Jesús Alba
Cuando el reloj se pare
El derbi sevillano | La presentación
Este domingo no será uno más por Nervión. Amanecerá derbi. A quienes el fútbol le importa una higa también les afecta: a eso de las tres y media de la tarde, todos los veladores de los alrededores del Ramón Sánchez-Pizjuán serán quitados de la vía pública. La inmensa mayoría de sevillistas y béticos son gente cabal que anima, sobre todo anima. También puede llegar a tirar de guasa o epatar con la boca pequeña y no va más allá. Pero en una y otra hinchada anidan ominosos exponentes de una rivalidad fanática y deformada. Ojalá que una vez más, como en los últimos derbis sevillanos, este minoritario rebaño se quede con las ganas de verter sangre. Desde el Gobierno se escrutará cada movimiento con especial celo tras lo ocurrido en el Metropolitano. Pero los grados son menos con la baja de Isco, la marcha de Jordán y el saber estar de los dirigentes de ambos clubes. También hay menos grados jerárquicos en las plantillas: el nivel cotiza a la baja. Guido, Ocampos, Fekir, En-Nesyri, Sergio Ramos, Ayoze, Acuña, Pezzella. Se marcharon muchos galones.
Este primer derbi de la temporada llega temprano, novena jornada. Y más temprano aún para Xavi García Pimienta, que aún se devana los sesos para dar consistencia a su tembloroso bloque. No es habitual que un recién llegado a un banquillo dé con la tecla a la primera, como le ocurrió a Julen Lopetegui en 2019. Hasta el endiosado Pep Guardiola necesitó de un margen para armar el prodigioso equipo que armó. También Juande Ramos o Unai Emery. Este Sevilla no tiene ni por asomo el potencial de esas plantillas sevillistas, pero el trabajo técnico y táctico empieza a dar sus frutos. El Sevilla empieza a jugar como un equipo, como se vio en San Mamés el domingo. Ese autogol provocado por Ejuke tiene un enorme peso anímico en el vestuario local del Sánchez-Pizjuán para afrontar el derbi. Son cuatro puntos de los últimos seis. Y la pareja Badé-Nianzou, con Gudelj por delante, elevó la consistencia grupal en San Mamés. Algo es algo. La visita del Betis es más que nunca un partido-bisagra. Para lo bueno, o para lo malo.
Enfrente, Lo Celso espantó los malos rollos que bajaron del cielo con la inopinada derrota casera ante el Mallorca y el amargo empate ante el colista de Primera, la UD Las Palmas. Aun así, los heliopolitanos no han aprovechado como deseaban el tramo valle del calendario (Leganés, Getafe, Mallorca, Las Palmas, Espanyol). La cosecha de 10 puntos de 15 posibles sabe a poco. Y por si fuera poco, el equipo reincidió en una actuación para el rubor en el frente europeo. Pellegrini dio un mensaje dejando a Lo Celso en Sevilla y lo enfatizó con sus nueve cambios en el equipo que saltó al prado de Varsovia. La mayor intensidad del Legia hizo el resto. El ardor bético será otro mañana, pero ese tropiezo europeo merma algo su confianza.
Menos mal para la tropa heliopolitana que Giovani Lo Celso ha irrumpido como un llegador mortal. Aún más que Isco Alarcón en aquel tramo de la pasada campaña en que irrumpía en el área para resolver el rompecabezas. Cinco goles en otros tantos partidos es un registro propio de Messi, Cristiano Ronaldo o Haaland. Los béticos pesimistas dirán que un centrocampista no puede mantener ese ritmo goleador y que no siempre le va a solucionar la papeleta al equipo. Pero los béticos optimistas replicarán que ese fabuloso estado de gracia es un maná caído del cielo, un mayúsculo golpe de fortuna que hay que explotar al máximo.
Que Pellegrini dejara en Sevilla al talentoso argentino para descargarlo del viaje a Varsovia refleja el repentino peso específico que el dorsal 20 ha cobrado en la plantilla. Lo Celso ya sabe lo que es marcar en Nervión. Lo hizo para el empate a uno provisional en un derbi que acabó 3-2 para los blancos, en 2019.
Es tal el estado de forma de Lo Celso, que el Betis va a tratar de repetir lo que ya hizo en su última comparecencia en Nervión, hacerse con la pelota. Entonces fue al son de Isco y ahora tratará de que el rosarino porte el diapasón para marcar los tiempos del partido. Ocurre que la versión 5.0 del equipo de Pellegrini ha perdido potencia en el procesador. Guido ya no está y su vacío lo acusa el grupo. Tampoco Marc Roca anda tan fino como en la primera vuelta de la pasada campaña, cuando conformó un doble pivote que fue puro pedernal. Y esa merma en la zona ancha limita la capacidad bética para sostener su dominio y acoso. Le ha costado someter a equipos destinados a luchar por la permanencia y este Sevilla de García Pimienta va a luchar por no atornillarse atrás. Sabe que su retaguardia es una línea blanda ahora mismo y por tanto, mejor que el balón ruede lejos del área de Nyland.
No le va a resultar fácil al Sevilla su propósito de no ser embotellado por el Betis. Tampoco cuenta con jugadores duchos en la administración de la pelota. El propio García Pimienta se ha ido dando cuenta de que el nivel técnico y creativo no le da para esa artificiosa salida en corto desde el portero. Esos constantes riesgos asumidos por Nyland en las primeras jornadas ante Las Palmas o Villarreal se han ido atenuando con el paso de las decepcionantes jornadas. Y el Sevilla, aunque trata de ser protagonista con la pelota, ha simplificado su fútbol y trata de trasladar el cuero lo antes posible a los extremos para que Lukébakio y Ejuke enciendan la mecha.
El Betis querrá hacerse con el balón y que Lo Celso dicte. El Sevilla se va a rebelar con ardor porque sabe que él sufre sin la pelota... y este Betis también.
Una de las contadas medidas de Víctor Orta que han convencido a la afición este verano ha sido rebajar la edad media de la plantilla: 26,3 años. A cambio, el Sevilla ha perdido a varios soldados con galones ganados en intensos derbis: Marcos Acuña, Lucas Ocampos, Youssef En-Nesyri, todos protagonistas y goleadores en partidos de rivalidad local, además de las tablas y la ascendencia de Sergio Ramos. Ahí ha perdido carácter el Sevilla y mucho. Serán los Jesús Navas, Gudelj y Suso quienes deban tomar el protagonismo por su experiencia. Con la ayuda de canteranos como Kike Salas, José Ángel Carmona, Juanlu o Isaac Romero.
De lado bético, hay jugadores más curtidos a nivel general (28,3 años de edad media en la plantilla), pero las tablas en los derbis se echan de menos tras irse Guido, Fekir, Pezzella. O el propio Miranda, bético de cuna. De la cantera, sólo Adrián San Miguel, portero suplente, y Assane Diaio, que no apunta a titular.
Pero la experiencia, a todos los niveles, por trayectoria general y por derbis, la pone en el perfil verde y blanco el Ingeniero. El gran gestor del boyante momento deportivo del equipo. A su liderazgo y a su sapiencia para corregir desaciertos sobre la marcha, durante los partidos, se agarrará el Betis para explotar las dudas abiertas en este Sevilla. Pellegrini aún no ganó un derbi en Liga y ya dirigió ocho. ¿Le condicionará esa deuda a su edad?
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