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'Vigilantes ciudadanos' para combatir la trata infantil en Tailandia

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Un informe de la ONU denuncia que el país asiático es un importante lugar de origen, tránsito y destino de menores traficados por motivos sexuales.

Niños mendicantes duermen bajo una parada de tren elevado en Bangkok. / Gaspar Ruiz-Canela (Efe)
Gaspar Ruiz-Canela (Efe)

04 de octubre 2019 - 17:32

Pattaya/En Pattaya, un notorio destino de turismo sexual en Tailandia, conductores de mototaxi o empleados de hotel actúan como vigilantes ciudadanos para combatir la trata infantil, un problema serio en el país a pesar de los avances en los últimos años.

Al anochecer, el paseo marítimo de Pattaya, situada unos 150 kilómetros al sureste de Bangkok, se convierte en un hervidero en el que las familias se mezclan con eventuales trabajadoras del sexo y los neones parpadean sobre los locales de alterne en numerosas callejuelas. A veces también hay menores víctimas de abuso y de la trata mendigando o prostituidos que pueden pasar desapercibidos para muchos visitantes, aunque no para los voluntarios formados por el trabajador social y activista Supagon Noja.

El pasado febrero, un conductor de mototaxi observó en un hotel cómo un niño de 13 años estaba siendo abusado por pederastas extranjeros que pagaban a una red de traficantes unos 1.000 bat (unos 29 euros) por cada encuentro sexual. El niño, que procedía de otra provincia y recibía la mitad del dinero, fue rescatado y se encuentra acogido ahora en el Centro contra la Trata de Personas y el Abuso Infantil, dirigido Supagon Noja desde hace 11 años.

Actualmente, el activista está investigando la situación de un menor de 12 años que podría estar siendo obligado a mendigar por un pariente en un posible caso de trata infantil. "(...) En el caso de los mendigos infantiles, hay que averiguar si alguien controla el lugar donde mendigan, si los lleva alguien y si esta persona comparte el dinero con los niños o no", explica a Efe Supagon en su centro de Pattaya.

"En el caso de prostitución, hay que descubrir a la persona que capta a los niños, si hay alguien que envía a los niños a los clientes para que sean violados o no", aclara el trabajador social, que ejerce esa misión desde hace más de tres décadas.

Supagon asegura que él ha observado una disminución de los casos de trata de menores, mientras que han subido los de abuso infantil en las familias, aunque en su centro sigue acogiendo a víctimas que han sido traficadas de Vietnam, Camboya o Birmania (Myanmar).

El pasado agosto, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, sus siglas en inglés) indicó en un informe que Tailandia es un importante lugar de origen, tránsito y destino de menores traficados por motivos sexuales por redes de trata de personas en la región. "Datos de la Fiscalía tailandesa indican que de los 1.248 casos detectados de trata de personas para la explotación sexual en el periodo 2014-2017, casi el 70% eran niñas menores de edad", precisa el informe titulado Crimen organizado transnacional en el Sudeste Asiático.

La agencia de la ONU también advierte de que cerca de la mitad de las víctimas de trata de personas en Tailandia son nacionales del país que son llevados de un lugar a otro en el interior o al extranjero.

Según el informe, Tailandia ha realizado avances en la lucha contra la trata de personas en el sector pesquero, con mayores controles de los barcos de pesca, más detenciones de traficantes y una aplicación más estricta de la normativa al respecto. Sin embargo, esto ha desviado la atención sobre otros sectores como la agricultura, la construcción, así como del "persistente" trabajo infantil.

En cualquier caso, a pesar del número de agencias, instituciones y ONG trabajando en la prevención del tráfico infantil, Tailandia carece de cifras o estimaciones fiables acerca de esta lacra.

Lucy McCray, que trabaja en la ONG The Freedom Story en la provincia tailandesa de Chiang Rai (norte), señala a Efe que existe un mayor riesgo de trata infantil en niños afectados por la pobreza, apátridas o pertenecientes a una minoría étnica. Cada vez más, los niños son víctimas de la trata con el fin de proveer material sexual en internet.

"Hemos visto un enorme incremento en el papel de internet y las redes sociales. Los estudiantes son requeridos en internet para fotos y vídeos sexuales", afirma McCray en un correo electrónico.

Desde hace algunos años, en ciudades como Bangkok se observa menos niños mendigando o vendiendo flores en las calles, casos habituales de trata infantil, pero aún hay casos que hacen sospechar. Wan, una menor de 8 años, pide dinero en una concurrida estación de tren elevado a escasos metros de un puesto policial y explica a Efe que vive con una "pariente". Vestida con un vestido rosa, de pronto se levanta y acude a una esquina donde habla brevemente con una mujer y otra niña, y después desaparece entre la muchedumbre con el vaso que le sirve de escudilla de las limosnas.

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