Los renglones torcidos de Ben Yedder

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El menudo delantero francés saca el 'cinismo' que pedía su entrenador para tumbar al gigante inglés y hacer historia 60 años después en Europa

Ben Yedder celebra el segundo gol entre Pizarro y Arana, que no pueden evitar saltar al césped.
Ben Yedder celebra el segundo gol entre Pizarro y Arana, que no pueden evitar saltar al césped. / Fotos: Kate Richard
Eduardo Florido

14 de marzo 2018 - 02:36

En el minuto 91, De Gea ni movió el pie para sacarle un tímido disparo en un mano a mano clarísimo. Habría sido la guinda de la explosión sin nervios. Una empachera dulce como cuando uno coge de la caja ese pionono que ya no entra y luego produce los ardores propios del exceso de azúcar. Ben Yedder prefirió escribir la historia con los renglones torcidos que siguió desde que empezó en el fútbol sala hasta llegar a la cumbre de Old Trafford. Contra el poder de Lukaku, la ratonería de Ben Yedder, que parecía reñido con el fútbol a campo abierto de Vincenzo Montella, que pedía cinismo, mala uva. Replicó a su ostracismo con dos goles y un pase histórico a cuartos de final de la Liga de Campeones.

Sesenta años han pasado desde que el Sevilla jugó de forma efímera los cuartos de la Copa de Europa. Entonces, 1958, cayó ante el intratable Madrid de Di Stéfano. En la moderna Champions la barrera parecía infranqueable. Ante equipos inferiores, el Sevilla cayó contra pronóstico en 2008 ante el Fenerbahce y en 2010 ante el CSKA, las dos veces en Nervión. El Sevilla de Luis Fabiano y Kanoute no alcanzó esta cota y al portentoso franco-malí se le quedó clavada esa espina. Con Fredy presente en Old Trafford, se la extrajo su compatriota en sus mismas barbas.

La historia con mayúsculas, el fielato exclusivo de los cuartos de final, requería el mejor escenario: en Old Trafford, frente al equipo de los 650 millones de presupuesto, el del taimado Mourinho, en su propia cueva, Ben Yedder sacó su habilidad para el gol.

Salió al campo en el minuto 72. Hasta ese momento, el Sevilla de Montella había sido fiel a sí mismo. Aseado, bien plantado, firme bajo el mando de un imperial, soberbio, impresionante N'Zonzi, pero cándido al llegar a la frontal del área contraria. Ni Correa, ni Franco Vázquez, ni Muriel habían sabido cómo hincarle el diente a este gigante dubitativo que parecía seguro de sí mismo... hasta que compareció Ben Yedder. Sarabia encontró por fin el compañero ideal para hallar los pasillos interiores, y por ellos se coló el ratonero Ben Yedder, que royó los tuétanos de ébano de Pogba, Smalling y Bailly para hacer imposible la estirada de De Gea.

En el minuto 72 relevó a Muriel. Y en el minuto 74 le enseñó el desmarque a Sarabia, controló, se perfiló y disparó al palo: golazo, y a soñar. Y el sueño lo completó cuatro minutos después. Correa, por fin dañino, peinó un córner de Banega y Ben Yedder lo coló, pese a la manopla impotente de De Gea. Lukaku -doctorado de Lenglet cum laude- sólo puso emoción. Ben Yedder, aquel menudo jugador de fútbol sala, es el máximo goleador histórico de la Champions en el Sevilla con 12 goles. Celebró el hito abrazándose a Muriel y cantando el himno de El Arrebato. En plan artista.

Premio a la lealtad y la fe de los más de 2.000 sevillistas

Por momentos, Old Trafford sonaba a Nervión. El rugido inicial de los más de 2.000 sevillistas desplazados se hizo cántico monocolor en buena parte del partido, al son que iban marcando N'Zonzi en el mando, Lenglet en su portentosa marca de Lukaku o Banega en su búsqueda de los mediapuntas y de Muriel. La candidez en los remates no amedrentó en ningún momento a los más fieles. El público local se desesperaba e incluso pitaba y sonaban ecos blanquirrojos, como si Old Trafford fuera un enorme altavoz de Gol Norte. Hasta que Ben Yedder les dio la razón y cantó con ellos el himno identificativo.

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