Las bondades de la planta de la resurrección
La Rosa de Jericó tiene propiedades muy beneficiosas en cosmética
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Conocida en el mundo botánico como Selaginella Lepidophylla, y en ámbitos menos profesionales se nombra como la Flor de la resurrección o la Rosa de Jericó. Esta planta procedente de los desiertos de América Central y Oriente Medio, tiene más de 10.000 años de antigüedad entre sus ramas.
Una flor muy sorprendente. Además de su antigüedad en la tierra, su resistencia es legendaria. Esto se debe a que esta planta puede estar hasta 31 meses sin agua. La resurrección a la que hace mención su nombre de debe a este singular hecho, ya que a pesar de haber estado muchos meses seca si entra en contacto con el agua recupera sus características, en forma y color, de manera sorprendentemente rápida.
Además de estas características milagrosas en su resistencia y supervivencia, esta flor es muy beneficiosa si se usa en cosmética. Desde hace años se sabe que es la piel recibe de mejor manera los productos naturales que las moléculas que se trabajan bajo un laboratorio, por ello esta planta puede convertirse en un gran aliado para las pieles más maduras.
Este tipo de pieles con el paso del tiempo comienzan a perder la elasticidad y la luminosidad de años anteriores, ya que a partir de una edad las barreras de protección se van deteriorando. Esta disminución celular es la que provoca las por todos conocidas arrugas.
La Rosa de Jericó guarda en sus hojas un principio activo muy favorecedor para este tipo de pieles. Lo que se extrae es un principio con propiedades antioxidantes y antimicrobianas que ayudan a hidratar, proteger la barrera cutánea y disminuye líneas de expresión. Por otro lado, también aporta luminosidad y firmeza en la piel. En otros aspectos que esta planta es beneficiosa con las heridas. Sus propiedades antimicrobianas ayudada al cuerpo a que estas cicatricen y curen más rápido.
Muchos misterios y leyendas recaen sobre esta inusual planta. Una de ellas viene desde la época medieval del siglo XIII. Cuenta que un caballero llamado Guillaume, regresó de las cruzadas con varias plantas, entre ellas la Flor de la Resurrección. Este caballero estaba convencido de que tenían propiedades mágicas. Cuando llegó a casa vio que su hijo había enfermado y tenía lepra. El caballero confiando en una de las plantas que había traído fue a la iglesia a coger agua bendita. En esa agua puso la rosa de jericó y la dejó 9 días. Después de estos días le pidió a su hijo que se lavara la cara con ella. Cuenta la leyenda que el niño se curó casi de inmediato.
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