Cronología del doble crimen de Brea de Tajo: el autor quemó a sus víctimas
Se investiga si el doble asesinado acometido en Brea de Tajo a una pareja de 33 y 18 años podría ser un nuevo caso de violencia de género.
Hallan los cadáveres de una pareja desaparecida en una finca de Madrid
Se investigan como un crimen el supuesto suicidio de la mujer hallada en la ría de Bilbao
El pasado 2 de diciembre la hermana de Shirley denunciaba su desaparición. Ella tenía 33 años y se había mudado hacía unos meses a la localidad madrileña de Brea del Tajo junto a Guillermo, de 35, con quien parece ser que tenía una relación sentimental por aquel entonces.
La pista se le había perdido a la chica unas semanas antes, a mediados de noviembre, pero nadie se percató porque era una persona con una vida muy errante, por lo que era habitual no saber de ella durante varios días. Cuando se inició la investigación por la desaparición se descubrió que junto a ella también había desaparecido Sergio, de 18 años, con quien convivía y se cree que tenía una relación.
Tanto Shirley como Guillermo habían llegado al pueblo de Brea de Tajo en Semana Santa porque de allí era parte de la familia del chico. En un primer momento se fueron a vivir a un edificio okupa pero quienes vivían en él los expulsaron por tener conductas violentas. Es por eso por lo que se trasladaron a la casa de su abuelo.
Un tiempo después se unió a la pareja Sergio, en calidad de amigo, un chico de 18 años que acababa de cumplir condena en un centro para menores con medidas judiciales. Como no tenía sitio en el que quedarse, Guillermo les ofreció a él y a Shirley dormir en la furgoneta que su abuelo había utilizado cuando vivía para faenar con ella.
El alcalde de Brea, Rafael Barcala, ha contado a los medios de comunicación que se desconocía a qué se dedicaban los tres pero que en ocasiones se les había visto discutir entre ellos de manera muy violenta. Solían pasar tiempo juntos, iban al pueblo a por agua y a cargar sus dispositivos electrónicos porque no tenían electricidad en el lugar en el que dormían y eran conocidos por los vecinos de la localidad.
El supuesto accidente
El 15 de noviembre se empezó a ver al perro de los chicos deambular solo por el pueblo. Nadie le dio importancia hasta que se denuncio la desaparición de Shirley y luego la de Sergio.
El día 23 de diciembre Guillermo fue llamado a declarar en el cuartel de la Guardia Civil para tratar de conocer el paradero de los desaparecidos y un día más tarde fallecía en una carretera cercana al municipio.
Lo primero que pensó la Policía es que se trataba de un accidente de tráfico, ya que su bicicleta impactó contra otro vehículo. Sin embargo, un familiar de Guillermo se presentó en el cuartel de la Guardia Civil para confirmar que éste se habría suicidado después de confesar que había matado a la pareja desaparecida en la finca de su abuelo. Según fuentes de la investigación, Guillermo dijo haberlos ”cocido dentro de la furgoneta”.
Cuando los agentes llegaron al lugar de los hechos, indicado por el familiar del agresor, encontraron la furgoneta en la que la pareja vivía completamente calcinada.
Después de inspeccionar el escenario, los efectivos descubrieron a uno de los cadáveres esparcido por la finca y al otro junto a un hueco en la tierra que posiblemente usó Guillermo para enterrarlo, sin éxito.
En el vehículo también hallaron restos de cinta adhesiva con la que los investigadores creen que el agresor trató de bloquear las puertas para evitar que salieran. Los hechos se produjeron mientras la pareja dormía por lo que no pudieron hacer nada para salvarse.
Sin posibilidad de interrogar de nuevo a quien cometió el asesinato, es la versión de su familiar, que afirma que le confesó el crimen antes de suicidarse, en la que se apoyan los agentes para tratar el caso como un doble asesinato. En vista del posible móvil sentimental del crimen, se está investigando si se trata de un nuevo caso de violencia de género.
También te puede interesar
Lo último
Solas | Crítica de danza
Carne fresca para la red
Orquesta Bética de Cámara. Concierto 1 | Crítica
El regreso de Turina a Sevilla