Dimensionando la crisis económica
Análisis económico
Estamos ante la mayor contracción económica desde la II Guerra Mundial
Si bien la atención de los ciudadanos está centrada en la crisis sanitaria provocada por el coronavirus, prever su impacto económico va cobrando relevancia, pues cada vez es más compartido que nos encontramos ante la mayor contracción económica desde la segunda guerra mundial.
En los primeros estadios de la crisis la preocupación económica se centró en el shock de oferta provocado por la interrupción de las cadenas de producción afectadas por el bloqueo de múltiples suministros provenientes de China y otros países, aunque pronto aparecieron restricciones por el lado de la demanda, como la suspensión del Mobile World Congress de Barcelona el 12 de febrero, a la que siguieron las de otros eventos deportivos, empresariales y de entretenimiento. No obstante, fue la declaración del estado de alerta en España el 13 de marzo, con la consiguiente suspensión de actividades productivas y el confinamiento de la población, lo que determinaría una contracción económica, que se ha intensificado con la paralización de las actividades productivas no esenciales desde el 30 de marzo.
Aunque todavía no hay perspectiva suficiente para prever el impacto económico de la crisis sanitaria y de las medidas restrictivas adoptadas por los gobiernos, en los últimos días se están conociendo algunas estimaciones parciales que inducen a pronosticar que provocará una recesión global de mayor entidad que la crisis financiera de 2018. Los datos de la drástica reducción del comercio internacional, aumento del paro, cierre de empresas y caída de las ventas en algunos sectores así lo confirman. Para el España el BBVA Research estima una disminución de la actividad en las dos últimas semanas de marzo en torno al 30%, mientras que la OCDE estima que en la Unión Europea se podrían perder dos puntos del PIB por cada mes de confinamiento, aunque dada la especialización de España en el sector turístico, la reducción de la producción podría ser mayor.
Para Andalucía, la Consejería de Economía, Conocimiento, Empresas y Universidad estimaba que el PIB regional podría caer un -2,7% con un cierre parcial de dos meses, que se elevaría al -6,1% en el año si el cierre de dos meses se extiende a todas las actividades esenciales. Los datos recientes del mercado de trabajo en Andalucía dan idea de la entidad del impacto: un aumento de 138.569 parados en el mes de marzo (17,1%) y una reducción de 209.818 afiliados, a lo que hay que sumar 427.000 personas acogidas a expedientes de regulación temporal de empleo.
Estas estimaciones e indicadores se habrán elevado en las dos últimas semanas en las que se han intensificado las medidas de restrictivas de la producción. Para aproximarnos a una cuantificación del impacto de estas dos últimas semanas hemos estimado la reducción de la actividad por ramas de producción. Algunas actividades, como la hostelería, comercio no alimentario, construcción, actividades de entretenimiento y la mayor parte de la industria manufacturera se encuentran prácticamente paradas, mientras que la sanidad, la industria farmacéutica y las telecomunicaciones han aumentado su actividad. Otras, como el transporte de viajeros y buena parte de los servicios personales están sufriendo una reducción considerable, y otras ramas siguen produciendo, pero con actividad algo menor, como el sector agrario, los suministros básicos, los servicios sociales o las actividades empresariales susceptibles de mantenimiento por teletrabajo.
Teniendo en cuenta los desiguales impactos de la crisis y las aportaciones de las actividades productivas a la economía andaluza según el Marco Input-Output, puede estimarse que la producción regional ha sufrido una reducción superior al 40% en las dos últimas semanas. Desde la perspectiva de la demanda la reducción del PIB habrá sido significativamente menor, pues a pesar de la reducción de la inversión, de las exportaciones y del consumo de los no residentes, el consumo público se ha mantenido y el consumo privado habrá disminuido en menor proporción que la producción.
Ahora bien, esta fuerte contracción se acota a las dos últimas semanas y, previsiblemente, a partir de mañana se reanudará el trabajo en algunas actividades no esenciales que estaban paralizadas. ¿Cómo será la evolución futura?, ¿para cuándo la recuperación?, ¿cuál será el impacto de la crisis en el conjunto del año? Nada se puede asegurar sobre el futuro económico, solo que vendrá determinado por la evolución de la epidemia, pero teniendo en cuenta su evolución reciente, se puede descartar una recuperación rápida (en forma de V), pues la conversión de la epidemia en pandemia universal, la expansión de la infección en España y la ausencia de vacunas, hacen prever que los riesgos sanitarios permanezcan durante algunas semanas y, con ellos, las restricciones a la movilidad y a la actividad productiva. En los próximos meses, si se siguen reduciendo las infecciones y los fallecimientos, y si las autoridades sanitarias identifican y controlan la dinámica de contagios, las restricciones a la movilidad y la actividad se irían reduciendo paulatinamente y podría producirse una recuperación.
Pero la recuperación no será inmediata ni total, pues, si bien la capacidad productiva no ha sufrido por ahora grandes mermas, algunas empresas cerrarán y aumentará el desempleo. No obstante, las mayores limitaciones para una recuperación inmediata vendrán por el lado de la demanda, tanto por la reducción de la demanda externa (exportaciones y turismo), como de la demanda interna (consumo e inversión). Entre estos factores de demanda es el consumo privado el de mayor peso, y se verá afectado por el aumento del paro, la disminución de los salarios y de los beneficios empresariales, y la retracción por precaución y por miedo al contagio.
Por tanto, la previsible evolución de la pandemia será en forma de U asimétrica: caída inicial pronunciada durante un mes, valle de tres o cuatro semanas y recuperación gradual hasta el primer trimestre de 2021, cuando se podría alcanzar un nivel de producción semejante al primer trimestre de 2020. Este proceso podría provocar una contracción del PIB en 2020 superior al 15%.
A pesar de la entidad de la contracción, este pronóstico es el escenario más optimista, y vendría condicionado por que no se produzca un rebrote de los contagios, se apliquen medidas contundentes que impidan el cierre de empresas viables y se mantenga la capacidad de demanda de los sectores más vulnerable.
Por tanto, un duro pronóstico al que tenemos que enfrentarnos en los próximos meses. Un reto con dificultades adicionales, como las restricciones financieras del país, la desconfianza en las capacidades del gobierno y las tensiones políticas y territoriales, pero con las ventajas de vivir en un país con un nivel de cobertura de las necesidades básicas elevado, con un tejido empresarial y capacidades productivas que básicamente se pueden mantener a pesar de la crisis, y con la positiva experiencia colectiva que nos está proporcionando la crisis: la conciencia de la interdependencia social y de que nos enfrentamos a un enemigo común.
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