Jesús Alba
Cuando el reloj se pare
Show must go on... Habrá fútbol pese a que muchos entrenadores, como el propio Imanol, mostraran su preferencia por que se hubiese suspendido la jornada ante la tragedia que está viviendo la Comunidad Valenciana. Un drama histórico con miles de afectados y centenares de fallecidos. Pero el espectáculo debe continuar, como proclamara Freddy Mercury en su himno final, su legado de despedida. Y debe continuar también para un Sevilla con media docena de bajas importantes, con la enfermería de nuevo llena cuando parecía que se vaciaba.
Sin Nyland. Sin Badé ni Nianzou. Todavía sin Saúl ni Suso y sin saber aún si Ejuke debe pasar o no por el quirófano. Sin cinco o seis futbolistas de peso, el Sevilla busca sentir de nuevo la emoción de la comunión que vivió la última vez que jugó en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Fue el pasado 6 de octubre con motivo del derbi y ha pasado casi un mes completo. Cosas del calendario, que ha incluido desde entonces el inevitable parón mensual de selecciones y dos partidos a domicilio en Barcelona, de muy distinta cara cada uno. El triunfo en Cornellá sirvió de cicatrización inmediata de la hemorragia abierta en Montjuïc y ahora, frente a la Real Sociedad, llega la hora de afrontar un doble reto, un reto de aspirantes.
El primero de ellos es un reto consigo mismo. El Sevilla se prueba ante su gente en otra vuelta de tuerca a una plantilla que mal que bien está respondiendo pese a las tremendas dudas que había en ella y a la constante sangría de bajas en forma de lesiones... o sanciones: cuidado, que lleva tres expulsiones seguidas jugando en casa. Se reta por tanto a sí mismo el grupo que dirige Xavi García Pimienta para ver cuántos golpes de la fortuna, cuántas contingencias, es capaz de arrostrar. Y el segundo de los retos es contra una Real Sociedad que aspira también a meter los codos en la mitad alta de la tabla, para no descolgarse del grupo de aspirantes a tomar aunque sea un pequeño bocado final del pastel europeo.
El Sevilla, décimo en la clasificación antes de que se desarrolle esta jornada duodécima, le lleva tres puntos a la Real Sociedad, duodécima en la tabla debido a sus malos resultados en casa. Otra cosa es fuera de casa. El equipo de Imanol es temible a domicilio. En el Reale Arena sólo ha sumado un triunfo, de ahí su baja clasificación pese a que como visitante lleva tres victorias, tres empates y una sola derrota entre los partidos de Liga y los de Europa League. Sólo hincó la rodilla en Palma ante el Mallorca de Arrasate, por 1-0. Que ésa es otra, los marcadores de los partidos de la Real son cortísimos cuando juega lejos de San Sebastián, lo que hace prever un partido cerrado. O no... Ya se verá cómo se desarrollan los acontecimientos una vez pite el gallego Muñiz Ruiz.
De entrada, el once que elija García Pimienta para medirse al equipo donostiarra es toda una incógnita. En Cornellá salió bien la primera prueba sin Ejuke en el extremo izquierdo, donde se ubicó Idumbo. No es que tuviera mucho protagonismo el joven belga, ya que fue su compatriota Lukébakio, en la otra banda, el que se llevó toda la gloria con dos golazos que sirvieron para sumar el primer triunfo a domicilio. Pero si salió bien el otro día, puede que repita el técnico catalán la alineación, salvo en lo concerniente a las tras bajas del sistema defensivo, que es donde se concentran ahora las nuevas lesiones.
Álvaro Fernández ya tuvo en el partido de Copa una especie de rueda de calentamiento competitiva antes de enfrentarse al runrún del Sánchez-Pizjuán, tan temible. Y es toda una incógnita qué nueva pareja de centrales tendrá que elegir el técnico sevillista ante las bajas de Badé y Nianzou. Esto merece otro capítulo aparte. El asunto es que el Sevilla, un mes después, se reencuentra con su gente. La Real quizá no motive tanto, pero su peligro sordo merece otra comunión de fe y casta como la del derbi. Es el reto del Sevilla y del sevillismo.
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