España busca cazadores de CO2
Las energías renovables, las centrales nucleares o los sumideros naturales son algunas de las muchas propuestas para reducir las emisiones contaminantes y cumplir las exigencias del Protocolo de Kioto
"20 años no es nada", dice un famoso bolero, pero a veces el paso del tiempo sí que importa. Éste es el período transcurrido desde que en 1988 se celebrara en Toronto la primera Conferencia sobre Cambios en la Atmósfera, y donde los países industrializados se comprometieron a reducir las emisiones de CO2. Ahora estamos ante una alerta que no permite más demora y que ya estamos notando con el cambio climático, pero, ¿cuál es la solución?
Hay muchas promesas gubernamentales para resolver este asunto: Japón quiere reducir al 50% sus emisiones para el 2050, la Unión Europea (UE) al 20% para el 2020, incluso, Noruega apuesta por disminuirlas a cero para el 2030.
No obstante, estas iniciativas aún no se llevan a la práctica, eso explica que entre los años 1990 y 2003 las emisiones en España se incrementaran en un 41,7%, tal como dice el secretario confederal de Medio Ambiente de Comisiones Obreras, Joaquín Nieto. Es más, en el programa electoral de 2008 del partido de Los Verdes advierten que "España es el primer país de la UE en el ranking de contaminación atmosférica, con 35 puntos por encima de los compromisos de Kioto". Asimismo, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático denuncia que las emisiones continúan creciendo y de forma acelerada un 3% entre 2000 y 2004, más de lo que esperaba la ONU.
Ante esta coyuntura España busca cazadores de CO2 , es decir, nuevos sistemas para disminuir las emisiones contaminantes. Existen múltiples propuestas para hacer frente a este problema, una de ellas, y la que despierta mejor acogida entre los ciudadanos, es la reducción de las emisiones de CO2 mediante la utilización de energías limpias.
Atendiendo a los datos ofrecidos por Red Eléctrica de España, la producción de energía eléctrica de procedencia renovable a nivel peninsular, fue en el año 2006 del 21,2%, cifra que, aseguran, va aumentando poco a poco anualmente. Sobre todo en España, la energía eólica y solar aparecen como las dos grandes apuestas para adecuarnos a las exigencias del Protocolo de Kioto.
Sin embargo, estas afirmaciones contrastan con los últimos informes de Endesa, que ponen de manifiesto las limitaciones actuales de las energías no contaminantes. La eléctrica española sostiene que estas fuentes alternativas dependen mucho de las condiciones climatológicas -las hidráulicas están sujetas a la disponibilidad de agua y las solares de las horas de insolación- asimismo, muestra que los costes son aún sensiblemente superiores a las energías convencionales, algo que el consumidor acaba notando en sus facturas de la luz.
Por todo ello, se plantean otros planes de acción, como las centrales nucleares. Este punto provoca bastante controversia, según las encuestas elaboradas por la Comisión Europea, España es uno de los países de la UE que presenta un mayor rechazo al uso de la energía nuclear. Esto se debe a la dificultad para gestionar los peligrosos residuos, y sobre todo, al gran impacto que causó entre la ciudadanía el lamentable desastre de la central ucraniana de Chernóbil.
A pesar de ello, países como Estados Unidos, China y Finlandia están apostando de nuevo por esta energía para reducir la contaminación atmosférica.
José Luis Delgado, coordinador de proyectos para Andalucía de Endesa Generación, también señala esta posibilidad, teniendo en cuenta los buenos resultados que está obteniendo Francia donde "el 78% de la energía eléctrica es de origen nuclear". Asegura que el país galo ha reducido la dependencia energética del exterior, hay menos aporte del sector eléctrico al efecto invernadero y cuenta con uno de los precios de la electricidad más competitivos de Europa.
De este modo, Delgado comenta que "hasta que las energías renovables no sean más competitivas y gestionables, no queda más remedio que incrementar la participación de energía de procedencia nuclear".
No obstante, hay muchas reticencias ante esta alternativa, por eso se estudian otras vías como la captura y almacenamiento del dióxido de carbono bajo el lecho marino. El proceso consiste en licuar dicho gas, capturándolo antes de que salga expulsado, y comprimiéndolo hasta que se convierta en líquido. Después, se utiliza un oleoducto para su transporte y posterior almacenamiento en cavidades subterráneas resultantes de yacimientos de gas o petróleo agotados.
Además, los informes del Ministerio de Energía británico indican que supone un ahorro de la emisión a la atmósfera de medio millón de toneladas de CO2 al año. Sin embargo, José Carlos Puentes, responsable del área de energía y cambio climático de Amigos de la Tierra, advierte que si hubiera un deslizamiento de las placas continentales, el CO2 almacenado podría liberarse y ese escape sería letal. "Es una tecnología inmadura, arriesgada y cara", recalca Puentes.
Continuando con esa idea, otra iniciativa a destacar es la propuesta por Manuel Enrique Figueroa, catedrático de Biología de la Universidad de Sevilla, él propone extraer el dióxido de carbono de la atmósfera mediante sumideros naturales, es decir, a través de la reforestación de árboles. En su obra, Los sumideros naturales de CO2, demuestra cómo "una melia contrarresta diariamente el dióxido de carbono emitido por 1093 coches y un naranjo 792". Su investigación confirma que los árboles son los mejores cazadores de CO2. Además, esta opción tiene la ventaja de ser mucho más baratas y cuenta con el respaldo de los ecologistas.
En definitiva, reducir el dióxido de carbono es un reto posible, las soluciones ya están planteadas, sólo requieren de una colaboración que afecte a todos los niveles: social, económico, político... De hecho, los expertos señalan que la lucha ciudadana es la pieza clave para mejorar la situación medioambiental, ya que la presión de la sociedad civil puede activar políticas más eficaces.
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