Nobel de Química para las creadoras de las tijeras genéticas que permiten editar el ADN

Galardón

La francesa Emmanuelle Charpentier y la estadounidense Jennifer Doudna desarrollaron la técnica CRISPR-Cas9

Es la primera vez que dos mujeres comparten el galardón de Química, que hasta ahora solo había premiado a otras cinco científicas

El reconocimiento deja fuera al español Francis Mojica, cuyo trabajo es la base de este hallazgo

Emmanuelle Charpientier y Jennifer Doudna, Nobel de Química 2020 / José Luis Cereijido, Efe
Agencias

07 de octubre 2020 - 17:22

La francesa Emmanuelle Charpentier y la estadounidense Jennifer Doudna han sido premiadas este miércoles por la Real Academia de las Ciencias sueca con el Nobel de Química por el desarrollo de un método para la edición genética que permite "reescribir" el código de la vida y con múltiples aplicaciones, desde la medicina a la agricultura.

El descubrimiento de las tijeras genéticas CRISPR-Cas9 ha permitido a los investigadores cambiar el ADN de animales, plantas y microorganismos "con gran precisión", ha contribuido al desarrollo de nuevas terapias y abierto la posibilidad de curar en el futuro enfermedades hereditarias, además de introducir mejoras en el cultivo de plantas y hacerlas más resistentes a sequías y plagas.

Aunque los hallazgos de las dos investigadoras no tienen ni una década de historia, hace años que se viene especulando con un galardón para esta técnica y se trataba de un premio "esperado por muchos" debido a que ha sido "de gran ayuda" para la Humanidad, admitió en la rueda de prensa de presentación Pernilla Wittung Stafshede, miembro del comité Nobel.

La herramienta descubierta por Charpentier y Doudna se inspira en los estudios sobre el sistema inmunológico de las bacterias y cómo estas se defienden de los virus del investigador español Francis Mojica, quien sentó las bases de la técnica CRISPR (repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente interespaciadas). Pero Mojica, que lleva años en las quinielas a los premios, no fue tenido en cuenta por el comité Nobel, que nunca explica si ha considerado a otros posibles candidatos y las razones de su exclusión, solo los méritos de los galardonados.

Hallazgo con origen en el estudio de bacterias

Cuando Charpentier (Juvisy-sur-Orge, Francia, 1968) creó su propio grupo de investigación en la Universidad de Viena en 2002, se centró en una de las bacterias más dañinas, el Streptococcus pyogenes, y en cómo sus genes estaban regulados. Así descubriría años después una molécula ARN (tracRNA), con un código genético muy similar a la secuencia CRISPR del genoma de esa bacteria, capaz de derrotar a los virus partiendo su ADN.

Para continuar avanzado en sus investigaciones, Charpentier decidió contactar en 2011 a una experta en ARN Jennifer Doudna, una bioquímica con dos décadas de experiencia en el estudio de los ácidos ribonucleicos.

Estudiando un lustro atrás la ribointerferencia, el sistema que usan las células de organismos vivos para controlar los genes activos en un momento, Doudna (Washington, 1964) decidió, espoleada por una colega, analizar el sistema CRISPR, siguiendo la sospecha que había en la comunidad científica de que ese mecanismo era muy similar al objeto de su anterior investigación. El grupo creado por ella en la Universidad de California reveló años más tarde con éxito la función de varios tipos diferentes de proteínas "cas" (asociadas a sistemas CRISPR).

Colaboración

La colaboración entre las dos científicas surgió en la primavera de 2011 durante un congreso en San Juan al que ambas habían sido invitadas y se concretó tras un encuentro casual en un café y un paseo por la zona vieja de la capital puertorriqueña, según explica la Real Academia de las Ciencias.

Juntas fueron capaces de recrear las tijeras genéticas del Streptococcus pyogenes y simplificar sus componentes moleculares para facilitar su uso, luego las reprogramaron para controlarlas y poder cortar cualquier molécula de ADN en un lugar predeterminado, "reescribiendo" así el código de la vida en un "trascendental" descubrimiento publicado en 2012.

Charpentier y Doudna, galardonadas en 2015 con el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica, compartirán los 10 millones de coronas suecas (950.000 euros) con que está dotado este año el premio.

Las galardonadas suceden en el palmarés del Nobel de Química al estadounidense de origen alemán John B. Goodenough, el británico Stanley Whittingham y el japonés Akira Yoshino, ganadores el año pasado por su papel clave en el desarrollo de las baterías para multitud de dispositivos móviles y del vehículo eléctrico.

Es la primera vez en la historia del centenario galardón que dos mujeres comparten el Nobel de Química, que hasta este año había distinguido a cinco mujeres de entre un total de 184 premiados.

La ronda de ganadores de los Nobel, inaugurada el lunes con el de Medicina y que siguió con el de Física, continuará en los próximos días, por ese orden, con el de Literatura, de la Paz y Economía. Tanto los anuncios de los premios como la entrega de esta edición de los Nobel es en formato reducido por la pandemia del coronavirus.

El español Francis Mojica, autor de la base del hallazgo premiado

El considerado padre de la técnica CRISPR, Francis Mojica, ha afirmado que el premio le "ha pasado cerca" y ha añadido que, pese a no haber sido reconocido por el comité, se siente como si "el hijo que uno tiene ha triunfado en la vida".

Sin perder la tranquilidad y con una sonrisa, Mojica ha hecho estas declaraciones en su despacho del departamento de Microbiología de la Universidad de Alicante momentos después de conocer que el Nobel de Química recaía en Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna por desarrollar un método a partir de su descubrimiento al estudiar unas bacterias en las salinas de Santa Pola (Alicante) hace un cuarto de siglo.

Francisco Juan Martínez Mojica (Elche, Alicante, 1963) ha manifestado que "estaba bastante claro" que la técnica iba a ser premiada con el Nobel "en algún momento" y también que se daría por la edición genética. "Y algunos teníamos la esperanza de que tuvieran en cuenta que nada sale de la nada y que hay un trabajo siempre detrás. Y que hace falta una investigación básica de laboratorio", ha recalcado.

En este caso, ha comentado que la Academia sueca ha reconocido "una herramienta, lo que ha derivado la investigación" básica inicial que él descubrió, con casi infinitas aplicaciones en la Medicina y otros campos. Aunque precisamente las mayores expectativas del CRISPR está en la Medicina porque "facilita muchísimo la investigación biomédica" todavía no ha habido tiempo de "curar a nadie".

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