Este Sevilla es un grupo de fantasmas, en el campo, en el banquillo y en la dirigencia (2-1)

Alavés-Sevilla | La crónica

Los sevillistas sólo comparecieron en Mendizorroza tras el postrero gol de Lukébakio y volvieron a avergonzar a todos los suyos contra el Alavés

Así le hemos contado el Alavés-Sevilla

Isaac trata de controlar el balón ante Joan Jordán en la acción previa a la lesión del lebrijano.
Isaac trata de controlar el balón ante Joan Jordán en la acción previa a la lesión del lebrijano. / Adrián Ruiz Hierro | Efe

Vitoria/Este Sevilla es un grupo de fantasmas y no se tome esta palabra en este caso en el sentido peyorativo. Se trata de espectros que pululan por algún sitio y ni siquiera se nota su presencia, justamente lo que transmite este equipo. Para aclarar aún más, la primera acepción de la RAE también podría servir: "Imagen de un objeto que queda impresa en la fantasía". Eso es este equipo que sólo compareció en Mendizorroza a falta de diez minutos, una ilusión óptica de terror para todos los suyos, para quienes sí sienten y padecen con los sentimientos sevillistas. Porque no se trata ya de perder, que siempre es algo horrible, es también la forma de hacerlo contra un Alavés que tuvo bastante con estar ordenado para pasar por encima de este equipo casi cadavérico.

¿Y quiénes fueron esos fantasmas? Fácil, lo dieciséis futbolistas que saltaron al césped con la excepción, tal vez, de un Isaac al que no le dio tiempo a transmitir esa sensación por su tempranera lesión y de un Lukébakio que, al menos, sí lo intentó y que incluso llegó a anotar un bonito gol tras un buen pase de Saúl. El entrenador, Xavi García Pimienta, por su planteamiento, por la impotencia que transmitían los suyos al intentar sacar el balón desde atrás sin la mínima calidad necesaria para ello. Cabe suponer que debió acabar incluso satisfecho en la primera mitad, pues ni siquiera realizó ningún cambio en ese intermedio. Y también, por supuesto, el presidente, José María del Nido Carrasco, que engloba a todo su consejo de administración, y el director deportivo, Víctor Orta, por no darse cuenta del proceso de autodestrucción al que han conducido a un equipo para protagonizar actuaciones tan vergonzosas como éstas.

Ni uno solo de los futbolistas del Sevilla alcanzó en la primera parte un nivel digno para cobrar siquiera el sueldo mínimo que se estipula en el convenio colectivo para los jugadores de Primera División

Ni siquiera el maquillaje del buen gol de Lukébakio en el tramo final del encuentro puede servir para mitigar esa sensación de vergüenza absoluta con la que acabaron el litigio todos los sevillistas que estaban presenciando el juego, ya fuera en el mismo estadio de Mendizorroza o a través de las pantallas televisivas. El Sevilla fue una calamidad en 80 minutos y sólo fue capaz de amenazar después de ese 2-1.

Una vergüenza insoportable

Si hay un solo sevillista, uno solo incluido Víctor Orta si es que éste tiene algún sentimiento como seguidor de la fe radicada en el barrio de Nervión, que no sintiera vergüenza con el papel disertado por los suyos en la primera parte en Mendizorroza, sencillamente hay que pensar que tiene algún interés oculto. Porque el Sevilla fue lamentable en todos los conceptos de este juego que responde por el nombre fútbol.

Sin personalidad, sin calidad, sin maldad para hacerle daño al adversario, sin concentración para defender, como en el gol en el que todos se quedaron parados como si ejercieran de espectadores en lugar de protagonistas, sin velocidad, sin ayudas, sin nada de nada. El Sevilla fue un verdadero desastre, desde su entrenador, que es quien elige a los futbolistas para que defiendan su escudo y debe gestionar después el partido con los cambios, hasta el último de los futbolistas.

Ni uno solo se salvó de una actuación sencillamente vergonzosa, indigna, sin el nivel que se le puede exigir a un futbolista que cobra el sueldo mínimo estipulado por el convenio colectivo para militar en Primera División. Y trata uno de respetar a los profesionales en la parcela individual, de no hacerles más daños incluso del que merecía, pero la actuación de este Sevilla era para que todos se hubieran ido a las duchas antes de tiempo.

Fue increíble que García Pimienta no hiciera ni un solo cambio en el descanso, o estaría satisfecho con el juego de sus futbolistas o pensaría que todos son iguales de deficientes

Entre los aspectos más humillantes era la ridiculez de tratar de salir con la pelota jugada desde atrás, de desarrollar esos conceptos de atracción habituales en los entrenadores que siguen la fe balompédica en la que se mueve también García Pimienta. El técnico barcelonés tal vez esté más acertado en otras ocasiones, pero ver a Nianzou, Kike Salas, Saúl Ñíguez, cuando retrocedía, el propio José Ángel y el que apareciera por allí, tratando de sacar la pelota era un auténtico dolor.

