Carmen, la madre de un niño con parálisis cerebral denuncia el acoso escolar que ha sufrido: "Las leyes, en la práctica, no funcionan"

Los agresores se encerraban con su víctima, grababan la agresión y la compartían en redes sociales

Acoso escolar: el gran enemigo del Asperger

IES Leonardo Torres Quevedo de Santander
IES Leonardo Torres Quevedo de Santander / Google Street View

En España, “hay casi 220.000 estudiantes víctimas de acoso escolar, y más de 74.000 acosadores”, revela un estudio de 2023 elaborado por la Universidad Complutense de Madrid y la Fundación ColaCao. Esto supone “una de las principales barreras psicológicas, emocionales, sociales y educativas en el desarrollo de la personalidad infantil”.

Se trata de una problemática latente que condiciona la vida de cientos de niños como Antonio, un menor de Santander con parálisis cerebral al que sus compañeros de clase encierran para golpearle y reírse de él; luego, lo graban y lo comparten en redes sociales. Ha sucedido en el IES Leonardo Torres Quevedo y Canal Sur se ha hecho eco del caso con una entrevista realizada a su madre, Carmen.

El caso de Antonio: bullying a un niño con parálisis cerebral

“Es listo, es guapo y es muy sarcástico, me hace reír mucho. Es una persona muy inteligente”, así lo describe Carmen, que ha denunciado la situación. Según ella, es curioso que no hubiera ningún profesor o técnico presente durante aquellos angustiosos momentos para su hijo. A pesar de que sus capacidades cognitivas están bien, Antonio “debería haber estado acompañado por un adulto en todo momento”, ya que necesita ayuda para ir al baño o para comer.

La mujer descubrió lo sucedido porque los agresores grababan la agresión y la compartían en redes sociales. Además, se lo enviaban a su víctima. “Descubrí estas imágenes porque son los medios con los que Antonio se maneja y se comunica”, explica. “En un momento dado, escuché algo que, como mamá, no me gustó. No puedo decir el qué exactamente. Entonces, le pedí que me diese el móvil y él se puso nervioso”.

“Ellos son supuestos amigos suyos, alguno ha venido a un cumpleaños de mi hijo, y le enviaron lo que habían grabado. No sé bajo qué punto de vista, no llego a comprenderlo”, prosigue. Pese a todo, Carmen expresa que se sentía “muy tranquila y confiada. Jamás había notado nada fuera de lo normal”. No obstante, “en esta última temporada, Antonio estaba más rebelde y no comía bien, pero lo achacaba a la adolescencia”.

"Las leyes no funcionan"

En palabras de la denunciante, no se trata de una venganza. “A raíz de hablar con mi hijo, he visto que esto ha ido creciendo. Ha empezado flojito y 'el juguete' ha terminado de esta forma”, comenta sobre una situación muy complicada a nivel emocional. “Estoy indignada. No quiero transmitir pena, ni que mi hijo sienta que da pena”.

“Lo que pretendo al difundir esto es que se entienda que, sobre el papel, hay buenas leyes; pero a la hora de ponerlas en práctica no funcionan. El instituto también se ve con los dedos pillados porque yo he puesto una denuncia”. Sin embargo, “las leyes atan sus manos a la hora de proceder; y a ti, como mamá, también te las atan”.

Ante esta situación, la familia se centra en hablar con Antonio. “Lo que no gestiona bien son las emociones, para él sería suficiente con que le pidieran perdón. Y tratamos de explicarle que hay que perdonar, no se puede guardar rencor, pero también que existen unas consecuencias para el que hace algo mal”, continúa.

“Creo que se van normalizando pequeñas situaciones que no están bien. Mi propósito no es la venganza, ni quiero que se acose a los otros niños”, añade Carmen. “Si se actúa con ellos como ellos han actuado con Antonio, estaríamos en la misma situación. Lo que quiero es que comprendan que no está bien”.

El proceso, después del bullying

Asimismo, asegura que ninguno de los otros padres se ha puesto en contacto con ella todavía. "No, no lo han hecho, pero no sé si estoy en posición de escuchar a nadie. No estoy preparada para perdonar. No es mi tiempo de hablar, sino de decir ‘¿de verdad no os dabais cuenta de que hacíais daño?’”, reflexiona.

En muchas situaciones como esta, el problema fundamental llega cuando la víctima no quiere tener problemas con el agresor. Su miedo es sentirse aislado. "Él me decía: 'Ahora nadie me va a hablar'. Pero bueno, somos una gran familia y estamos trabajando en esto", añade la que también es madre de otras dos jóvenes mayores que Antonio. "Quiero que él siga con lo que le gusta, que es todo lo relacionado con la informática. Pretende hacer artes gráficas. Claro, a mí como mamá, me dan ganas de meter a mi hijo en una burbuja conmigo y no sacarlo de ahí, pero esa no es la solución".

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