El parqué
Nicolás López
Tono mixto
Crimen de Alcàsser
El Departamento de Escenario Criminal del SC de Criminalística de la Guardia Civil ha detectado posibles rastros de sangre en el vehículo de Miguel Ricart, único condenado por el rapto, violación y asesinato de Miriam García, Desirée Hernández y Toñi Gómez, las tres niñas de Alcàsser.
Según han confirmado a Europa Press fuentes de la investigación, los rastros de sangre se habrían hallado en la parte frontal y trasera del respaldo del asiento del copiloto del Opel Corsa.
A pesar de que pruebas posteriores confirmatorias de laboratorio no lograron confirmar la sangre ni el ADN, se cree que se debe a la acción de los rayos ultravioletas durante 30 años.
Este nuevo indicio forense cobra su relevancia, según han explicado las mismas fuentes, al verificar que la sangre coincide con la posición que, según la declaración de Ricart, ocupaba Toñi en el vehículo, única víctima que sangró en el interior.
Hace unos días, el Equipo Prometeo, bajo autorización judicial, realizó un registro fotográfico 3D de los vehículos en el depósito para lograr representar la posición de las manchas de sangre y víctimas. Se está a la espera de más pruebas pendientes, entre ellas el estudio de los tapizados de los coches conservados en depósito desde 1993 y ADN de pelos encontrados, entre otras.
Las niñas de Alcàsser fueron asesinadas en 1992 y se considera a Antonio Anglés el autor material del crimen pese a que en este procedimiento ya se condenó a Miguel Ricart a 170 años de prisión por su participación en los hechos. Salió de prisión en 2013 tras desactivarse la doctrina Parot.
A Anglés, cuya responsabilidad penal no se extinguirá hasta diciembre de 2029, se le perdió la pista en 1993 en la bahía de Dublín, cuando viajaba como polizón en un barco.
Sobre este aspecto, el juzgado ordenó el pasado año que se tomara declaración a la tripulación y al capitán del City of Plymouth, el barco en el que Anglés huyó a Irlanda como polizón. Se adoptó esta medida tras el informe que recibió el juzgado por parte de la Policía española a raíz de unas declaraciones de la tripulación del barco en un programa de televisión.
El capitán del barco ya fue interrogado por la policía irlandesa en 1993 para tratar de descubrir cómo se pudo producir la fuga, aunque sin lograr ningún esclarecimiento.
En una entrevista en el año 2018, el capitán detallaba que cuando el 24 de marzo de 1993 la Policía subió al buque, el fugitivo ya no estaba dentro. Primero se le metió en un "cuartucho", después en un camarote vacío encerrado con llave y con gente "cerca vigilando", pero escapó en una barca hinchable que debió dejar caer al mar desde siete metros de altura, indicaba el capitán en la entrevista.
Un avión francés localizó al polizón en la barca, tras un mensaje de radio, lo subieron de nuevo a bordo y lo volvieron a meter en el mismo camarote, en el que "atrancaron" ventanas y puerta con tablas. "Era imposible que él abriera la puerta desde dentro", apuntaba el capitán en esa entrevista. Sin embargo, cuando llegó la Policía tras atracar en Dublín, se había ido. "Alguien tuvo que dejarle salir y haber recolocado la madera. No pudo escapar de ese camarote sin ayuda", indicaba el capitán.
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