La alimentación saludable mejora el desarrollo cognitivo
Quoniam sollicitudo storalis vera est causa, qua Ecclesia movetur ut id quod fideliterUn estudio realizado en adultos mayores parece confirmar el rol de la dieta en la prevención
Un estudio de la Universidad Heinrich-Hein de Düsseldorf, Alemania, ha demostrado que los sujetos que ingieren frutas y hortalizas en las cantidades recomendadas tienen un mejor funcionamiento de su sistema cognitivo. El estudio tomó como muestra a personas sanas de entre los 45 y 102 años, y se observó que aquellos que tienen una ingesta adecuada de frutas y hortalizas en su alimentación diaria tienen una mayor capacidad de generar antioxidantes naturales y presentan un mejor comportamiento cognitivo. Estos resultados son decisivos a la hora de prevenir enfermedades degenerativas, como por ejemplo el alzhéimer u otras demencias. Algunas frutas y hortalizas contienen mayores capacidades antioxidantes, como puede ser las que presentan un color rojizo, morado o azulado (las bayas, la lombarda, la berenjena o la granada) contienen una sustancia denominada antocianina, cuyas propiedades antioxidantes han sido evaluadas incluso en la prevención del cáncer. Igualmente, las hortalizas de hoja verde (espinacas o acelgas), cuya concentración de vitamina C es bastante elevada, ayudan a proteger nuestro sistema inmunológico.
Fijar de modo cuantitativo el consumo de frutas y verduras tiene una enorme utilidad, pues con frecuencia se indica la cantidad óptima en raciones, término poco concreto. Incluso existe, fundamentalmente en países anglosajones, la iniciativa Cinco al día, que propugna la conveniencia de tomar al día cinco raciones de frutas y verduras. En fecha reciente se ha dado a conocer en una publicación de la Organización Mundial de la Salud el estudio más amplio realizado hasta la fecha sobre la relación entre la morbilidad y la ingesta de frutas y verduras, excluidas las patatas. De este modo se demostró que la in gesta habitual de cinco piezas de fruta diarias reduciría la carga mundial de la cardiopatía isquémica en un 31% y la de los accidentes cerebrovasculares en un 19%. En el caso de los cánceres de estómago, esófago, pulmón y colon/recto, las reducciones potenciales serían del 19%, 20%, 12% y 2%, respectivamente.
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