Sanidad reconoce que en la crisis del ébola debería haber informado mejor

El Ministerio admite que dio la impresión de que el problema fue más peligroso, aunque destaca que desde el punto de vista técnico la situación se gestionó bien.

Sanidad reconoce que en la crisis del ébola debería haber informado mejor
Sanidad reconoce que en la crisis del ébola debería haber informado mejor
Berta Pinillos (Efe)

06 de agosto 2015 - 13:10

Fernando Simón fue uno de los rostros más visibles del Ministerio de Sanidad durante la crisis del ébola como portavoz del comité especial de seguimiento de la enfermedad. Un año después de que el virus letal llegara al país reconoce que se tendría que haber trabajado más en la comunicación a la ciudadanía. El también director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio recuerda que acababa de comenzar las vacaciones cuando le comunicaron, a principios del mes de agosto, que un religioso español, Miguel Pajares, había contraído el ébola en Liberia. "Lo primero que pensé fue ¡maldito Murphy! España es un país que tiene muy poca relación con esos países, el número de expatriados es muy inferior al que tienen muchos otros países, (...) así que la probabilidad de que se infectara un español en comparación con otras nacionalidades era menor", afirma Simón.

Inmediatamente después, se puso a trabajar. Se dio cuenta de la gravedad de la situación en la que estaba Pajares, quien se infectó en el hospital San José de Monrovia donde trabajaba, empezó a valorar los riesgos de una posible repatriación y las medidas de control y prevención. Asegura que desde el punto de vista técnico la situación se gestionó bien, hubo cosas mejorables "como siempre ocurre en todas las crisis", se aprendió de ella. "Yo creo que reaccionamos suficientemente bien, alguna sombra ha podido haber, pero en líneas generales, bien", sostiene.

Y es que a la pregunta de si cambiaría algo de lo que ocurrió entonces resalta que hubiera repatriado al sacerdote "igual" porque incide en que entre todos hay que colaborar para solucionar los problemas de los países más débiles con recursos materiales y humanos, que deben tener unas mínimas garantías de seguridad, tratamiento y repatriación en el caso de que sea necesario. Sí que admite que "todo se tenía que haber hecho con mucha más normalidad" y haber dado "un poco más de confianza" a que las características del traslado de Pajares, la repatriación y el tratamiento que los técnicos proponían eran los correctos, "como de hecho, fueron". Sobre este aspecto, hace referencia a que una repatriación con una persona infectada con el virus del Ébola requiere unas medidas de seguridad muy claras pero "dada la magnitud social y mediática" que, según apunta, tomó la situación en aquel momento "se extremaron muy por encima de lo necesario".

"El extremarlo muy por encima de lo necesario reduce aún más los riesgos que ya eran muy, muy pequeños, pero al mismo tiempo, daba una sensación de que el problema era mucho más peligroso y mucho más transmisible de lo que en realidad es", recalca Simón. Por ello, considera que la parte de comunicación, "quizás" no la desarrollaron tanto como hubiera sido necesaria en esa situación para transmitir tranquilidad a la ciudadanía. "Creo que es importante que hubiéramos trabajado mucho más en comunicación y transmitir el riesgo real a la población para evitar que hubiera lagunas que luego se rellenan con imaginación", subraya Simón, quien opina que "algunos desencuentros" en este campo pudieron deberse a la "gran presión" que se vivió en esos días.

Después de Pajares, que fue el primer europeo infectado por ébola, se produjeron dos contagios más: el de otro religioso, Manuel García Viejo, en Sierra Leona, desde donde fue repatriado, y el de la auxiliar de enfermería Teresa Romero, quien le asistió en el Hospital Carlos III de Madrid y que supuso el primer contagio del virus fuera de África. Precisamente, sobre Romero, Simón subraya que es "muy difícil" saber exactamente cómo se contagió mientras atendió al misionero y admite que "en parte por declaraciones hechas por los expertos, en parte por el globo mediático que se formó, en parte por la presión del propio entorno de la enferma, las relaciones se hicieron muy malas". La situación generada evitó, comenta Simón, una investigación sobre el contagio de la auxiliar de enfermería "mucho más en profundidad" ya que se tenía que haber producido una entrevista "muy detallada" con la paciente y "claramente después de lo que sucedió" de momento no ha sido posible. "Veremos qué pasa en el futuro" añade.

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