Estilos, creencias, comidas y dietas para todos los gustos
La alimentación vegetariana, la dieta macrobiótica o el estilo mediterráneo reflejan distintas perspectivas sobre el compromiso con el autocuidado y la salud · Respetar la cantidad de nutrientes necesarios para mantenerse sano es la clave
El organismo es un espejo que refleja la dieta que se toma, y no únicamente en su estética, si no en su salud. Cada vez más estudios científicos avalan el principio naturista de somos lo que comemos y así en función de los carbohidratos, grasas, proteínas y demás nutrientes ingeridos se puede ayudar a controlar y mejorar la sintomatología y el pronóstico en numerosas enfermedades crónicas (cardiopatía isquémica, hipertensión arterial, obesidad, diabetes, osteoporosis), y estados mentales (insomnio, concentración, ánimo). Si somos lo que comemos, las dietas pueden ser tan variadas como las personas que las eligen, y en muchos casos, además de reflejar una apuesta por el bienestar físico, la alimentación supone el compromiso con un sistema de creencias. Según Susana del Pozo, directora de análisis de la Fundación Española de Nutrición (FEN), "no hay dietas buenas o malas, siempre que respeten la cantidad de nutrientes necesarios para estar sanos pueden ajustarse a los gustos personales".
Patricia Restrepo es consultora de dieta macrobiótica, una alimentación heredada de Japón que divide los alimentos en yang (si su energía es caliente, tonificante y contractiva como los cereales, legumbres, pescado, carne, sal, verduras de raíz) o ying (cuando su energía es fría, dispersante y debilitante como el azúcar, miel, lácteos, frutas , verduras, alcohol). Según Patricia, quien además tiene un restaurante especializado en esta nutrición, "los beneficios de la macrobiótica es que no es una dieta tipo, si no que considera todos los factores constituyentes del individuo, como la genética, y todos los factores en cambio, como el lugar de residencia o el trabajo, para adaptarse a las necesidades personales en una estimulación dinámica con el medio ambiente". Ella lleva practicando dos décadas esta alimentación y proyecta una elevada vitalidad a su cincuentena. Antes de la macrobiótica, Patricia había probado la dieta crudívora (frutas y verduras sin cocinar) durante cuatro años, pero según ella explica "no me funcionó, solía pasar mucho frío, mermada mi capacidad de concentración y tenía ganas de ir al baño continuamente". Según la doctora Susana del Pozo, entre los riesgos de la dieta crudívora está que puede ser menos digerible, "hay ciertas proteínas que si no se cocinan pueden provocar infecciones".
Ana Moreno es nutricionista, naturópata, y amante de los animales, ha escrito media docena de libros sobre alimentación vegetariana que en la actualidad se encuentran en el mercado y en junio presentará el programa de televisión 100% vegetal. "En la dieta es más importante lo que se excluye, las grasas trans o el exceso de proteínas, que lo que se incluye", manifiesta Ana. En este sentido, entre los beneficios de la dieta vegetariana se encuentran "la concentración y la lucidez mental". Ella defiende que uno de los muchos mitos asociados a la alimentación vegetariana es "que no aporta los nutrientes necesarios, cuando documentándose sobre las propiedades de los alimentos y comiendo de forma variada el vegetariano puede llevar una dieta excelente".
Según la directora de análisis de la FEN una mala nutrición puede darse por carencias o por excesos. "El año pasado me obsesioné un poco con el gimnasio y seguí una dieta adaptada a mis ejercicios de musculación que me provocó un ascenso de los niveles de transaminasas en sangre bastante peligroso", cuenta Andrés Núñez. La dieta constaba de dos partes, de diciembre a mayo (etapa de hinchado) la ingesta de hidratos de carbono suponía el 60% del total de calorías consumidas para así coger peso ; y de mayo a julio (etapa de definición) se ingiere una cantidad de proteínas que suponen el 50% del total (lo saludable no asciende del 30%); en ambas etapas los lípidos no superan el 15%. Debido a que Andrés durante dos semanas planificó una dieta de definición con un 70% de proteínas sobre el total de los nutrientes empezó a sentirse cansado (astenia) y el color de su piel palideció. "Como soy enfermero asocié los síntomas al mal funcionamiento del hígado y me hice unos análisis, éstos confirmaron que tenía las transaminasas en 200 unidades por mililitro de sangre (lo normal son 40 unidades). Mi médico me prescribió una dieta de depuración a base de frutas y verduras ". Ahora Andrés va al gimnasio secundando los principios de la pirámide nutricional en la que, según el grupo de expertos de la FAO OMS (Helsinki 1988), las proteínas deben suponer un 15% del aporte calórico total, los glúcidos al menos un 55% y los lípidos no sobrepasarán el 30 %.
Estos valores energéticos sigue Emilio Benítez en su elección por una dieta mediterránea. Él es empresario y en su tiempo libre practica una media de dos a cuatro horas de ciclismo. "Me educaron en los beneficios de llevar una dieta saludable, y en la actualidad como sano evitando la bollería industrial y las comidas prefabricadas. La alimentación influye en la calidad del riego sanguíneo, la digestión, en la capacidad energética, o en la piel, entre otros", expone Emilio. Pasta, legumbres, cereales, varias piezas de fruta al día, ensaladas, carne o pescado a la plancha, frutos secos y barritas energéticas entre comidas y mientras hace deporte son los alimentos que junto a una correcta hidratación diaria le permiten a este joven sevillano cuidar de su cuerpo y su mente.
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