¿Qué pasó realmente con las caras de Bélmez?
Hace 51 años comenzó uno de los misterios que más han dado que hablar en la sociedad en la historia reciente.
Andalucía es un buen lugar para el periodismo de misterio.
Un misterio con más de 90 años en el Ayuntamiento de Sevilla.
El verano de 1971 la vida de los habitantes del pueblo jienense de Bélmez de la Moraleda cambió para siempre. Y la responsable fue la aparición de una especie de manchas extrañas con forma de cara en el suelo de la cocina de la vecina María Gómez Cámara. Fue justo el 23 de agosto cuando mientras ella cocinaba observó una especie de humedades que formaban la silueta de una cara.
Al principio este hecho no fue catalogado por la propia María ni por el pueblo como nada sobrenatural ni fantasmagórico. Nadie se asustó. Todavía no habían entrado en escena los espiritistas. Al comienzo, ella estaba encantada por la mancha y llamó al pueblo para que lo viesen. Cada persona se imaginaba que podría parecerse a alguien distinto. Alguna gente decía que era Jesucristo y otra que era el mismísimo Demonio. Es cierto que no hay documentos físicos donde se muestren las primeras manchas que aparecieron y como eran.
Hay dos vías: una paranormal y otra con una explicación más realista
Lo que sí se sabía era que el hijo de María, Miguel, harto de que el pueblo entrase en su casa, decidió darle de cemento para quitar esas machas. Pero aparecieron otras después y estas últimas tenían más apariencia de caras. Aquí salió una de las que quedan hoy día todavía: La Pava. A partir de aquí se abren dos caminos: o un pintor que había en el pueblo las dibujó porque se lo dijo María, ya que no le gusto que su hijo las quitase, o en cambio, aparecieron ellas solas acercándose a la versión paranormal que vendría ahora.
Medio año después de estos acontecimientos llegaron al pueblo un grupo de parapsicólogos enviados por el Gobernador Civil. Esto se convirtió en una cuestión más importante que unas caras que aparecen en un pequeño pueblo. Aquí estos "profesionales" de su sector, decidieron usar las experiencias de las psicofonías por primera ves en España. Los parapsicólogos afirmaron escuchar voces que gritaban sus nombres junto a las caras. Pero es curioso que nunca se desveló dicho audio de las psicofonías.
El Gobernador Civil pagó a expertos en psicofonías para que lo investigasen
Lo que sí sabemos es que la familia se lucró económicamente de estos hechos ya que cobraron entradas en la casa y la fotografías. El periodista Iker Jiménez, que se dedica a tratar casos paranormales, afirma que llegaron a ganar hasta medio millón de pesetas en esos años. Los especialistas en lo paranormal siempre negaron estos ingresos, pero es probable que ellos recibieran algún dinero también.
Unos años después varios periódicos de la zona como Pueblo y El Alcázar, desmintieron estos hechos y afirmaron que se emplearon unas sustancias químicas como el cloruro y el nitrato de plata se utilizaron para retardar la aparición de las pinturas que se habrían hecho allí meses anteriores. A partir de aquí el asunto fue cayendo en popularidad y se fue de la memoria de las personas. Solo los interesados en asuntos exotéricas y fantasmales se acercaban al pueblo.
Aunque se olvidaron, a comienzos de siglo volvieron a aparecer nuevos rumores
Pero a comienzos de este siglo otra vez las Caras de Bélmez pasaron a primera noticia de los periódicos ya que un señor llamado Ricard Bru afirmó que descubrió que las caras pertenecían a las de familiares de María que habían muerto en la Guerra Civil. Ella justo antes de fallecer en 2004 negó estas declaraciones. Pero a partir de su muerte nacieron más especulaciones de que nuevas caras de personas de la familia muertas.
A pesar de todo esto, nadie ha podido demostrar de ninguna manera que eso sean caras reales y aunque se hayan hecho investigaciones con "bases científicas" y realizadas "por laboratorios" gestionados siempre por "especialistas del mundo paranormal", la ciencia nunca ha puesto interés en resolver un tema que para ellas no necesita de ninguna investigación porque no hay nada que solucionar ni demostrar.
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