Jesús Alba
Cuando el reloj se pare
Como si de dos equipos distintos se tratasen. El Sevilla llega al parón de selecciones del mes de noviembre con unas sensaciones, directamente, opuestas a las de hace poco más de un mes. A finales de septiembre, o principios de octubre, el equipo de García Pimienta fue capaz de sobreponerse a diferentes golpes: la lesión de Saúl Ñíguez, los problemas físicos de Badé, las molestias de Isaac Romero e incluso la mala actuación de Mendizorroza. Aún así, la plantilla salió adelante. Encadenó resultados positivos en Nervión, empató ante un todopoderoso Athletic en San Mamés y venció, bien, al Betis llevándose el derbi antes de irse a un parón con once internacionales. Parecía que el plan de Pimienta iba todo según lo previsto, o incluso mejor, y que la planificación deportiva era hasta buena.
Tras el parón internacional, todo cambió. Y no precisamente a mejor. Las lesiones de Ejuke, Suso, Idumbo, Badé y Nianzou hicieron perder “caché”, como dijo Pimienta, a un equipo que sólo ha sido capaz de sacar un resultado positivo gracias a dos chispazos de Dodi Lukébakio en Cornellà. En Copa, aunque no sufrió, el equipo se dio con un cantó en los dientes al no perder ante un equipo de Quinta División. Sin embargo, los golpes duros han llegado ante la Real Sociedad en el Sánchez-Pizjuán y ante el Leganés fuera de casa. Primero ante el cuadro txuri-urdin en un partido que recordó a la mala imagen que ofreció la plantilla sevillista en Vitoria. Sin ideas de juego, dificultades para sacar la pelota y una nulidad ofensiva por parte de los dos delanteros, los cuales, en noviembre siguen sin ver portería. Al final, sentenció, otra vez, una calamidad defensiva, como ante el Villarreal, Las Palmas o Alavés, que puso el resultado excesivamente adverso.
Pero ante el Leganés, aunque era complicado, se empeoraron las sensaciones del Sevilla, principalmente, por la participación de los jugadores de la unidad ‘B’ -o de no caché- que no están a la altura de competir por la parte media alta de la tabla de LaLiga. Uno de los casos es el de Lucién Agoumé. El centrocampista francés regresaba a la titularidad tras la pifia de Marcao ante la Real Sociedad, obligando así a Gudelj -que tampoco estuvo fino ante los vascos- de jugar de central. Al final, el remedio fue peor que la enfermedad y Agoumé condenó, una nueva jornada más, al Sevilla. Un carrusel de partidos catastrófico. Tres puntos de doce posibles y las sensaciones de un equipo que cada vez va a peor, tanto en juego como en rendimiento individual de muchos efectivos.
El único enclave positivo al que se puede agarrar García Pimienta es la recuperación de jugadores. Muchos de ellos volverán tras el parón de selecciones, esperando así una mejoría y no un contagio de una plantilla que cada vez está más acostumbrada a errores grotescos. Jugadores como Loïc Badé, Tanguy Nianzou, Suso Fernández, Stanis Idumbo e incluso Saúl Ñíguez, tienen opciones de regresar a la convocatoria del Sevilla dentro de catorce días. Los dos zagueros franceses, en principio, regresarán con el grupo a lo largo del parón. Misma situación que el gaditano, que debió volver a Butarque. Las dudas están en Idumbo y, sobre todo, Saúl Ñíguez. Un jugador de “caché” que podría reconducir la vitalidad de un equipo que se ha marchado al parón de capa caída. De todos modos, el propio ilicitano tiene mucho por demostrar. De momento, sólo ha tenido dos destellos de liderazgo y un error infantil en Son Moix.
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