Lecciones que aprender del mayor brote de ébola de la historia
La Organización Mundial de la Salud analiza los seis meses transcurridos tras la declaración del brote y evidencia los peligros que plantean las crecientes desigualdades.
Seis meses después de la declaración del brote de ébola , la dirección general de la OMS, a través de la doctora Margaret Chan, ha ofrecido un análisis de algunas claves que los sistemas de salud de todo el mundo deben considerar.
En primer lugar, el brote pone en evidencia los peligros que plantean las crecientes desigualdades sociales y económicas en el mundo. "Los ricos obtienen la mejor atención; a los pobres se los deja morir". Así de claro.
Los rumores y el pánico se propagan más rápido que el virus. Y esto cuesta dinero. El virus del Ébola provoca un miedo casi universal. El miedo amplifica considerablemente los trastornos sociales y las pérdidas económicas mucho más allá de las zonas afectadas por el brote. El Banco Mundial estima que la gran mayoría de las pérdidas económicas durante un brote se deben a los esfuerzos descoordinados e irracionales de la población por evitar la infección.
Por otro lado, cuando un virus devastador y mortal golpea a los más desvalidos y se propaga sin control, el mundo entero está en peligro. Además, la desatención de los sistemas y servicios fundamentales de salud durante decenios trae consecuencias fatales. Esos sistemas no se pueden establecer durante una crisis, ya que se derrumban. "La OMS es consciente de que en los tres países más afectados se está produciendo un elevado número de muertes por otras causas, como el paludismo y otras enfermedades infecciosas, o por una capacidad nula para garantizar partos seguros", explica Chan en su análisis publicado en el último boletín de la organización.
A pesar de ello, aun no se conoce con exactitud la magnitud de esta "emergencia en la emergencia", ya que los sistemas de seguimiento de las estadísticas sanitarias, que ya de por sí no eran muy buenos, se han desmoronado por completo.
El texto hace énfasis en que "esas muertes no son 'daños colaterales". Todas ellas forman parte del problema central: no existían las infraestructuras fundamentales de salud pública, y esto es lo que ha provocado que el virus se expanda sin control.
Además, está el obstáculo de las herramientas clínicas para hacerle frente. La enfermedad por el virus del Ébola apareció hace casi 40 años. pero no existen vacunas ni tratamientos. Según indican en su análisis "la enfermedad siempre ha estado circunscrita geográficamente a naciones africanas pobres". Es evidente que ni en los países más ricos, existen incentivos a la I+D. Una industria guiada por los beneficios no invierte en productos para mercados que no ofrecen retorno económico.
Ante la urgencia, se han activado iniciativas. Tanto desde la OMS, que reunió a más de 100 de los principales expertos mundiales para tratar las numerosas y complejas cuestiones que rodean el uso de esos productos médicos experimentales. Las compañías GlaxoSmithKline y NewLink están trabajando para aumentar su capacidad de fabricar vacunas contra el ébola, con el objetivo de lograr "un incremento muy significativo en la escala durante la primera mitad de 2015.
Por último, existen proyectos que están probando transfusiones de sangre entera extraída de pacientes que han sobrevivido a la infección. El plasma de convaleciente también se examinó como un posible tratamiento alternativo. La OMS ya está manteniendo debates con expertos sanitarios de Guinea, Liberia, Nigeria, la República Democrática del Congo y Sierra Leona.
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