La sensación de dos meses perdidos

Sevilla FC

Quique Sánchez Flores, con quien el Sevilla ya se reunió en octubre, mostró que podía haber mejorado a tiempo lo que no hizo Diego Alonso

La primera percepción del aficionado tras su debut en Granada es que por fin ha entrado un entrenador por las puertas

Granada-Sevilla: Entrenador bueno, victoria segura

Quique Sánchez Flores, en su primer partido en Granada.
Quique Sánchez Flores, en su primer partido en Granada. / Miguel Ángel Molina / Efe

No le dio tiempo a Quique Sánchez Flores más que a dar dos charlas, dirigir un entrenamiento de poco más de una hora que además tenía la particularidad de ser específico de previa de partido (MD-1) y ordenar a su gente casi sin poder elegir un once por las bajas para cambiar de un plumazo la imagen de Sevilla en Granada.

Definitivamente ha entrado un entrenador por las puertas y la sensación que queda en la afición tras el buen partido en el Nuevo Los Cármenes es que el Sevilla ha perdido dos meses preciosos porque en octubre llegó a reunirse en Madrid con el que hoy es la persona en la que se han depositado todas las esperanzas. Máxime cuando además los que negociaron con él acaban dándole lo que pidió entonces: dos años, ya que la cláusula para romper el segundo año –que la hay y se ha firmado– es indecente siquiera mencionarla.

Se ha perdido un tiempo precioso que ya no volverá, se han perdido 8 jornadas de Liga que han puesto el campeonato casi ya en el ecuador y se han perdido muchas cosas más. El crédito del director deportivo, por supuesto, pero lo más importante: se ha perdido una competición europea como la Champions en la que Diego Alonso se encontró a un equipo invicto, aunque sin victorias pero totalmente vivo; se ha perdido el premio menor de poder defender el séptimo título de la Europa League y se han perdido al menos 40 millones de euros que suponen un importante bocado al presupuesto de ingresos que nadie sabe cómo se van a cuadrar.

Y se ha perdido la ocasión, que todavía estaba viva en octubre, de poder escalar en la tabla para optar pese al mal comienzo de Liga a cumplir un objetivo, aunque fuese menor, de una clasificación para una competición europea la próxima temporada. Está claro que no es imposible, pero los puntos se han acumulado esta campaña en la parte alta de la tabla (de ahí que el Sevilla no haya caído en descenso pese a permanecer casi tres meses sin ganar). La cuarta plaza está a 19 puntos, los que separa al Sevilla con el Atlético de Madrid, su rival de este sábado. La quinta plaza está a 16 (ocupada por el Athletic, con 32), mientras que muchos miran con envidia cómo el Girona, un equipo con un presupuesto que no llega ni de lejos al que tiene el Sevilla se encuentra nada menos que a 28 puntos. (44 tienen los catalanes y 16 el equipo nervionense).

Cuando el tiempo pase se apreciará con mayor perspectiva el tremendo fracaso y la rémora que ha supuesto para el Sevilla –como club deportivo y como sociedad de capital– la arriesgada apuesta de un entrenador inexperto como Diego Alonso que además ha querido implantar una idea idílica que ya se ha demostrado incapaz en el fútbol moderno europeo.

Un entrenador con un amplísimo bagaje como Quique Sánchez Flores debe a partir de ahora aportar la cordura y la lógica necesaria para que las aguas vuelvan a su cauce y que la cuarta plantilla por presupuesto de la Liga se acerque lo más posible al puesto que le corresponde. Es verdad que hay deficiencias, pero en cuanto empiece a recuperar lesionados y el equipo vaya cogiendo confianza con los resultados nadie duda que el Sevilla va a tirar hacia arriba. La incógnita es hasta dónde puede llegar, pues la diferencia de puntos, como ha quedado explicado, es muy grande. No obstante, queda más de una vuelta por delante y además está la posibilidad este sábado de sumar cuando los demás no juegan, ya que el partido aplazado en el Metropolitano es otra oportunidad para que el Sevilla confirme que ha cambiado de la mano de Quique Flores, quien además promete recuperar a jugadores que estaban totalmente perdidos.

Uno de los ejemplos es Rafa Mir, obligado a jugar en enero cuando se marche En-Nesyri a la Copa de África. Otra cuestión es si el Sevilla puede reforzarse en enero, algo que va a ser complicado por el límite salarial como ya avisó Víctor Orta, que le dio más crédito a la creatividad que al dinero.

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