Sueños esféricos
Juan Antonio Solís
Nadie en el mundo más afortunado que Víctor Orta
Se marchó al descanso ganando, pero jugó con fuego hasta sabiendo que se quemaba. Sin proponer nada, con un fútbol inexistente y una pasividad alarmante, cayó el Sevilla ante un rival directo como el Celta de Vigo... en su casa. Aquel estadio que debería ser infranqueable lo dominó como quiso el conjunto gallego.
Fallos arriba -bastantes-, cero protagonismo de un centro del campo que, por mantener el mismo dibujo, sufrió muchísimo y lo más preocupante: un enganchón entre En-Nesyri y su propio entrenador en el banquillo. Un desplante del marroquí que le podrá salir caro. En definitiva, un despropósito justificado a base de deméritos del Sevilla.
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