Sin bajar la guardia ante el sarampión

Pese a las altas tasas de vacunación, erradicar la enfermedad exige respuestas rápidas a los brotes

Un brote de 2010 exigió medidas judiciales para ampliar la vacunación.
Un brote de 2010 exigió medidas judiciales para ampliar la vacunación.
Ramiro Navarro

05 de diciembre 2015 - 01:00

Se hacen las cosas bien, pero a veces hace falta actuar más rápido. Esa es la conclusión, en esencia, de un conjunto de estudios y trabajos de análisis sobre el sarampión, la rubéola y el síndrome de rubéola congénita en España, que ha recopilado la Revista Española de Salud Pública. Concretamente, los expertos coinciden en que para alcanzar la eliminación del sarampión y rubéola se precisa mantener un bajo nivel de susceptibilidad en la población y "un sistema de vigilancia capaz de identificar a tiempo la circulación de los virus y de implantar medidas rápidas para controlar la transmisión".

Aunque el sistema español de vigilancia cumple en general con los objetivos de calidad, "actualmente tiene dificultades para detectar sospechas clínicas de sarampión o rubéola". La única manera de mejorar la sensibilidad en la identificación y captación de casos clínicos sería fortalecer la concienciación en el nivel asistencial promoviendo que "en el diagnóstico diferencial de todo caso de fiebre y exantema que se presente en cualquier edad, se incluya el diagnóstico de laboratorio de sarampión y rubéola".

A pesar de los grandes brotes de sarampión registrados en Europa entre 2009 y 2012, se han conseguido importantes avances hacia la eliminación y se ha propuesto 2018 como horizonte temporal para certificar la eliminación del sarampión y de la rubéola en la Región.

En sus conclusiones, el estudio sostiene que actualmente el sistema de vigilancia del sarampión y de la rubéola tiene dificultades para conseguir toda la información necesaria para documentar la eliminación. Para todos los casos sospechosos hay que recoger las tres muestras clínicas: suero, exudado faríngeo y orina. Así, se procesan para confirmar o descartar el caso y caracterizar los virus, lo que permitirá conocer el patrón de importación del sarampión y de la rubéola en el territorio. Todos las sospechas que se hayan investigado y descartados para sarampión y rubéola deben notificarse, desde el nivel autonómico al nivel central, lo que contribuirá a mejorar la calidad de vigilancia y permita documentar la eliminación de la transmisión endémica de ambas enfermedades en nuestro país.

Durante el primer semestre de 2015 se produjo un pequeño brote en Granada con 15 casos. Se controló rápidamente debido a la actuación precoz en la mayoría de los casos, a la instauración de las medidas correspondientes en centros sanitarios y escolares y a la alta cobertura vacunal de la población. En este caso se pudo determinar que el brote se inició, por tanto, con dos casos importados y la transmisión se realizó fundamentalmente por contacto en las urgencias de los centros sanitarios y de forma intrafamiliar. El análisis de la experiencia andaluza, liderado por Carmen Montaño, de la Secretaría General de Salud Pública y Consumo, explica que "es fundamental indagar a tiempo dónde, cuándo y en qué grupos de población bajan las coberturas de vacunación. Sólo el seguimiento de la evolución de las coberturas a nivel local permite evitar la formación de bolsas de individuos susceptibles". El brote de 2015 demostró que con ello y con un exhaustivo control de los contactos se puede llegar a cortar rápido la transmisión.

El Sistema de Vigilancia Epidemiológica de Andalucía (SVEA) es el encargado de vigilar e investigar urgentemente cualquier notificación de sospecha de sarampión y otras enfermedades de declaración obligatoria y alertas. Uno de los trabajos publicados recoge características epidemiológicas de los brotes de sarampión ocurridos en Andalucía en los últimos cinco años (2010-2015) así como las medidas de actuación llevadas a cabo durante los mismos. En el periodo estudiado se notificaron tres brotes. El primero de ellos comenzó en Granada en 2010 en población contraria a la vacunación. Las medidas de control adoptadas fueron las recogidas en el protocolo habitual de sarampión del SVEA. el aislamiento de casos y la identificación e inmunización de contactos, entre las que se incluyeron acciones judiciales ante la negativa de un determinado colectivo a vacunar a sus hijos.

El segundo brote comenzó en Sevilla en 2011 y se extendió por toda la provincia. A partir de aquel brote se introdujo de forma rutinaria la revisión de las coberturas vacunales dentro del sistema de vigilancia, identificando a los grupos más vulnerables.

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