Un solo paso para la madurez plena
sevilla f.c.
Encontrar los mecanismos para ganar fuera, clave para redondear un rendimiento que arrolla como local.
Quien no lo reconozca, que siga renegando. Está en su derecho. Pero el dominio futbolístico que a día de hoy ha conseguido construir Unai Emery alrededor de una plantilla de calidad, sí, pero no menos que la del Valencia, está muy cerca de la perfección. Con la cota de rendimiento a un nivel exagerado a través de un amplísimo abanico de recursos técnico-tácticos o táctico-técnicos, y una dinámica de participación en la que logra tener a todos los futbolistas activados y sumando, el Sevilla es hoy uno de los equipos más completos de España y de Europa.
Devora a sus rivales en el Sánchez-Pizjuán como si fueran gatitos por mucho que a priori se vean como inferiores. La demostración, una vez más, ante el Molde noruego en el regreso de los nervionenses a la competición con la que disparó y sigue disparando su prestigio internacional es una prueba del gran éxito logrado por un profesional que no descansa en ninguna de las 24 horas del día.
Pero, como buen militante de la ambición, no descansa en busca de la mejora continua, un margen segmental que en el caso del Sevilla está muy localizado en los partidos fuera de casa, la pieza que le falta al entramado competitivo de Emery para alcanzar la madurez plena. No parece muy lógico que un equipo que aspira, además con argumentos, a meterse entre los cuatro primeros no haya logrado aún celebrar un triunfo lejos de su estadio rebasado el ecuador de la Liga. Síntoma de que los mecanismos que tan resueltamente realizan su efecto ganador en los partidos de casa no resultan tan eficaces como visitante. O que esas estrategias operativas elegidas para competir a domicilio no son las más adecuadas. Porque hasta la fecha no han resultado.
El Sevilla de Emery, si por algo se ha caracterizado desde el punto de vista táctico, es que ha logrado ser un equipo camaleónico que, tras un estudio minucioso del rival, decide y logra derrotarlo según los distintos parámetros que marca su entrenador y la facilidad que a éste le da una plantilla con jugadores adaptables a varios estilos, siempre bajo el mismo modelo de juego. Fuera de casa eso no ha dado los mismos resultados. Aunque no ha sufrido muchas derrotas, sólo tres (es verdad que no ha visitado ni el Bernabéu ni el Camp Nou, aunque sí el Calderón), acumula un rosario de empates ante equipos de la zona baja de la tabla que lo han privado de estar más arriba en la tabla clasificatoria de ese quinto puesto que luce gracias a una espectacular eficiencia al calor de su público, donde gana y a veces golea desde diferentes registros futbolísticos, con más tendencia al juego a los espacios para aprovechar la velocidad de Gameiro, pero también con otros argumentos, como el asociacionismo entre laterales y extremos que entran para dentro o la posesión que permite sumar un falso extremo izquierdo como Krohn-Dehli que también refuerza los conceptos defensivos del equipo. Luego está el talento individual al servicio del colectivo, el liderazgo de Banega, coletazos de Reyes, la potencia en la conducción de Vitolo, los centros de Mariano y Tremoulinas o -ahora menos- el desborde de Konoplyanka. En otras ocasiones prima la opción que ofrecen en segundas jugadas jugadores muy altos como Iborra o Llorente y, algo que que quiere reverdecer Emery con el regreso de Fazio, un tremendo poderío en la estrategia.
La visita al Rayo Vallecano, con el equipo henchido de moral al liberarse de cierta presión por su presencia certificada en una final y con el paso a octavos de la Europa League encarrilado, es una ocasión propicia para sacarse definitivamente esta espina que si bien no ha terminado de salir, sí que ha dejado otro poso de sensaciones distinto en los dos útimos desplazamientos al Calderón y a Balaídos, donde el Sevilla supo competir con garantías y arrojo, con la dificultad añadida de quedarse con un jugador menos.
Medir los tiempos es una de las claves a la hora de trazar una estrategia. El Sevilla en ocasiones ha salido fuerte para luego replegar y esperar su momento en la segunda mitad. Suele ser, con una premisa táctica diferenciada, el modus operandi de un equipo al que llegó a faltarle carácter en ambientes extraños. Ahora, ante Atlético o Celta, ha demostrado una mejora que debe quedar refrendada en Vallecas, donde el Sevilla ha vencido en sus dós últimas comparecencias por 0-1.
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