Un rato para olvidar los problemas (0-3)
Copa del Rey | Cartagena-Sevilla
El Sevilla deja cerrada su primera ronda copera con tres goles ante un rival sin entidad para inquietarlo
Sarabia, Correa y Muriel aparcan la crisis
El Sevilla se olvidó durante un rato de sus problemas, cerró su eliminatoria de Copa sin sobresaltos y recuperó sensaciones positivas. No se puede hablar de victoria balsámica, pues ganarle al Cartagena, un equipo de Segunda B que jugó además sin el ochenta por ciento de su once titular por haber competido el domingo, no cura ninguna herida. Ni siquiera alivia el quemazón que aún tiene sobre la piel una afición que sufrió como hace tiempo que no hacía en una semana en la que vio a su equipo ser ridiculizado en al menos dos desplazamientos. El bálsamo debe confirmarse con puntos por medio, frente a un rival de su Liga y convenciendo a la gente que le ha retirado de momento el crédito a Berizzo. ¿Frente al crecido Leganés el sábado? Por ejemplo.
De la noche en Cartagena pocas conclusiones pueden extraerse más allá de que hay dos jugadores hoy por hoy que deben ser los alineados un día sí y otro también en los partidos de verdad y no en citas de medio pelo, con todos los respetos para el club murciano, un clásico cada año en los puestos de play off en Segunda B y no hace mucho en la categoría de plata.
Sarabia y Correa son actualmente los mejores futbolistas de la plantilla que tiene a sus órdenes el entrenador argentino. Son jóvenes, están en mejor momento físico y tienen el don de cambiar el ritmo y la velocidad del juego. Si no son titulares cada vez que hay un partido de competición al máximo nivel nunca alcanzarán la cotización que se les atisba en el mercado y, lo peor, el Sevilla estará mermado en su potencial. Uno de los mayores problemas en el mejorable arranque de Berizzo con respecto a la gestión de sus recursos no está en las criticadas rotaciones, sino en tener que justificar inversiones costosas con la titularidad de jugadores más cerca del ocaso que en la plenitud de su carrera como son Jesús Navas y Nolito. Ea, dicho está.
Al margen de eso, el Sevilla inició su andadura en un torneo que le ha dado grandes alegrías en los últimos tiempos a ratos a buen ritmo y a ratos con el freno de mano echado. Las bajas en el centro de la defensa continúan siendo un dolor de cabeza para Berizzo, quien prácticamente tuvo que hacer debutar al alemán Geis fuera de su posición, pues ni siquiera ante un rival de Segunda B la planificación permite al entrenador del primer equipo tirar de un solo central potable de un filial en categoría profesional. El alemán, que tuvo tres testimoniales minutos ante el Eibar, ocupó junto a Lenglet el eje de una defensa que por una vez tuvo dos laterales largos de inicio, Corchia y Carole.
El remiendo provocaba otro remiendo, ya que para dar descanso a Pizarro Berizzo tuvo que otorgar a Krohn-Dehli unas funciones para las que el jugador danés no está hecho, de cierre por delante de la defensa. Como la cita no era de riesgo podía darse por buena la licencia, aunque en esos minutos que suelen tener todos los partidos de tanteo, los centrales tuvieron que abandonar un par de veces o tres su zona, tanto por bajo para tapar sus metros como por alto en balones llovidos en la salida directa del Cartagena.
Hubo algún que otro sustillo, más que nada en un cabezazo que pudo sorprender a David Soria tras una falta lanzada por el hijo del mítico Zalazar, pero la entidad ofensiva del Cartagena no le daba para inquietar de verdad a un equipo de Primera División más allá de la pelea de Moussa Camara, joven delantero suplente de los murcianos.
Era cuestión de que el fútbol impusiera su lógica y el Sevilla, la verdad, tardó poco en estrenar la hucha. Con Sarabia y Correa en las bandas y con la clarividencia de Ganso por dentro ante rivales con los que el brasileño puede dar un clínic de pensar rápido y ejecutar mejor, los nervionenses cerraron la eliminatoria en media hora. Con una vaselina con el exterior del pie izquierdo tras un pase al hueco de Ben Yedder el madrileño adelantó al Sevilla, que tomó ventaja en otra gran jugada de Correa ya repetida en otras citas. El argentino se cruzó medio campo sorteando rivales para atorarse en la finalización en el área, donde tuvo la sutil ayuda de Ganso, que lo asistió con un taconazo. El trabajo ya estaba hecho antes del descanso.
En el segundo acto, Berizzo le dio el testigo a Muriel para tratar de rescatarlo en cuerpo y alma (nunca mejor dicho) y el colombiano respondió con otro gol, también con la gala de la asistencia de tacón de Ganso. Y si no hubo más goles fue por la pelea del punta cafetero con el meta del Cartagena, que le cerró el paso en dos ocasiones que no debió fallar.
Los problemas se olvidaron durante un rato. Ahora viene la hora de la verdad.
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