La Iglesia beatifica a 522 mártires de la Guerra Civil en Tarragona
El Papa ha estado presente en la ceremonia con un videomensaje en el que ha pedido ser "cristianos con obras y no de palabras". 1.523 mártires del siglo XX han sido beatificados ya en España.
Los 522 mártires beatificados este domingo en Tarragona se suman a los 1.001 del siglo XX que hasta ahora han sido beatificados en España, según datos de la Conferencia Episcopal Española.
De los 1.523 mártires beatificados del siglo XX en España, once ya han sido canonizados.
Se trata de nueve hermanos de las Escuelas Cristianas -La Salle- (ocho mártires en Turón (Asturias), durante la Revolución de octubre de 1934, y uno en Tarragona en 1937); del sacerdote pasionista Inocencio de la Inmaculada, mártir también en Turón (todos ellos fueron canonizados en Roma, en 1990) y el sacerdote diocesano Pedro Poveda Castroverde, martirizado en Madrid en 1936 y que fue canonizado por Juan Pablo II en 2003.
Según datos de la Conferencia Episcopal Española, la edad media de los mártires beatificados este domingoes de 43,59 años y 131 de ellos tenían 30 años o menos en el momento de ser asesinados.
El más joven tenía 18 años recién cumplidos, el carmelita José Sánchez Rodríguez, y la más anciana, con 86 años, era la monja Sierva de María Sor Aurora López González.
Sor Aurora nació en San Lorenzo (Madrid), el 28 de mayo de 1850 e ingresó como postulante en las Siervas de María, en la casa de El Escorial en 1874, para perpetuar sus votos en 1879.
En año 1885 fue nombrada Superiora de Arévalo. Volvió a Madrid en 1893, luego la destinaron a El Escorial, donde desempeño el cargo de Consiliaria y residió también en las comunidades de Salamanca, Alcalá de Henares, Cabeza del Buey, Jaén, Cuidad Real y por último en Pozuelo de Alarcón.
En julio de 1936, la casa de Pozuelo de Alarcón fue tomada por milicianos y las monjas huyeron, aunque Sor Aurora fue reconocida y ejecutada en la noche del 6 al 7 de diciembre de 1936 en Aravaca (Madrid)
El beato más joven, José Sánchez Rodríguez, fue clérigo profeso de los Carmelitas de la Antigua Observancia, y había nacido el 2 de agosto 1918 en Pajares de la Lampreana (Zamora).
A las cinco de la mañana del lunes 27 de julio de 1936, varios guardias de asalto entraron en el Convento de El Carmen de Onda (Castellón), donde estaban una treintena de estudiantes carmelitas, entre ellos el hermano José, que, tras un periplo para llegar a Madrid, fue asesinado el 18 de agosto de 1936 en Carabanchel Bajo (Madrid).
El hecho de que Tarragona haya acogido este domingo la beatificación de los 522 nuevos mártires se debe a que es la archidiócesis con más causas, con un total de 147 mártires, y también a que cuenta con una gran historia de fe cristiana y martirial.
Según la historia eclesial, el obispo de Tarragona Fructuoso y sus dos diáconos Augurio y Eulogio, que fueron martirizados en el año 259 en el anfiteatro romano de la capital tarraconense, fueron probablemente los primeros mártires hispanos.
El Papa exhorta a los peregrinos de la beatificación a ser "cristianos con obras"
El Papa Francisco ha exhortado este domingo a los peregrinos que han acudido a la ceremonia de beatificación a ser "cristianos con obras y no de palabras" para no ser cristianos mediocres.
En un videomensaje de escasos tres minutos emitido al inicio de la celebración, que preside el cardenal Angelo Amato, el Papa ha retado a los presentes a tomar el ejemplo de los mártires y no ser "cristianos mediocres, cristianos barnizados de Cristianismo pero sin sustancia".
"Siempre hay que morir un poco para salir de nosotros mismos, de nuestro egoísmo", bienestar, pereza, y tristeza, ha indicado, y ha añadido la necesidad de abrirse a Dios y, especialmente, a los que más lo necesitan.
De esta forma, el Pontífice se ha unido a la celebración de Tarragona, y ha significado que los mártires son cristianos ganados por Cristo, que han comprendido bien el sentido de "amar hasta el extremo que llevó a Jesús a la Cruz".
"No existe el amor por entregas, el amor por porciones", ha subrayado Francisco, que ha insistido en que el amor total supone amar hasta el extremo.
Por eso, ha pedido a los presentes a que imploren la intercesión de los mártires para mantenerse firmes en la fe, aunque haya dificultades, para ser, así, "fermento de esperanza, de hermandad y solidaridad".
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