"Bergoglio era un papable de los de verdad"
Amigo augura un Papa muy viajero, destaca el fracaso de las quinielas y describe al Pontífice argentino como un hombre sencillo que habla de fútbol en los almuerzos
La cena de fin del cónclave de 2005 en la Casa de Santa Marta es recordada por su austeridad. La de 2013 ha resultado algo más alegre, con un carácter más festivo si cabe. Se ha notado a la hora del postre, nada frugal: pudding de helado y frutas. A las once de la noche estaban ya todos los cardenales en sus habitaciones, incluido el nuevo Papa. Un horario muy tardío para cerrar los ojos en Italia, más aún para eclesiásticos. Alguno llegó a comentar que ya no merecía la pena ni acostarse. La mañana del día posterior empezó muy pronto. El cardenal arzobispo emérito de Sevilla llegó al comedor a las siete y media. Vio al Papa hablando entre cardenales y se acercó a saludarle. Antes de que pudiera hablar, Jorge Mario Bergoglio se adelantó sonriente y relajado.
-¿Qué tal, Carlos? ¿Cómo has dormido? Dime, ¿cómo te encuentras?
Y el cardenal de Sevilla respondió con alegría. Ha sido el segundo cónclave de monseñor Amigo. Todo se ha consumado. Es todavía temprano en la Plaza de San Pedro. Es el momento para destensionar el cuerpo y la mente. No llueve. Por fin se ha marchado esa llovizna pejiguera, contribuyendo el cielo azul romano a un clima de mucho más sosiego.
-Estoy muy feliz, muy contento, muy agradecido a Dios y a tantas personas como nos han apoyado con su oración y con su afecto. Hoy tengo una sensación de libertad, después de haber estado con una tensión lógica, aunque haya sido siempre con mucha paz. Tengo la satisfacción del deber cumplido.
La Casa de Santa Marta, donde los 115 cardenales han estado dos días encerrados, ha tenido el ambiente propio de un retiro espiritual. Los cardenales han intercambiado sus opiniones, que para eso están encerrados y desconectados del exterior. El resultado, toda una sorpresa. Bergoglio no fue citado por ni un solo analista.
-El ambiente ha sido igual que en 2005, un ambiente muy religioso, de mucha oración, ayudándonos unos a otros a elegir a aquel que puede ser el mejor. Un ambiente muy grato. Ustedes los periodistas hicieron muchas quinielas. ¡Muuuuchas quinielas! Los que estábamos en el tema decíamos... bueno. El Espíritu Santo tiene una lista mucho más amplia. ¡No nos ha sorprendido nada la elección!
Monseñor Amigo mira hacia la cola de periodistas españoles que le aguardan, a la responsable de comunicación de la Conferencia Episcopal Española que tiene que pasarle por escrito una tribuna de opinión, al hermano Pablo que también le espera para continuar con la agenda del día... ¿Han sido estos vaticanistas los mismos que hicieron las encuestas electorales a Javier Arenas en Andalucía?
-(Grandes risas) ¡Pues puede ser! ¡Puede ser! Si es que hacen encuestas con unos criterios... Pero, por favor, piensen que el cónclave está formado por personas de todo el mundo. Desde un cardenal de Corea o de Vietnam, hasta uno de México o del Sur de África.
Bergoglio tiene 76 años, estaba ya al borde de la emeritud oficial como arzobispo de Buenos Aires, una diócesis con tres millones de habitantes. Nadie apostaba por un cardenal próximo a los 80 años. El resultado también avala a monseñor Amigo en su tesis sobre la poca credibilidad de las quinielas. Mira al obelisco de la Plaza de San Pedro. Y habla entonces el cardenal que cumplirá el próximo agosto los 79.
-También se esperaba un Papa con menor edad la otra vez y fíjese que Papa más admirable ha sido Benedicto XVI, no digamos ya de León XIII o de Juan XXIII mismo. Claro, cuando uno tiene cierta edad, lo de defender a los viejos se toma como algo corporativista.
-Monseñor, deduzco entonces que usted lo ha votado.
-No, no, no... Simplemente es que debe quedar claro que se miran todas las cosas. Un dato es la edad, sí; pero se miran muchas cosas. A Bergoglio lo conozco mucho, muchísimo, Tanto en la comisión de América Latina como en muchos encuentros de todo tipo en los que hemos convivido. Días antes del cónclave estuvimos un grupo de amigos, de obispos, entre los que estaba el cardenal Bergoglio, hablando de España, de fútbol. Me comentó que no íbamos a poder ver el partido del Barcelona... Comentamos las cosas normales de un almuerzo entre amigos.
Cada vez se acercan más curiosos a ver a un cardenal elector, que por su corpulencia difícilmente pasa desapercibido. Llega la hora de trazar el futuro. Qué tipo de Papa será este hijo de emigrantes italianos. Cuáles serán sus fuertes, en qué asuntos volcará sus acciones de gobierno, qué modelo de curia pondrá en práctica, hastá qué punto tendrá un espíritu renovador y cómo afrontará los graves escándalos internos.
-Tengo la seguridad de que él no va a cambiar, va a ser una persona muy consciente de su responsabilidad, muy firme en sus decisiones, como ha demostrado en Argentina, apostando por los pobres por encima de todo, defendiendo sus derechos. No esperemos de él ni grandes proclamaciones ni muchos gritos. Será forzosamente viajero, porque se quiere ver al Papa de cerca. Y hoy en días las comunicaciones son mucho más fáciles. Está muy acostumbrado a los viajes, viviendo en Argentina y teniendo que venir tantas veces a Roma.
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