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Una revisión sistemática y metanálisis de 140 estudios y ensayos liderada por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) ha concluido que no hay suficiente evidencia para respaldar la administración de ivermectina, un fármaco contra los parásitos, a mujeres embarazadas.
A esta conclusión han llegado los investigadores que han estudiado todos los informes sobre casos de exposición accidental de mujeres embarazadas al fármaco, y así se ha publicado en la revista "The Lancet Global Health".
En los años 80, se mostró que la ivermectina era altamente eficaz contra la oncocercosis, o ceguera del río, una enfermedad devastadora causada por una lombriz parasitaria y transmitida por moscas. Desde entonces, se han administrado más de 3.700 millones de dosis de ivermectina a través de campañas de administración masiva con el objetivo de eliminar la enfermedad.
Según el ISGlobal, además, dada su eficacia para tratar otras enfermedades parasitarias como la filariasis linfática, estrongiloidiasis, sarna, y helmintiasis, y su uso potencial contra mosquitos transmisores de malaria, se prevé que el uso de la ivermectina aumentará aún más en el futuro.
Actualmente, a pesar de sus múltiples beneficios para la salud, se evita dar ivermectina a las mujeres embarazadas por su posible efecto sobre el feto, aunque aún no se ha evaluado de manera formal la seguridad del fármaco durante el embarazo.
"Conocer los riesgos y beneficios de dar ivermectina a mujeres embarazadas es clave para guiar políticas de salud pública", ha explicado Patricia Nicolás, investigadora del ISGlobal y primera autora del metanálisis.
De los más de 140 informes identificados, los autores seleccionaron seis estudios, incluyendo un ensayo clínico, para el análisis.
Los estudios, publicados entre 1990 y 2004 y hechos en seis países africanos, incluían un total de 893 mujeres embarazadas que recibieron ivermectina durante el embarazo, y, aunque no encontraron evidencia de mayor riesgo de muertes neonatales, nacimientos prematuros o bajo peso al nacer, si hallaron alguna evidencia de abortos espontáneos, muerte fetal o anomalías congénitas.
"Pero el número de casos fue demasiado bajo para ser concluyente, ya que menos de 100 mujeres recibieron el fármaco durante el primer trimestre de embarazo, momento en que el feto es más vulnerable al efecto del mismo", ha puntualizado Nicolás.
Para obtener mejores datos sobre su seguridad, los autores señalan la necesidad de establecer un registro abierto de exposiciones accidentales al fármaco durante el embarazo y de hacer estudios toxicológicos en modelos animales.
"Mientras tanto, las campañas de tratamiento deben redoblar esfuerzos para evitar el tratamiento accidental de mujeres embarazadas", ha concluido Nicolás
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