La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La lección de Manu Sánchez
España, y el resto de Europa, volverá a cambiar el reloj oficialmente en la madrugada del 27 de marzo entrando en el horario de verano y seguirá haciéndolo al menos durante los próximos cinco años, según el calendario publicado en el BOE.
El Ministerio ha fijado el inicio y el final del horario de verano desde 2022 hasta 2026, ya que no hay avances en las negociaciones para fijar una hora definitiva y eliminar así el cambio estacional, que este año se producirá a finales de marzo en su horario de verano, y a finales de octubre para el de invierno.
El debate sobre esta medida es internacional y, así, en EEUU el Senado ya ha aprobado suprimir estos cambios y mantener definitivamente el horario de verano, según su comunicado oficial, "para tener tardes más luminosas".
Si la medida es ahora ratificada por la Cámara de Representantes y aprobada después por el presidente norteamericano, entrará en vigor en noviembre de 2023.
Sin embargo en la Unión Europea la falta de consenso entre los Estados no ha permitido tomar una decisión, a pesar de que Bruselas cuestiona su utilidad y plantea su eliminación desde hace ya varios años.
En 2018, más del 80 % de los 4,6 millones de europeos que participaron en la consulta pública promovida al respecto se mostró a favor de acabar con las alteraciones anuales del reloj y la Comisión Europea propuso en consecuencia finalizar esta práctica en 2019.
El intenso debate generado desde entonces llevó a la propia Comisión a desdecirse de su propuesta y concluir que no debía aplicarse "ningún cambio precipitado en los husos horarios", sin que todos los ciudadanos europeos conozcan "los riesgos y oportunidades que comporta".
El cambio de hora estacional se ideó originariamente con el objetivo del ahorro energético pero la realidad actual es "muy distinta a la de aquel momento", han argumentado fuentes del Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía (IDAE).
Las nuevas exigencias de eficiencia energética en iluminación y climatización, la progresiva introducción del autoconsumo y la extensión del teletrabajo ha cambiado de manera sensible las rutinas de los ciudadanos que "no coinciden en el espacio tiempo como antes" por lo que "no existen informes actualizados que permitan demostrar que el cambio horario implique hoy día un ahorro".
El último documento de este tipo fue elaborado por la Comisión de Industria, Investigación y Energía del Parlamento Europeo en 2018, y en España, en 2015, y "no prueban la relación directa entre cambio de hora y ahorro energético".
En el mismo sentido opina José Luis Casero, presidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles (ARHOE), que ha insistido en que el cambio horario "no aporta ninguna ventaja competitiva sobre la economía" y además "tiene mucho más impacto sobre la salud del que pensamos", hasta el punto de ocasionar "alteraciones físicas, sobre todo en población vulnerable como niños y mayores".
Incluso en el caso de que se produzca un ahorro de iluminación, sería "marginal, mínimo e irrelevante" y además podría provocar el incremento de "otro tipo de consumo como, por ejemplo, el de la calefacción".
Por ello, Casero aboga por el establecimiento permanente del horario UTC+1 o "el mal llamado horario de invierno, que es el más favorable y equilibrado para España."
En cualquier caso, ha señalado la importancia de "explicar a la ciudadanía que la eliminación del cambio horario tiene que llevarse a cabo, porque existe una base científica y médica" que corrobora los beneficios de esta supresión.
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