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Otra vez las orejas del lobo

Getafe-Sevilla

Los últimos tropiezos ante el colista y un rival directo como el Celta obligan a los de Quique a tener que jugar con la necesidad frente a un hueso duro

Getafe-Sevilla: horario y dónde ver el partido por televisión

Jesús Navas, Óliver Torres y Sergio Ramos, con Ocampos al fondo. / José Ángel García

No logra el sevillismo, o no le deja su equipo del alma, encontrar la tranquilidad necesaria para afrontar sin tener el corazón encogido este tramo final y decisivo de la Liga. En lo que parecía que iba a ser una última fase más en llano y con algunos ya pensando en renovaciones y nuevos giros con cambios de perfiles en el banquillo, llegó la realidad y puso a todo el mundo firme con dos nuevos tortazos en forma de resultados, sobre todo el del día del Celta ante un rival directo y en el mismísimo Sánchez-Pizjuán, que agravaba lo que con un triunfo hubiera sido un tropiezo más light el firmado en casa del colista. En Almería dieron otra imagen lamentable los de Quique Sánchez Flores y por todo ello las prisas vuelven a acompañar a la expedición que viaja a Madrid este Viernes Santo.

Y espera un escenario históricamente hostil para los blancos. El estadio ahora llamado Coliseum a secas es una plaza habitualmente desagradable para el Sevilla y para el sevillismo. Aunque logró tres triunfos seguidos en terreno del Getafe entre las campañas 2018-19 y la 2021-22, las tres primeras de Julen Lopetegui, en toda la historia sólo dos veces más ha ganado el Sevilla al sur de Madrid de un total de 18 comparecencias, con 9 derrotas, algunas de ellas dolorosas, como un 5-1 en contra con Míchel en el banquillo o un 4-3 con Antonio Álvarez, y un gol de penalti de Parejo en el descuento. No obstante, en este año en la Copa llegaron otras sensaciones, con la primera gran aparición de Isaac y también del Sevilla de Quique.

La Previa

El Sevilla le ve otra vez las orejas al lobo. El Cádiz, el principal enemigo de los nervionenses en la pelea por la permanencia, aprovechó la excelente oportunidad que tenía ante el Granada en el Nuevo Mirandilla para agarrarse a la esperanza y apretar las diferencias en la clasificación. El triunfo de los amarillos pone el abismo a sólo tres puntos para los de Quique y eso ya sería invocar a la nerviosera desde dentro y desde fuera.

Porque este equipo de gestión se ha demostrado que no maneja bien las situaciones de conflicto y sólo cabe ampararse en la eficiencia de los profesionales y su capacidad para abstraerse. A lo de fuera y a lo de dentro, porque a menudo decisiones y dudas que afloran en el propio seno de la entidad hacen más daño que lo que viene de la afición y el entorno. Lo que es menester es que no se cansen y tiren la toalla por comentarios e informaciones que les lleguen. Al final los únicos perjudicados serían el propio Sevilla y la afición.

Quique, gracias a Dios, de momento no ha dado señales de desidia o enfrentamiento directo con los que mandan, aunque se intuyen pullitas. Está enfrascado en tratar de sacar al equipo de la situación en la que se ha vuelto a meter teniendo que convivir con esto y con otros conflictos como el que protagonizó En-Nesyri.

Será una cuestión menor que los protagonistas tendrán ya olvidada, pues lo que se trata es de no desperdiciar fuerzas para lograr un resultado positivo ante los de José Bordalás. Nombrar al entrenador de los azulones es garantizar un choque con mucha primacía del duelo individual, de ese fútbol al que al Sevilla siempre le costó adaptarse. Pero ojo también porque el cuadro madrileño llega con el golpe moral de haber hecho hincar la rodilla al Girona, equipo revelación de esta Liga y sorprendente líder durante muchas jornadas. Y además con jugadores, aparte de ideales para ese fútbol de contacto –que le pregunten a Ocampos cómo se las gasta Djené, por ejemplo–, talentos con gran calidad como Greenwood, que se desenvolverá además en esa banda en la que Quique ordena arriesgadas posiciones híbridas en las que el extremo se convierte en un lateral puro en una defensa de cinco y a veces puede dejar el pasillo libre y el marrón a Kike Salas.

La situación no es para jugar con fuego. Algunos defienden –no sin razón– que el Sevilla depende de cómo se comporte Isaac en un área y Nyland en la otra y el sevillismo espera que el lebrijano recupere el olfato donde mismo afloró.

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