Resumen, Nyland es el que mejor toca el balón

Al final, después de correr mil riesgos, casi todo acababa en los pies de Nyland para que éste demostrara que tiene mejor golpeo, en largo, que todos sus defensas juntos. Y no es que el Alavés fuera precisamente el Milan de Sacchi a la hora de ejercer la presión, le bastaba con estar ordenadito en ese sentido para ahogar a unos sevillistas absolutamente incapaces con el balón en los pies. Encima, cuando se dirigía el balón a Iheanacho era como regalarlo sin remisión

Todo era una impotencia absoluta, con un Lukébakio que no terminaba entonces nada, además de no ayudar absolutamente nada para atrás, con un Sow que cada vez más deambula por el campo sin ningún tipo de pasión, con un Agoumé que, permítanme, que me ría, otra vez con respeto para que nadie se ofenda, de quienes pueden llegar a pensar que es mejor que Joan Jordán. En fin, auténtico sinsentido.

Lesión de Isaac

Se empezaría a torcer el partido muy pronto, cuando Joan Jordán cayó sobre las piernas de Isaac y éste se tuvo que ir lesionado con gestos de bastante dolor. Desde ahí el Sevilla desapareció aún más, porque tampoco es que antes hubiera levantado el brazo para decir presente muchas veces. Los sevillistas eran, cabe insistir, fantasmas sobre el césped y la mejor prueba de ello fue el gol de Carlos Vicente con todos ejerciendo de espectadores directos en el campo.

Es increíble que en el fútbol profesional se pueda defender con semejante desidia y aún pudo ser peor el castigo si hubiera valido el segundo tanto de Stoichkov. Afortunadamente para el Sevilla, Vicente estaba en fuera de juego en el inicio de la jugada. Pero ni siquiera eso sirvió como espoleta para la reacción, es un equipo tan plano, tan frío, tan insulso, tan incapaz de rebelarse contra cualquier circunstancia que todo siguió exactamente igual.

La reacción del banquillo llegó muy tarde, cuando ya estaba el marcador en 2-0 y Pedrosa sufría con una tarjeta amarilla con Carlos Vicente, por ejemplo, pero al menos le sirvió a los sevillistas para recortar con el gol de Lukébakio

Los visitantes eran un verdadero flan, incapaces de jugar siquiera al fútbol, y lo mejor que les pudo pasar fue irse al descanso con el partido aún a tiro de piedra por el marcador de 1-0. Pero tampoco el entrenador fue capaz de reaccionar con sus decisiones, al menos transmitirlo. Transcurrieron los quince minutos del descanso y la sorpresa fue que no había ni un solo cambio más en ese tiempo en el que las ventanas no cuentan.

En fin, sólo dos reflexiones posibles, o a García Pimienta le había gustado el juego de los suyos o piensa que el resto de la plantilla es igual de deficiente que quienes estaban en el campo. El Sevilla quiso dar un paso al frente dentro de su impotencia. El colmo de los colmos fue cuando un tiro intencionado de Lukébakio se estrellaba en la espalda de Saúl (50') y diez minutos después llegó la primera ocasión de verdad cuando Sivera le hizo una buena parada a Saúl (60').

Ahí acabó todo, ya que el Alavés volvía a aprovechar en la jugada siguiente el desastre defensivo de este Sevilla para anotar casi entre los palos el 2-0. Remate al larguero de Stoichkov y Carlos Martín, no menos solo, remachaba.

En el arreón final el Sevilla llegó a tener una posesión larguísima, superior a los dos minutos incluso, y ni siquiera fue capaz de buscar el empate con un centro al área, acabó cometiendo una falta

Se había cumplido justo la hora de juego y ahí sí trató de reaccionar García Pimienta, entre otras cosas porque Pedrosa era un coladero debido a su tarjeta amarilla y a que no podía hacer faltas ante las llegadas de los rivales. Movió el árbol y debió hacerlo aún más con la lesión de Sow. Por lo menos, el técnico hizo cambios de posición entre sus futbolistas y éstos le respondieron con un gol de Lukébakio, de notable ejecución, tras un pase de Saúl. Restaban siete minutos más la prolongación, el Sevilla aparentó intentarlo, pero se quedo en eso, en un quiero y no puedo. Tanto que tuvo el balón en su poder dos minutos y medio seguidos durante la prolongación y no fue ni capaz de centrar al área en busca de un remate. Tal vez hubiera existido la posibilidad de encontrar a un humano entre tantos fantasmas, pero no llegaron a tener la opción siquiera.

Ficha técnica

2 Deportivo Alavés: Sivera; Tenaglia, Abqar, Sedlar, Manu Sánchez; Ander Guevara (Blanco, 71’), Joan Jordán (Mouriño, 89’); Vicente, Stoichkov (Guridi, 71’), Carlos Martín (Rebbach, 76’); y Toni Martínez (Kike García, 76’).

1 Sevilla FC: Nyland; José Ángel, Nianzou (Badé, 69’), Kike Salas, Pedrosa (Barco, 66’); Sow (Gudelj, 66’), Agoumé (Ejuke, 66’), Saúl Ñíguez; Lukébakio, Isaac (Iheanacho, 14’) y Peque.

Goles: 1-0 (17’) Vicente remata a la primera un pase de Tenaglia y Nyland peca de manos blandas. 2-0 (60’) Carlos Martín remacha en el área pequeña un rebote en el larguero tras un cabezazo de Stoichkov. 2-1 (83’) Lukébakio dispara con la izquierda cerca de la escuadra tras un buen pase de Saúl.

Árbitro: Alberola Rojas (castellano-manchego). Amonestó a Saúl Ñíguez (33’), Pedrosa (46’+), Badé (75’), Guridi (87’) y Kike Salas (95’).

Incidencias: Partido correspondiente a la sexta jornada de LaLiga EA Sports disputado en Mendizorroza ante 16.538 espectadores.

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