Ser tan superior al Valencia es la gran noticia (3-0)

El Sevilla se toma en serio la Copa y se pasea ante un rival que está ahora a una distancia sideral de los nervionenses l La goleada ya se había consumado antes del descanso y todo quedó en un entrenamiento

Rakitic observa su vaselina alojándose en la red del Valencia.
Rakitic observa su vaselina alojándose en la red del Valencia. / Antonio Pizarro

Clasificación cómoda para el Sevilla para alcanzar los cuartos de final de la Copa del Rey. Los sevillistas se lo tomaron en serio y prácticamente se pasearon ante un rival que responde por el nombre de Valencia Club de Fútbol. Porque sí, quien estaba enfrente es un club que en los últimos años ha sido un igual que los nervionenses, incluso aún era el vigente campeón de este torneo a falta de que se dispute de una vez la final del anterior ejercicio, y que a lo largo de la historia es un gigante mucho mayor por supuesto. Pero la gran noticia es precisamente ésa, que el Sevilla, a 27 de enero de 2021, se mueve en una constelación infinitamente más brillante y no hay más que ver el desempeño de unos y otros en estos octavos de final para constatar esa realidad.

Las distancias entre las alineaciones puestas en liza por Julen Lopetegui y Javi Gracia eran sencillamente siderales y así se tenían que ver plasmadas en el marcador si todo transcurría con normalidad. Se estaban enfrentando un Sevilla reconocible, con varias unidades de la alineación menos titular, léase Sergi Gómez, Gudelj, Munir o De Jong, contra un Valencia integrado por muchos futbolistas que hace algunos meses formaban parte del Mestalla y que difícilmente estarían en la primera plantilla de no ser por la situación accionarial del cuadro levantino.

Así que nadie se podía sorprender de que aquello pudiera resolverse con prontitud. Es cierto que el cuadro visitante salió con un punto más de intensidad, que incluso presionó la salida de los sevillistas en los primeros minutos, pero todos los que estaban viendo aquello eran conscientes de que tenía caducidad, de que esa efervescencia podía durar escaso tiempo y que el gas acabaría escapándose para que la situación respondiera a las previsiones.

El Sevilla se tomó en serio estos octavos coperos y estaba inspirado con el balón

A ello también contribuyó, por supuesto, que el Sevilla se había tomado muy en serio estos octavos de final de la Copa del Rey y que incluso, por qué no decirlo, también estaba inspirado en lo referente al manejo del balón. Los hombres que vestían de blanco no se sentían agobiados por la presión del Valencia y, todo lo contrario, hacían por tocar la pelota en zonas de mucho riesgo para después salir con una ventaja numérica clarísima cuando era superado ese hostigamiento.

Si a todo lo anterior se le suma el acierto en una jugada de estrategia que fue la que abrió el camino, pues está más que claro que el Sevilla iba a vivir su clasificación para los cuartos de final con una placidez de las que agradecen los entrenadores para quitar una hoja del calendario de esfuerzos. Porque en este partido contra el Valencia el desgaste no iba a ser mucho mayor que el que pueda tener la plantilla de Lopetegui en cualquier sesión de entrenamiento exigente en la ciudad deportiva José Ramón Cisneros.

El Sevilla, ya ha quedado dicho, había partido con una mayoría de sus titulares y hasta las ausencias, en algunos casos, tenían más que ver con los problemas físicos de los implicados que con la política de ir moviendo la plantilla. Así sucedía, por ejemplo, con Diego Carlos y hasta con Fernando, mientras que también era una buena forma de ir metiendo en la dinámica competitiva de nuevo a De Jong y Munir.

Tras el 1-0, quedó claro que se enfrentaban profesionales, y de los buenos, contra aspirantes

Lo cierto es que los sevillistas iban a arrancar con dos buenas acciones de Suso por la derecha, la segunda en un disparo que se fue por poco, antes de que llegara el primer córner decisivo para desbrozar definitivamente la senda de la clasificación. Acuña fue el ejecutor por la izquierda y la pelota fue tensa para que De Jong se anticipara en el salto a Racic. El golpe fue duro para el Valencia y desde ese instante ya iba a quedar clarísimo que se enfrentaban en el césped del Ramón Sánchez-Pizjuán un equipo de profesionales, y de los buenos además, contra una escuadra de aspirantes a instalarse en la Primera División del fútbol español. Ésa, poco más o menos, era la sensación que transmitían todos los actores de esta película.

Entre otras cosas porque el segundo golpe para el Valencia ya iba a ser un k.o. sin ninguna discusión. Poco después de la media hora, en una acción de presión muy arriba del cuadro de Gracia, el Sevilla toma todos los riesgos con serenidad y acaba sacando la pelota del entorno de Bono. Con los futbolistas fuera de sus posiciones, pues Sergi Gómez era el central derecho, Koundé el lateral derecho y Jesús Navas ya figuraba casi como interior, todos los toques fueron sorteando obstáculos hasta que se creó la superioridad en la conducción de Acuña. La pelota le llega a Munir, éste pone un pase combado para Suso y el gaditano le deja el gol en bandeja a De Jong. Dos a cero y aquello estaba ya más que resuelto muy prontito. ¡37 pases consecutivos llegaron a dar los sevillistas!

El 2-0 llegó después de una secuencia de 37 pases consecutivos de los blancos

El Sevilla comenzaba a divertirse incluso con la situación, cada vez más parecida a un entrenamiento con rondos continuos en diferentes zonas del campo. La guinda llegaría con un Rakitic que se atrevió a lucirse con una vaselina exquisita un metro dentro del área valencianista. El suizo observó la posición de joven Cristian Rivero y su toque al balón fue propio de un pivote del balonmano. El gol tuvo una ejecución bellísima, cosa que se agradece para el espectador medio en citas con tan poca enjundia a la vista de las tremendas diferencias entre unos y otros.

La cuestión es que ya estaba todo absolutamente liquidado sin haberse llegado siquiera al intermedio. El Sevilla había metido con contundencia su bola en el bombo de los cuartos de final y sólo restaba por conocer el resultado final de la goleada. Porque en la primera jugada del primer periodo ya la tuvo de nuevo Joan Jordán y después le llegaría el turno a Rakitic con mucha claridad.

Ninguno de los dos acertaron y ya la producción de oportunidades claro quedó liquidada. Restaba no tener lesiones, algo que no sucedió, pues Jesús Navas se tuvo que marchar cuando ya no debía haber estado. Fue la única mala noticia, la buena es la constatación de que el Sevilla ha dejado a un igual como el Valencia varias galaxias por detrás en lo referente a las plantillas con las que ambos se mueven por este fútbol de la contemporaneidad.

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