Sevilla-Mallorca: Ser dueño de su destino
El Sevilla tiene otra ocasión de sumar el segundo triunfo consecutivo por primera vez con el acicate de superar a un rival directo en la asequible lucha por los últimos puestos europeos
García Pimienta quiere ganarse "el derecho a pelear por cosas grandes"

Un Sevilla mediocre y un sevillismo desencantado tienen en su mano volver a reencontrar una sinergia triunfal que los asome a algo parecido a un atisbo de ilusión en forma de prurito europeo. La mediocridad de esta Liga invita a mantener las orejas tiesas más allá de cuitas internas y decepciones continuas de diverso pelaje. Llega el Mallorca de Jagoba Arrasate a un Ramón Sánchez-Pizjuán en el que de nuevo hay prevista una movilización de crítica hacia la directiva tras la actualización del límite salarial, ese feísimo baldón que aparece como una mancha imborrable en el frontispicio del otrora ejemplar club de Nervión. Pero, así y todo, el entrenador sevillista llama a rebato confiado en que se recupere una simbiosis continuamente traicionada por el equipo.
Prevé un “ambientazo” García Pimienta. Y no será por lo que les ha dado el Sevilla a los suyos en los últimos partidos en Nervión. Hace ya más de dos meses que el sevillismo no saborea un triunfo en el Ramón Sánchez-Pizjuán, que pasó de la vibración extática en la primera parte ante el Barcelona al marasmo del hiriente silencio en una segunda parte que fue una exposición grotesca de impotencia.
Desde el pasado 14 de diciembre no gana el Sevilla de García Pimienta un partido ante su gente, que desde entonces ha sufrido dos empates angustiosos ante dos colistas -lo eran en el momento de visitar Nervión- como Valencia y Espanyol y la susodicha catástrofe ante el Barça. ¿Qué pie hay a la esperanza pues? La goleada sobre un Valladolid que ya es carne de Segunda División. Menos es nada.
Sucede que de tanto ir a la fuente alguna vez se tiene que romper el cántaro y el Sevilla se encuentra ante la tercera ocasión en la que puede concatenar dos triunfos seguidos. Desperdició las dos anteriores y a la tercera debería ser la vencida... con permiso del Mallorca. El equipo de Jagoba Arrasate, al que tanteó Víctor Orta antes de que García Pimienta se pusiera a tiro tras desechar su renovación en Las Palmas, llega como invitado idóneo para darle fuste a un partido que, a tenor de la temporada tan irregular que lleva el Sevilla, sería uno más de ese insulso trayecto por la medianía de lo inane.
De esa mitad de la tabla quiere salir el equipo de García Pimienta aprovechando que llega un rival directo por la hipotética y olvidada pugna por las migajas europeas. Los últimos puestos que dan derecho a jugar competición europea están en el aire ante la realidad de una Liga en la que la irregularidad es moneda común. Y, como recordó el técnico la víspera del partido, ganar al Mallorca le abriría esa posibilidad aunque no quiso ni mentar la palabra Europa, que se ha convertido en tabú en el vestuario sevillista de tanto que ha fallado el equipo cuando ha tenido la ocasión de ser dueño de su destino.
Esta noche de lunes vuelve a ofrecérsele la oportunidad de ser dueño de su destino, de intentar meter los codos en el esprint final por hacerse con alguno de esos puestos europeos que podrían ir hasta el octavo. Será así si España gana un puesto de Champions y la Real Sociedad no gana la Copa, ya que es el único de los cuatro semifinalistas que está fuera de los puestos de privilegio.
Todas estas disquisiciones son especulativas y García Pimienta prefiere mirar de frente al Mallorca de Arrasate, un equipo que acaba de salir de un bache de juego y resultados con su triunfo sobre Las Palmas. El bermellón es otro de esos equipos inmersos en la línea de irregularidad de esta Liga de sorpresas y sobresaltos, que alguno querrá ver como síntoma de sana igualdad y otros ven como señal de bajo nivel. Da igual. Sea como fuere, el Sevilla, con algunas dudas en el once titular tras la reivindicación canterana de Valladolid, se encuentra ante el balconcito de Europa. En su mano está asomarse a él... aunque sea de forma ilusoria.
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