaron en las alcantarillas cercanas a la casa de la calle Moncasi, también lo hicieron en un río cercano, el Huerva, con equipos de buceadores de Bomberos de Zaragoza, pero nunca la encontraron.
El hecho de que la víctima fuera homosexual llevó a los investigadores a barajar que se tratara de un crimen homófobo o pasional, pese a que se encontraron las habitaciones de la vivienda revueltas y la ropa había sido sacada de los armarios.
Pasaron dos años hasta que el Cuerpo Nacional de Policía consiguió detener al que se convirtió en el principal sospechoso del crimen de Moncasi. Se trataba de un hombre casado, con una hija y a la espera de otra, que casualmente se llamaba igual que la víctima.
Los agentes dieron con él después de analizar su teléfono móvil y comprobar que se habían cruzado 61 mensajes vía SMS entre 2006 y enero de 2007.
Ambos participaban en el servicio de contactos de una televisión local. El 22 de enero del 2007, el sospechoso mandó a la víctima cuatro mensajes en los que le proponía quedar. Éste le respondió poco antes de las siete de la tarde: "A la noche te espero, qué ropa me pongo, amor". Tres horas después moriría de forma violenta en su propio domicilio.
El sospechoso llegó a enviarle varios mensajes más el 24 de enero, dos días después del suceso. Esto le pareció una buena coartada a la policía. Sin embargo su compañera sentimental y otros testigos testificarían desmontando su teoría de ser inocente.
Por eso el magistrado titular del Juzgado de Instrucción número 7 de Zaragoza, encargado de dirigir la tortuosa investigación, decretó la entrada en prisión de Fran Lozano un 3 de diciembre de 2008.
El sospechoso nunca reconoció los hechos. Se defendió diciendo que lo único que había tenido con el asesinado había sido un encuentro casual en el que ambos se masturbaron mutuamente porque tenía la necesidad de experimentar con un hombre.
Aseguró que tras eso no volvió a mantener relaciones con él y que ese día abandonó la vivienda después de darle un empujón, pero que no pasó nada más.
En el juicio con tribunal popular las pruebas con las que se le inculpaban resultaron insuficientes. Los policías que declararon afirmaron que Fran fue el único que dijo haberse vestido de mujer y haber llevado una peluca, que fue la que apareció en los pues de la víctima.
Por contra, el acusado, que afrontó 18 años de prisión, aseguró que le presionaron durante las sucesivas declaraciones para que dijera que era el autor de los hechos, llegando incluso a insultarle y a asegurarle que tenían suficientes pruebas contra él.
Una declaración similar hicieron los familiares que le habían señalado, y durante la vista oral afirmaron que testificaron bajo la amenaza de ser encartados por encubrimiento y que firmaron las confesiones sin leerlas. Hubo más sospechosos de la muerte de Paco Lozano, entre ellos un padre de familia, un chico joven o su vecino del piso superior pero no se hallaron indicios suficientes para sentar a ninguno de ellos en el banquillo.
El 29 de noviembre del 2010 un jurado popular acabó dando la razón al abogado de la defensa, quien recalcó que no existían pruebas suficientes para meter a su cliente en la cárcel.
Entre otras cosas, alegó que muchas de sus lagunas mentales se debían a un accidente de coche que le dejó secuelas neuronales. Tras quedar libre, Fran se acercó a los miembros de dicho jurado popular entre lágrimas para agradecerles que no lo hubieran condenado.
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