La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El rey brilla al defender lo obvio
Múnich/Múnich entra en modo Oktoberfest, su famosa fiesta de la cerveza, con los hoteles completos y días de calles atascadas y metros repletos en la ciudad del sur de Alemania.
Como cada año, la que se ufana de ser la mayor fiesta popular del mundo atraerá durante 16 días a cerca de seis millones de visitantes deseosos de poblar las carpas para beber litros y litros de cerveza, degustar platos típicos y disfrutar de las atracciones de feria.
Aquí va un breve glosario de este festival con el que los bávaros conmemoran el matrimonio del príncipe Luis I de Baviera con la princesa Teresa de Sajonia-Altenburgo, celebrado en 1810.
La palabra significa prado en dialecto bávaro, pero aunque uno lo quiera asociar con los verdes prados que tapizan la región alpina de Baviera, aquí no encontrará briznas de hierba. La Wiesn es un terreno de 34 hectáreas en el que predomina la grava y sobre el que están instalados los puestos de cerveza, de comida y las atracciones. Entre las numerosas carpas destaca la de la tienda de delicatessen Käfer, donde se dan cita los famosos de Alemania y donde son asiduos los jugadores del Bayern Múnich y sus esposas. La ciudad de Múnich acaba de patentar la denominación Wiesn.
Sinónimo de Wiesn. En un principio era una fiesta que comenzaba verdaderamente en octubre, pero ahora lo hace en septiembre. El 12 de octubre de 1810 se casó el entonces príncipe heredero Luis de Baviera con la princesa Teresa de Sajonia. La fiesta se repitió en los años siguientes. En 1818 se incorporaron el primer carrusel y dos hamacas. En 1904 se decidió adelantar la fecha para evitar el frío otoñal.
Todo gira en torno a la bebida rubia en estos días de fiesta en Múnich. El año pasado se consumieron 7,7 millones de litros. La cerveza de la Wiesn tiene más alcohol que la normal, un seis por ciento, y se sirve solamente en jarros de un litro conocidos como Mass. Eso lleva a que cada año cientos de personas deban ser atendidas por los servicios médicos. Y hay quien intenta quedarse con la jarra después de haberla vaciado. El año pasado pescaron in fraganti a unos 120.000 visitantes.
En la Oktoberfest suelen reinar temperaturas de hasta diez grados por encima del resto de la ciudad y una humedad ambiente que supera en un tercio la de Múnich, según arrojaron mediciones del meteorólogo Karsten Brandt. La masa de visitantes -que puede llegar a 350.000 en un día- contribuye a aumentar el calor en dos terceras partes. Una persona genera 80 vatios, "lo mismo que una gran bombilla de las de antes", explica Brandt. A ello se suma el calor de las luces, los juegos y las cocinas.
La cerveza, el calor y la música facilitan los contactos. El vestido típico, el dirndl, delata si la dama que lo viste está comprometida. El moño hecho a la derecha es señal de que ya tiene compañero y el colocado a la izquierda, que busca uno. Los caballeros tienen menos recursos para revelar su estatus. Por eso, expertos en marketing crearon unas pulseras de goma con la inscripción "Mogst obandl?" ("¿Quieres ligar?", en bávaro). También hay corazones de pan de especias con la pregunta que muchos se cuelgan en el pecho de forma ostensible. Quien quiera asegurarse una pareja puede tratar de conseguirla a través de aplicaciones especiales para teléfonos móviles.
La Fiesta de la Cerveza está orgullosa de su larga tradición, sus puestos históricos y sus danzas típicas. Pero también es sinónimo de modernidad. En 1989 se estrenó aquí la Olympia looping, una montaña rusa con cinco bucles. Este año llega el Chaos pendel, un péndulo de 42 metros de alto no apto para cardíacos.
Exactamente 4.055 objetos perdieron su dueño en la edición del año pasado. Entre ellos destacaron una tuba, dos remos y dos muletas.
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