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El riesgo de que la plantilla detectara intereses personales

Jorge Sampaoli revisa su móvil durante el partido en el Bernabéu. / Inma Flores
J. A.

16 de mayo 2017 - 02:35

Sevilla/En el fútbol siempre se dijo que el futbolista es egoísta por naturaleza. En un vestuario, la lucha de egos es lo más habitual del mundo, estando siempre la figura clave y unificadora del entrenador para convencer a cada una de las individualidades de que lo importante es sólo y exclusivamente el colectivo y que todas las decisiones se toman para favorecer al equipo y el bien de todos.

El problema es cuando en un vestuario los futbolistas empiezan a detectar que es el entrenador, que en teoría es quien debe mirar por el grupo, el que se mueve por intereses personales. Puede pasar una vez, dos... pero estas cuestiones son tremendamente permeables en una plantilla que trabaja a diario codo con codo.

En el Sevilla, en el que han causado cierta extrañeza determinadas ausencias en partidos puntuales, los movimientos que ha protagonizado Sampaoli (particularmente tras la semana de la eliminación de Leicester y la derrota en el Calderón) han ido calando en el vestuario. Noticias, rumores, frases del propio entrenador, saludos cariñosos a Messi, Neymar... fueron entrando en una peligrosa coctelera dentro del vestuario. La famosa frase sobre Nasri tras su autoexpulsión en la Champions -"no puedo quitar al mejor del equipo"- provocó situaciones en algunos jugadores que no fueron evidentes, pero que estuvieron ahí. Los capitanes salieron a dar la cara y a prometer compromiso tanto de la plantilla como del entrenador hasta el último momento, pero tampoco podían poner la mano en el fuego por nadie individualmente, mucho menos en el caso de un técnico que seguía con su rumbo apuntando a la AFA.

No hay nombres, pero ha habido jugadores que, como se suele decir vulgarmente, se han quitado del cartel como consecuencia.

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