Tras una amputación, la adaptación física se suma a la psíquica

La rehabilitación tras la pérdida de una extremidad motivada por un accidente o una enfermedad es lenta y dolorosa pero la disciplina y la voluntad de superarse de los afectados hacen posible que normalicen sus vidas con el uso de prótesis

Pepe sufrió la amputación de la pierna izquierda con 15 años y ahora entrena a discapacitados.
Pepe sufrió la amputación de la pierna izquierda con 15 años y ahora entrena a discapacitados.
Paola García Costas

18 de marzo 2010 - 01:00

Los amputados son personas que han perdido una extremidad o parte de ella debido a una lesión, por ejemplo, en un accidente de tráfico, o resultado de enfermedades como la diabetes, el cáncer y enfermedades vasculares. Muchos amputados utilizan extremidades artificiales o prótesis pero aprender a usarlas requiere tiempo. La fisioterapia ayuda en la adaptación siendo las actitudes de superación, fuerza y valentía de los afectados las que marcan el paso del quiero al puedo.

Según el médico rehabilitador, Antonio Alcalde, responsable de la unidad de amputados del Hospital Reina Sofía de Córdoba, "la rehabilitación tiene el objetivo de que el paciente vuelva realizar sus actividades diarias". Para ello, primero se valora al amputado analizando cuáles son las causas de la implantación de una prótesis, su edad, la demografía del lugar donde vive, etc. En la siguiente fase, se trata el muñón para el uso de la prótesis; y por último, colocada la extremidad artificial se reeduca al afectado en la ejecución de sus tareas. El especialista señala que "no todos los amputados van a necesitar una prótesis, del mismo modo que no se utiliza la misma prótesis para todos los que tengan una misma amputación". El artificio dependerá de las características de la persona y su movilidad. En Andalucía cada año se amputan de 750 a 800 personas, de las que el 10% (entre 75 y 80 personas) son debidas a accidentes. Entre el 60 y el 70% son causadas por enfermedades vasculares o diabetes. En este sentido, José Vázquez, quien fue amputado de la pierna izquierda por un sarcoma de partes blandas, explica, "el servicio andaluz de salud tiene una ventaja respecto a los de otras comunidades autónomas y es que la prótesis no le cuesta dinero al ciudadano, sin embargo, el catálogo de las que ofrece es limitado por lo que acaba no respondiendo a las necesidades reales del paciente".José estuvo seis meses utilizando su primera prótesis prescrita, un pie sach, que según describe, le provocaba dolor en la cadera por la rigidez del movimiento y le impedía andar más de tres horas, así que tuvo que comprarse un pie con acumulador de energía que le permite hacer su vida con normalidad y cuyo fluido movimiento hace imperceptible que es un pie artificial.

Entre las amputaciones de miembro inferior están las femorales, a la altura del fémur, desarticulación de rodilla, trans tibial, y de sym. Las amputaciones de miembro superior son de la mano, por debajo del codo y por encima del codo. Según el doctor Antonio Alcalde, "durante la rehabilitación la representación cerebral del movimiento en la amputación superior es más compleja que la de la amputación inferior porque tiene más variedad en sus acciones. Por ejemplo, con la mano haces de pinza para tomar cosas, comes, escribe o saludas". Si bien, la adaptación a la prótesis de un miembro inferior exige más fuerza y tolerancia al dolor.

A Juan, de 47 años, aprender a utilizar sus prótesis y andar de nuevo le costó tres años y medio de rehabilitación diaria. Él tiene amputados un tercio de femoral de las dos piernas debido a un accidente que sufrió con 24 años. "El proceso es muy doloroso por el peso de tu cuerpo en el muñón y de éste al anclaje de la prótesis. Pero el ser humano se supera echándole valor", defiende este sevillano que si bien actualmente se encuentra en silla de ruedas, durante más de una década hizo su vida andando con sus prótesis.

José Luis del Pino tiene 44 años, y por un tumor en el tobillo le amputaron la pierna izquierda con 15 años. "Entonces jugaba al fútbol en el equipo juvenil del Betis y estaba federado en Atletismo. Tras la amputación el cambio en mi vida fue radical, pero como mi objetivo era andar con la prótesis sin ayuda de muletas canalicé mi energía en ello y no tuve tiempo para compadecerme. Hoy en día hago mi vida con normalidad, ando y tengo dos piernas, sólo que una de ellas es algo especial", dice entre risas José Luis, al que conocen como Pepe. Él estuvo trabajando la marcha durante cuatro años y, según expone, le costó literalmente, "sangre, sudor y lagrimas". José Luis ha sido en tres ocasiones campeón de España de natación adaptada y es profesor de musculación para personas con discapacidad.

Si bien estas personas, son el perfil de las que se superan en la adversidad, José Vázquez, presidente de la Asociación de Amputados en España destaca que "el amputado inmediatamente después de la perdida sufre una depresión que le puede costar su rehabilitación así como otros aspectos de su vida. Las barreras físicas pueden superarse pero las psicológicas son más difíciles y dependen de la autoestima principalmente; hay personas que ante el complejo de una discapacidad quedan recluidas en sus casas. En consecuencia, desde la unidad de rehabilitación de amputados debe mejorarse tanto la asistencia física como proponerse la psicológica y social".

La adaptación social contempla, por un lado, el asesoramiento sobre los cambios funcionales tras la amputación y las ayudas técnicas de las que se dispone (ducha adaptado, vehículo, etc.) y, por otro, la integración del afectado en la comunidad. "Yo hago mi vida como cualquier otra persona, pero sí que aprecio el estigma hacia los amputados. Nosotros somos un colectivo que no provoca rechazo si no pena. Ello nos perjudica en cuanto que enfatiza la diferencia o te recuerda la primera etapa del duelo que viviste con la amputación".

Manuel Hidalgo, un vital hombre de 65 años que anda con una prótesis en la pierna izquierda tras su pérdida motivada por una diabetes, describe que tras la amputación "sientes como si hubieras caído en el fondo de un pozo, y escuchas como la gente te chilla desde arriba: venga, vamos, anda...Pero nadie te echa una cuerda. Entonces tienes dos opciones, o te ahogas o intentas salir tú mismo del pozo como sea. Pienso que durante la recuperación el papel clave lo juega la dignidad porque con ella superas cualquier adversidad. Te pueden quitar una pierna, un riñón, lo que sea, pero nunca tu dignidad como persona".

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