La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El rey brilla al defender lo obvio
Sevilla-Almería | La Previa
Pasito a pasito. O se tiene paciencia con este Sevilla o se aprende a tenerla. Mientras la afición se pone de acuerdo sobre si el punto sumado en Pamplona fue un resultado bueno o malo, el colista de la tabla entra por las puertas del Ramón Sánchez-Pizjuán este martes y ya sí que iguala la manera de pensar de todos. El equipo de José Luis Mendilibar debe ganar a los hermanos orientales si no quiere que se abra ya una crisis deportiva en toda regla, porque la tensión se masca en el ambiente, como pudo comprobar el propio preparador vasco en su encuentro con los periodistas.
Mendilibar puede que no tenga toda la culpa, pues la planificación ha sido tardía y precaria, pero quien ahora mismo pone la cara es el veterano entrenador vizcaíno, que hace cada semana un par de máster de faena de capa tirando del símil taurino, que ya tendrá tiempo, si Dios quiere, de pisar la Maestranza. Si lo dejan...
Después de una semana en la que el Sevilla no ha perdido, el triunfo ante Las Palmas y los empates frente a Lens y Osasuna tienen al sevillista de a pie en esa posición de indefinición. Medio sonríe porque el equipo va creciendo y el entrenador ha conseguido que no se parezca al del inicio de Liga, pero también es consciente de que con el cuarto presupuesto y una plantilla con el cuarto mayor límite salarial mucho está tardando el Sevilla en colocarse cerca de su zona natural: cuando menos, pegado a los puestos europeos o, si me apuran, de Champions.
El Sevilla está peligrosamente muy lejos de su zona natural y la mejoría está siendo muy lenta; no ganar puede levantar una crisis aguda
En circunstancias normales no debe pasar nada, pero tampoco es normal que salga el entrenador en la jornada séptima y Lopetegui cayó
Llegar a Monjtuïc el viernes con otro tropiezo ante un equipo como el Almería supondría dar demasiada a ventaja a los rivales, teniendo por éstos a equipos que por presupuesto podrían emparejarse con los nervionenses en la lucha por estar entre el cuarto y el sexto, tales como la Real Sociedad, el Villarreal, el Athletic y este año el Girona. El problema es que el sevillismo quizá lleva demasiado tiempo rebelándose a que sus rivales directos sean equipos como el Cádiz, el Granada o este propio Almería que llega como colista, sin conocer la victoria y con su entrenador, Vicente Moreno, jugándose literalmente el cuello.
Mendilibar no tiene como él la guillotina izada –o no debería–, pero sí tiene el problema de que el proyecto nació viciado, que no tiene la total confianza de los gestores aunque éstos digan lo contrario y que cada vez está más claro, aunque no lo quiera decir nadie, que fue renovado por la presión de la fuerza de la gravedad que el título de la séptima Europa League ejercía en las decisiones.
Sergio Ramos regresa para poner sus espaldas al servicio del equipo. Si no pasa nada raro será su tercer partido tras su vuelta y ya se podía empezar a notar de verdad su presencia, porque hasta ahora sus participaciones han pasado bajo la discreción en lo meramente futbolístico. Otra cosa son los tiros de cámara que acapara.
Pero estamos en mitad de un maratón de partidos y para mirar por el depósito de combustible Mendilibar tiene que repartir y gestionar esfuerzos, con la amenaza de un partido el viernes en casa de un Barcelona que está a un nivel en el que cualquier duelo en Montjuïc puede ser un ventilador para su contrincante, aunque en la última cita ante el Celta de Benítez tuviera que remontar con magia y en los diez últimos minutos.
De todas formas, el viernes está aún lejos. O no tanto. A ver cómo acaba la semana porque la cosa puede coger temperatura. La cita ante el colista tiene la palabra. En circunstancias normales no debe pasar nada. En circunstancias normales el cuarto presupuesto debe tumbar a un equipo como el rojiblanco y en circunstancias normales a un entrenador no se le echa en la jornada séptima, pero precisamente en este punto cayó Lopetegui hace casi un año. Se masca la tensión y es muy pronto. Una pena.
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