Hábitos sencillos ayudan a reducir la exposición a las radiaciones

Entre los síntomas derivados de la exposición a las emisiones naturales o artificiales pueden aparecer cansancio inexplicable o dolores de cabeza.

Fernando Sánchez mide las radiaciones en un hogar.
Fernando Sánchez mide las radiaciones en un hogar.
Paola García

29 de abril 2010 - 01:00

Las radiaciones pueden tener un origen natural, procedentes del subsuelo (alteraciones geofísicas, redes geomagnéticas naturales, radiactividad ambiental, gas radón), o artificial (antenas de telefonía, wifi, teléfonos inalámbricos, instalaciones eléctricas mal realizadas, suelos y techos técnicos). Según, Fernando Pérez, vicepresidente de la recientemente presentada Fundación para la Salud Geoambiental, éstas pueden tener consecuencias negativas para la salud de las personas dependiendo de la sensibilidad del individuo, la cantidad de radiación y el tiempo de exposición.

"Los síntomas derivados de la exposición a las radiaciones pueden variar desde un cansancio inexplicable, dolores de cabeza, etc. hasta manifestaciones más graves, como disfunciones en el sistema endocrino, reproductor o inmunológico, que pueden derivar en tumores", explica Fernando Pérez. Si bien, el experto defiende que "el objetivo no es alarmar a la sociedad hablando de radiaciones nocivas, si no de establecer límites de precaución para la salud. Las nuevas tecnologías son fabulosas no hay que evitar su uso, si no el exceso a su exposición".

En cuanto a las radiaciones artificiales, ya en el año 2002 la Convención de Salzburgo recomendaba limitar la radiación máxima en todas las altas frecuencias a 10 microwatios por centímetro cuadrado, y a 0,1 específicamente en las frecuencias de telefonía móvil. En 2007, el Informe Bioinitiative, tras revisar 1.500 investigaciones científicas independientes, aconsejaba reducir los niveles de exposición por debajo de esos 0,1 microwatios por centímetro cuadrado en los lugares donde la gente vive, trabaja o estudia. Sin embargo, "en España la legislación al respecto data del año 2001, y establece unos límites máximos que son 4.000 veces superiores a los recomendados por la Convención de Salzburgo", dice Fernando Pérez quien explica que el motivo de esta elevada cifra radicaría en que por entonces, hace casi una década, las únicas evidencias científicas de las consecuencias de las radiaciones eran basadas en efectos térmicos sobre los cuerpos expuestos, "ahora existen más que dan argumentos ".

Pero el uso responsable de la exposición a las radiaciones no significa demonizar las nuevas tecnologías, "en la prevención, algunos hábitos tan sencillos como utilizar los auriculares del teléfono móvil para hablar en vez de pegar el aparato a la oreja, reduce en un 90% la exposición del individuo a la radiación".

Del mismo modo, Fernando Pérez recomienda estudiar bien dónde se sitúan los lugares de alta permanencia, como cama y puesto de trabajo, para garantizar que no están expuestos a alteraciones electromagnéticas procedentes de accidentes geofísicos del subsuelo o de redes geomagnéticas naturales; retirar todos los dispositivos electrónicos de la cabecera de la cama, apagar el router wifi si no se está usando, no colocar una cama junto a un tabique en el que al otro lado estén conectados electrodomésticos, o utilizar el manos libres en el móvil, entre otras medidas de auto protección.

Con el ánimo de profundizar en las investigaciones sobre los efectos que tienen en la salud las radiaciones naturales y artificiales, nace la Fundación para la Salud Geoambiental, que también dedicará gran parte de su actividad a concienciar a la sociedad sobre estas cuestiones y a formar a los futuros profesionales de la salud geoambiental. "No se trata de ser alarmistas ni de dar la espalda al progreso, sino de conocer todos los riesgos y saber manejarlos", aseguró en la presentación de la fundación el pasado 23 de abril en Madrid, su presidente, Ezequiel Cabado.

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