La virtud de hacer fácil lo que es fácil (3-0)

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El Sevilla supera un arranque con dudas y barre al Maribor tras una excepcional jugada individual de Correa.

Ben Yedder se convirtió en el protagonista principal al firmar los tres goles de una cómoda noche.

Ben Yedder celebra uno de sus tantos.
Ben Yedder celebra uno de sus tantos. / Juan Carlos Muñoz
Francisco José Ortega

26 de septiembre 2017 - 22:54

sevilla/Trámite resuelto para un Sevilla muy superior a este Maribor. Los blancos dieron un importante paso en el Grupo E gracias a un fútbol que les permitió no complicarse lo que era una noche cómoda y hasta divirtieron al final a los suyos con los tres goles firmados por un mismo protagonista, el menudo Ben Yedder. Pero sí hubo cosas agradables, sobre todo comprobar que el centro del campo titular empieza a estar definido con N'Zonzi, Banega y Franco Vázquez.

El partido, sin embargo, era más complicado en las gradas que en el propio césped. Las circunstancias, las exigencias desaforadas, la primera derrota liguera contra el Atlético, el cartelito de un fútbol que no llega a cautivar a los suyos... Demasiados componentes como para que la cosa no pudiera torcerse a la menor contrariedad. Eso sí, el potencial del Maribor, por mucho que sea el campeón de la liga eslovena y que merezca el mayor de los respetos por ello, actuaba como contrapunto a favor de los sevillistas. Pese a la intención de los visitantes de tocar y tocar, algo que hicieron con calidad incluso en algunas fases del primer periodo, sí era evidente que las lagunas en su defensa acabarían por condenarlo a la derrota.

Berizzo, que siguió el fútbol desde la grada con su ayudante Marcucci a pie de césped, tomó para arrancar el juego una sabia medida. Volvían a rotar la mayoría de los futbolistas, hasta siete, pero se mantenía entero el centro del campo que arrancó también en el Wanda Metropolitano. Es decir, el técnico argentino apostaba por los tres mejores futbolistas que tiene en el eje, a saber, N'Zonzi como pivote defensivo; Banega, en la creación a la hora de trasladar el balón; y Franco Vázquez, como enlace con los tres delanteros. La pelota, como ya sucediera en el madrileño distrito de San Blas, tenía que ser posesión de los nervionenses y así fue, pese a que el Maribor también apuesta por sacarla jugada desde su guardameta.

El problema, en el 1-4-3-3 de Berizzo, volvía a residir en las posiciones excesivamente estáticas de sus delanteros. Ni siquiera el hecho de retornar Nolito hacía que se metieran los extremos hacia dentro. Y fue así hasta que Correa entendió que debía meterse por zonas interiores para asociarse con Ben Yedder y Mudo Vázquez y provocar la inferioridad del rival, algo que tampoco estaban logrando las incorporaciones de los laterales Corchia y Escudero, más escasas de lo previsible por cierto.

Y en este Sevilla de gasoil, en el que el motor va alcanzando el máximo de sus prestaciones poco a poco, hacía falta la irrupción individual de un futbolista para poner todo el camino cuesta abajo. Ya habían avisado Nolito, Mudo Vázquez y Ben Yedder, en un cabezazo que desvió Handanovic con problemas, pero, dentro de esa elogiable paciencia con la que se manejaban los hombres de Berizzo, faltaba ese punto de inspiración para que todo se decantara. Y llegó, vaya si llegó, antes de la media hora de juego. N'Zonzi robó una pelota en un saque de banda del Maribor, Vázquez se la dejó a Correa y éste inició un eslalon propio del esquí alpino, precisamente uno de los deportes nacionales en Eslovenia. Al argentino no le hizo falta siquiera regatear a ningún adversario, pero fue dejando obstáculos atrás sorteándolos con mucha calidad. Hasta que tocó la pelota lo justo dentro del área para evitar la tosca entrada de Billong. El resto fue un pase preciso hacia Ben Yedder para que éste lo empujara dentro.

El Sevilla, por fin, había conseguido ponerse por delante y de esta manera espantaba cualquier fantasma que pudiera asustar a los suyos. Desde entonces el control ya sería absoluto para los hombres dirigidos por Berizzo, o por Marcucci, que lo mismo da que da lo mismo. Los blanquirrojos pasaron a dominar de manera absoluta, pues Banega ya veía los desmarques de los suyos en zonas más cercanas a Handanovic y Franco Vázquez comenzó a destilar esas esencias de calidad tan propias de él, con pases profundos y precisos muy cerca del área rival.

El marcador debió quedar sentenciado en un penalti clarísimo a Corchia, pero el árbitro dudó y en lugar de tirar por la vía habitual en las competiciones europeas, es decir, ir a favor de la corriente local, se decantó por un saque de esquina bastante inexplicable por la claridad del derribo del defensa esloveno. Pero el acelerador estaba ya definitivamente pisado a fondo y, después de sendos intentos de Mudo Vázquez y Nolito, llegaría la acción del tanto definitivo.

Un toquecito picado del propio Mudo Vázquez para controlar la pelota con calidad suprema, pase profundo a Ben Yedder, justo lo que hay que hacer siempre en esas zonas cercanas al área del adversario. El francés también efectuó un control soberbio y definió con la izquierda. El partido estaba ya completamente cerrado con ese dos a cero y sólo restaba la diversión que pudieran proporcionarles los sevillistas en la tarde-noche de Champions a sus más fieles.

La segunda mitad transcurrió sin sobresaltos y el sevillismo supo disfrutar de semejante tranquilidad después de haber arrancado con más tensión de lo aconsejable. Incluso esa euforia se trasladaría a un espectador muy especial, hacia un Biri Biri que saludaba a los suyos con agradecimiento. Y hasta Ben Yedder logró su particular hat-trick para llevarse el balón firmado. Feliz noche de Champions, sí de Champions. Sin duda.

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