Obesidad, pubertad precoz y baja talla, los problemas de salud que más preocupan a los padres
Consejos de salud
El doctor Carlos Ruiz Cosano brinda sus mejores consejos profesionales para combatir estas complicaciones
Hay muchos motivos por los que los padres llevan a sus hijos a nuestra consulta de Endocrinología Pediátrica del HLA Hospital Universitario Inmaculada, pero de ellos, tres son los que se repiten con mayor asiduidad.
Por supuesto la obesidad sigue siendo un tema de gran relevancia. Han pasado 20 años desde que comenzamos a hablar de esta patología que ha llegado a convertirse en la gran pandemia del siglo XXI. En Andalucía alrededor del 45% de los niños presentan un Índice de Masa Corporal (IMC) elevado o patológico, si consideramos sobrepeso y obesidad
Está claro que debemos continuar hablando de obesidad, porque se trata de un problema muy complejo de solucionar. En primer lugar, por la intensidad y la cantidad de pacientes que la padecen. Y, porque la obesidad normalmente no es una situación que se perciba como una enfermedad. El niño obeso es un “niño feliz porque come bien”, él y su familia. Por lo tanto, es difícil conseguir un cambio de mentalidad y que el exceso de peso se perciba como algo que no es bueno para la salud del niño.
Además, la vida que llevamos es muy sedentaria lo que favorece en gran medida a la obesidad. De forma empírica, en nuestra consulta hemos podido comprobar que desde 2020 se han disparado estos casos con un incremento de las primeras consultas por obesidad de un 25%, aproximadamente. Esto no lo habíamos visto anteriormente. Creemos que, en parte, podría ser el impacto del confinamiento que causó gran afectación en los niños que empezaron a pasar muchas horas sin actividad física y dedicando mucho más tiempo del recomendable al uso de dispositivos electrónicos como medio de estudio y de entretenimiento.
Es necesario seguir concienciando a los padres sobre los hábitos alimenticios saludables, la importancia de romper con el sedentarismo de los niños y que busquen ayuda en una opinión experta para atajar el problema de la obesidad en su hijo, antes de que esta se cronifique. Un niño con obesidad tiene una alta propensión a ser un adulto obeso, pero antes de llegar a esa edad podría desarrollar enfermedades que también le corresponden a un adulto como la presión arterial y el colesterol altos, un mayor riesgo de intolerancia a la glucosa, resistencia a la insulina y diabetes tipo 2 o enfermedad cardiovascular, entre otras.
La segunda patología que observamos con preocupación los pediatras, y especialmente los especialistas en patologías endocrinológicas, es el adelanto del desarrollo puberal. En los últimos años la edad media de la menarquia o primera regla en las niñas se está adelantando.
Para que nos hagamos una idea, a principios del siglo XX la edad media de la primera regla estaba alrededor de los 14 y 15 años (algunas niñas empezaban a menstruar con 16 o 17 años). Actualmente, la media se establece entre los 11,5 y los 12 años. Por lo que, si aplicamos la media con la desviación estándar, hay niñas que con 10 años tienen su menarquia.
Sobre este trastorno de la pubertad, observamos también un adelanto del inicio de los síntomas o signos habituales de pubertad, mucho más frecuente en las niñas que en los niños. Ellas, con el inicio de la pubertad experimentan el aumento del pecho, y estamos viendo estas señales entre los 8 o 9 años, lo que supone una pubertad adelantada. Y, luego, está la pubertad precoz.
Esta preocupación ha desencadenado en el colectivo médico diferentes líneas de investigación y publicaciones científicas que ya empiezan a arrojar sus primeras conclusiones. Sobre todos aquellos factores que influyen en el trastorno de la pubertad se identifican factores ambientales, pero fundamentalmente está la mala praxis en la producción de alimentos. Esto se debe a que muchos de los alimentos que consumimos contienen sustancias para la potenciación de la agricultura que son disruptores endocrinos, químicos capaces de imitar la acción de nuestras hormonas naturales. Afortunadamente, gracias a las nuevas regulaciones se van retirando del uso progresivamente, pero hasta hace poco estaban muy extendidos.
Una pubertad precoz, además, origina una talla final más pequeña, dado que es en este momento en el que el crecimiento finalizará en poco tiempo. Pero este problema va más allá implicando por un lado cambios a nivel personal, ya que una niña con 9 o 10 años puede desarrollar el aspecto de una mujer, y también problemas sociales muy importantes dadas las circunstancias actuales en las que se mueven los niños. Recientes noticias indican que el acoso sexual se ha incrementado en un 40% en los niños en los últimos años.
Por último, está la baja talla, otro de los temas por el que los padres consultan cada vez con mayor frecuencia. Están muy preocupados por que su hijo es, o lo ven, bajo de estatura, sobre todo en comparación con los amiguitos o compañeros del colegio.
Esta inquietud resulta muy curiosa. La media española en niños varones, al terminar de crecer, actualmente ronda el 1,77 cm, mientras que las niñas están bastante por debajo. Esto se debe a que los niños terminan de desarrollarse una media de 2 años después que las niñas, y siguen creciendo durante este tiempo, por lo que alcanzan una mayor estatura. Por tanto, los niños varones de media son altos.
Creemos que la justificación a estos temores podría estar en que actualmente los pequeños se escolarizan a partir de pocos meses de vida. Antes, hasta los 5 o 6 años no se incorporaban a un entorno donde compartir espacio con otros niños de su edad, y los padres no tenían tantas referencias para comparar si sus hijos eran altos o bajos, con relación a sus pares. Ahora se escolariza a los tres años, adelantando esa situación.
Algo que debemos tener en cuenta es que de cada 100 niños que vemos con talla baja, unos 85-90, son las variantes de la normalidad. Es decir, niños que son bajos porque los padres son bajos también, y niños que son bajos en este momento pero que van a madurar más tardíamente y cuando terminen de crecer conseguirán su talla normal, su talla genética otorgada por su padre y madre.
Además, en esta preocupación entran en juego los condicionantes sociales. La cultura hacia la perfección del cuerpo con unos criterios que no son los adecuados. Esa adoración que hay hacia el cuerpo, la altura o la musculatura, hacen que, en una sociedad muy competitiva como la nuestra, ser bajo se vea como algo negativo.
Por esto, lo que hay que hacer cuando un padre considere que su hijo es bajo, es acudir a su pediatra para que haga una correcta valoración del caso. Y, de considerarlo necesario el profesional lo derivará a la consulta de Endocrinología Infantil, donde nos encargamos de hacer un diagnóstico lo más certero posible y un seguimiento del caso.
Carlos Ruiz Cosano es doctor en Medicina y Cirugía, y profesor titular de Pediatría de la facultad de Medicina de Granada. Se especializó en Pediatría. Es máster en Endocrinología Pediátrica por la Universidad de Granada.
Es especialista pediátrico del HLA Hospital Universitario Inmaculada y cuenta con una amplia trayectoria en la sanidad pública y privada, tarea que compagina con la docencia y una dilatada actividad académica. Ha sido vicedecano y secretario de la Facultad de Medicina de Granada y es miembro de las principales sociedades científicas pediátricas, además de Académico Correspondiente de la Real Academia de Medicina de Andalucía Oriental.
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