Saber interpretar, relajarse y actuar para gestionar el estrés
La situación de tensión es positiva puntualmente cuando sirve de motor en la resolución de un conflicto, sin embargo, su presencia en el tiempo puede tener un efecto altamente perjudicial sobre el cuerpo, la mente y el comportamiento
39%
El estrés es un mecanismo de supervivencia que en determinadas situaciones funciona de forma útil y oportuna, sin embargo, si se prolonga en el tiempo se puede convertir en un enemigo, afectando al cuerpo, la mente y el comportamiento. Los expertos coinciden en que conocer los mecanismos y excesos del estrés es el primer paso para su gestión. A través del desarrollo de habilidades cognitivas, conductuales y de técnicas de relajación puede vehicular esta afección, que según una encuesta de la Organización de Consumidores y Usuarios hecha a 7.000 europeos, experimenta con frecuencia el 39% de las mujeres y el 28% de los hombres.
Según Antonio Cano, psicólogo y presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés, el estrés negativo afecta al rendimiento (a pesar del esfuerzo no cunde el trabajo o resulta difícil la concentración), la salud física (dolores de cabeza, agotamiento, dolencias musculares que se convierten en contracturas) o psíquica (irritabilidad, tristeza, en su estado más grave, incluso, ataques de pánico). La frecuencia e intensidad de la afección dependerá de cada individuo. En cualquier caso, se produce un circulo vicioso donde la tensión va acumulándose en el cuerpo y no hay espacios para el descanso y la revitalización. "Es el pez que se muerde la cola porque cuando estás estresado necesitas dormir, comer bien, o tener tiempo de ocio... pero el afectado no lo hace porque manifiesta estar estresado y no tener tiempo, con lo que la curva de ansiedad va agravándose", dice el psicólogo.
Factores externos como el clima, la polución, los accidentes, una comida copiosa, dormir poco, una vida rutinaria y monótona, o por el contrario tener jornadas de no parar yendo de un sitio para otro pueden favorecer un estado de estrés. Sin embargo, lo que realmente lo provoca "es como percibimos y reaccionamos ante estos factores", señala Antonio Cano. En este sentido, las personas que tienden a maximizar los obstáculos de la realidad y minimizar los recursos de los que dispone para afrontarlo es más proclive a padecer estrés, ansiedad, miedos. Este paradigma establece entonces que el estrés no es algo que "nos ocurre". Es un proceso que fabricamos y que, por tanto , podemos controlar por nosotros mismos, o si se requiere, con la ayuda de expertos psicólogos o especialistas en técnicas de relajación.
Gregorio Serrano Seco es gerente de una consultora de comunicación y suele experimentar estrés antes de las reuniones y presentaciones donde factores humanos que escapan de su control son determinantes para el éxito o el fracaso de su trabajo. Para afrontar estas situaciones, "en primer lugar , parto del razonamiento de que muy probablemente el nivel de expectativa que nos marcamos es muy superior al real. Ni el auditorio arde en deseos de escuchar lo que tengas que decir, ni el cliente espera quedar maravillado con tu propuesta, ni tu interlocutor espera enfrentarse al más hábil de los negociadores. Evidentemente este planteamiento será más o menos útil según el nivel de exigencia de cada uno, o la experiencia que tenga ante la cuestión, pero en mi opinión es más o menos aplicable en la mayoría de los casos". Él además preparar el trabajo a conciencia, reduciendo así el grado de incertidumbre ante posibles preguntas o planteamientos que ocurran durante el encuentro. "Aún así si el estado de nerviosismo aparece utilizo técnicas como no prestar atención a mis reacciones físicas (temblores, palpitaciones, entumecimiento) y me centro en estímulos externos (la sala, las palabras de mi interlocutor)", describe Gregorio. Moverse de forma pausada, controlar la respiración o incluso imitar el comportamiento de otras personas cuyo aplomo o seguridad en ese tipo de situaciones le merezcan admiración son otros de los recursos que utiliza el joven ejecutivo. Si la angustia va a más, y "la situación lo permite, intento pausar el acto y tomarme un respiro", apunta.
Las técnicas de relajación que permiten disminuir la tensión acumulada pueden ser tan sencillas como contar hasta diez, respirar hondo a conciencia, o visualizar una imagen que produzca placer. Patricia Centeno, asesora de grandes firmas de moda describe que entre sus técnicas están "pensar en escenas de armonía como un caballo corriendo libre o un bebé dormido; parar y escuchar música positiva (dos canciones equivalen sobre cinco minutos) o ver algún vídeo divertido en Youtube, sobre todo, monólogos de humor, porque tanto reír como llorar me permiten expresar emociones y descargar tensión".
La tercera línea para la buena gestión del estrés es el desarrollo de habilidades conductuales. En esta dirección organizarse permite que los problemas u obstáculos "se afronten solamente en el momento que compete evitando que la persona gaste energía dándoles vueltas en su cabeza todo el tiempo", matiza Antonio Cano. Hacer una lista de tareas pendientes por orden de prioridades y establecer horarios que separen bien el tiempo de trabajo y el de ocio facilita la organización saludable . Patricia desconecta el teléfono móvil y el ordenador al menos 30 minutos para concentrarse y organizar sus tareas pendientes; del mismo modo, en su tiempo de ocio explica que no lleva "libretas, ni CD, ni conversaciones sobre el trabajo".
"La idea es estar en el presente, evitar ese rumor mental que nos lleva a los problemas cotidianos y dar un respiro a la mente, mantener este equilibrio nos permite disfrutar de los buenos momentos y rendir adecuadamente cuando es necesario", concluye Gregorio, quien terminada su prolífica jornada en la consultora apuesta por practicar deporte , leer o salir con amigos, así desconecta y previene los afectos negativos del estrés.
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