Una "unión" con prisas
El Sevilla quiere dar por zanjado el intercambio de reproches con el entrenador por el mercado y centrarse en el objetivo; El compromiso del vestuario ha sido hasta ahora el activo más fiable
Badé: "Entiendo que el Sevilla quiera dinero, pero elijo yo"

El Sevilla se ha asustado con el enfriamiento repentino de las relaciones que el cierre del mercado ha traído, aparentemente, entre el entrenador y el club, llámese consejeros delegados y dirección deportiva. Al menos, ha causado reparo la imagen que ello, los dimes y diretes antes y después del 1-4 ante el Barcelona, ha podido reflejar de cara al exterior, pues todos los medios se han hecho eco de lo que era un tirón de orejas evidente por parte y parte, aunque García Pimienta tardó poco en echarse atrás y suavizar su discurso del viernes a cuenta de los fichajes que no han llegado y lo que en su opinión es “una plantilla muy corta” para lo que resta de Liga.
El caso es que en el club se han apresurado en hacer lo posible para que la normalidad vuelva a quizá el único estamento que tenía tranquilidad y medio funcionaba, el grupo que forman plantilla y cuerpo técnico. Los dirigentes del Sevilla saben las consecuencias que puede tener que el entrenador esté débil en su posición respecto al club de cara a los futbolistas. Y son más conscientes de ello, si cabe, cuando saben que el equipo está cogidito con alfileres. Por eso, en privado y en público, han querido hacer volver con ciertas prisas una unión que parecía pétrea y que se ha demostrado que no era tan sólida.
Una derrota en Valladolid ante el colista podría ser un misil en plena línea de flotación de nuevo para el proyecto después de tres jornadas sin conocer la victoria y de no ser capaz tampoco de vencer en el Sánchez-Pizjuán ni a Valencia ni a Espanyol, equipos que llegaban en puestos de descenso. En el seno de la entidad saben que los nervios pueden desatarse y todos se tientan la ropa tras lo que se puede decir que ha sido un mal día en el que se perdieron las formas. Ha habido conversaciones algo subidas de tono en privado, pero ahora todos se apresuran en aclarar que no ha sido todo tal y como se ha contado. Y lo cierto es que algunas cosas, como las declaraciones del entrenador el viernes, aconsejado a matizarlas en la radio oficial del club antes de un partido como el del domingo ante el Barcelona, cogieron por sorpresa.
La palabra “unión” es la que más se ha repetido dentro y fuera del vestuario desde el lunes en charlas y reuniones. La prueba está en que fue la primera que le salió a Loïc Badé en el canutazo que el club le preparó (la rueda de prensa semanal de un futbolista se adelantó al martes) con motivo del acto institucional ante escolares que ayer tuvo lugar en el estadio. “La unión es lo que necesitamos desde el primer partido, hay que estar unidos hasta el final de temporada”, comentaba el defensa francés al hilo de todo lo visto, oído y leído en los últimos días.
La plantilla, en medio
Evidentemente, el motivo de las rencillas ha sido la profundidad y el nivel de la plantilla, algo de lo que Badé no duda. “El equipo quería refuerzos, pero tenemos una buena plantilla. Vamos a tener un buen equipo para afrontar el partido (ante el Valladolid este domingo), hay jugadores en la defensa y en el medio del campo. Vamos a trabajar para darlo todo”, insistía el central galo haciendo de portavoz del sentir del vestuario, que se ha visto en medio de este fuego cruzado entre el entrenador por un lado y la dirección deportiva y la presidencia por otro. Es normal que cada uno defienda lo suyo y que, a la vez, el club apriete a Víctor Orta y éste haga lo propio con el entrenador, pero sólo con la unión es posible lograr los objetivos cuando hay, además, tantos enemigos desde el exterior.
Para un “aquí no ha pasado nada” siempre se está a tiempo, pero cualquier resquicio a los reproches será otra mancha que volverá a poner en peligro un proyecto que ya se sabe que no tiene unos pilares precisamente sólidos.
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