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Las claves del brutal asesinato de Erika, la niña de 14 años en Oviedo

La Fiscalía del Principado de Asturias sostiene que el autor de los hechos actuó con premeditación y era consciente de lo que hacía

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Escenario del crimen en Oviedo / EFE
Carmen P. Acal

20 de diciembre 2022 - 14:36

El 5 de abril de 2022 Erika Yunga, de 14 años, volvía a casa desde el instituto en el que estudiaba en Oviedo. Tras acabar las clases Erika se dirigió hacia el sitio en el que vivía con otras amigas. Antes de llegar decidieron parar un rato en un parque y luego continuaron su vuelta. Las amigas de Erika la acompañaron hasta la puerta de su portal y desde allí, la menor llamó al telefonillo para que le abrieran la puerta.

En su casa la esperaban su padre y uno de sus dos hermanos para comer, pero no le dio tiempo a subir. Igor Postolache, de 32 años y vecino del bloque desde hacía varias semanas la estaba esperando desde su puerta.

El agresor agarró un cuchillo de 11 centímetros de largo de su cocina y atacó a la pequeña por detrás mientras esperaba que llegara el ascensor. Le asestó varias puñaladas sin que ésta pudiera defenderse y la arrastró hasta su casa, donde cerró la puerta. El individuo había bajado previamente las persianas para que nadie lo viera.

Ya en la vivienda siguió agrediendo a la pequeña con la única intención de provocarle dolor. Luego se dirigió a su dormitorio para desnudarse y agredirla sexualmente, tras lo cual la dejó tendida en el pasillo. Él se encerró en el baño y se autolesionó en cara, cuello y tórax una veintena de veces.

Pasaron diez minutos desde que Erika había timbrado en su casa, pero al ver que no subía su hermano decidió bajar para comprobar si le pasaba algo. Cuando llegó al rellano de la planta baja vio un reguero de sangre y la chaqueta de su hermana en el suelo. Siguió el rastro hasta una de las puertas de la primera planta, domicilio que pertenecía Igor.

Comenzó a aporrear la puerta mientras pedía auxilio. Una vecina llamó a emergencias ante los gritos de desesperación del chico pero cuando los policías lograron acceder a la vivienda a través de la ventana, Igor ya había acabado con la vida de la pequeña y él yacía en el aseo en estado muy grave tras las heridas que se había provocado a sí mismo.

En su casa encontraron una cinta de embalar y un total de nueve bridas con las que presuntamente pretendía amordazar a la menor en caso de ser necesario. A él lo trasladaron al hospital en el que estuvo varias días ingresado custodiado por dos policías. Cuando pudo hablar no quiso declarar.

Antes de asesinar y violar a Erika Igor ya había acosado a otras mujeres pero había quedado en libertad en todos los casos. Ahora, La Fiscalía del Principado de Asturias sostiene que el autor de la muerte de Erika había decidido acabar con la vida de la niña tiempo antes de ejecutar su acción y había estudiado sus movimientos.

Así lo manifestó el 19 de diciembre en la comparecencia celebrada en el Juzgado de Instrucción número 2 de Oviedo, en la que las partes trasladaron al investigado sus correspondientes imputaciones. El investigado compareció a través de videoconferencia.

Se considera que éste era consciente del daño que provocaba, que tiene una inteligencia normal con rasgos narcisistas y que, por tanto, tiene una imputabilidad plena, esto es, la capacidad del sujeto de actuar con culpabilidad.

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