Los puntos no mienten, terceros de la Liga (0-2)
Osasuna-Sevilla | La Crónica
El Sevilla derrota al Osasuna con nitidez por la sencilla razón de que fue infinitamente superior en El Sadar
Diego Carlos y De Jong plasmaron en el marcador una nueva exhibición de un competente equipo
El vídeo del triunfo sevillista en Pamplona
“Hay que estar contentos porque hemos intentado pelear contra un gran equipo y no ha podido ser”. La frase pertenece a Lucas Torró, medio centro del Osasuna, no más acabar el encuentro entre los navarros y el Sevilla Fútbol Club. ¿Y por qué se mete una sentencia así entre comillas en una crónica y no en la página dedicada a los vestuarios? Sencillo, hay veces que la opinión de uno de los protagonistas, concretamente el que juega en el eje de todo, sirve mucho mejor para expresar lo acaecido sobre el césped que los 5.500 caracteres que sirven para narrar en este relato de los hecho el nuevo triunfo de la escuadra de Julen Lopetegui, otra vez con su portería a cero y no se sabe ya ni cuántas veces se repite esta feliz historia para todos los que profesan la fe balompédica radicada en el sevillanísimo barrio de Nervión en estos últimos tiempos.
Sí, el Sevilla es el tercero cuando se completa una nueva jornada del campeonato liguero y no es por casualidad, en absoluto. Cierto es que en las gradas de El Sadar faltaba ese calor ambiental que tanto tiene que ver para que ése sea un territorio hostil para quienes lo visitan, pero tampoco es un feudo agradable ni siquiera en esas circunstancias. Sin embargo, los visitantes en esta noche de febrero fueron infinitamente superiores y no es nada extraño que los tres puntos acabaran en su zurrón y, por ende, los situara en los puestos de privilegio de la tabla clasificatoria. En esos lugares estaban, vaya, ahora incluso han subido un escalón más para que algunos comiencen a verlo como alternativa.
¿Alternativa a qué? Cualquiera sabe, eso sólo podrá decir el tiempo, entre otras cosas porque existen circunstancias complicadas de meter en la coctelera del análisis y una de ellas es que quienes defienden ese escudo blanco y rojo apenas tuvieron una semana de vacaciones entre una temporada y otra y eso nunca se sabe la trascendencia que puede tener a lo largo de un ejercicio balompédico.
Pero esas cuestiones tampoco pertenecen a análisis más amplios y jamás al género de la crónica, que lo que trata es de exponer lo sucedido sobre un terreno de juego en una cita determinada. Pues bien, lo acaecido sobre el césped de El Sadar fue fácil de explicar. Como decía Torró, uno de los actores principales por el bando local, enfrente tuvieron a un gran equipo y se tuvieron que rendir a la evidencia. En definitiva, enhorabuena al final y a esperar que lleguen tiempos mejores.
Es la sensación que se le quedó al Osasuna, un equipo de la Liga Santander por mucho que sea de la zona de abajo, después de chocar contra un rival tremendamente superior. Porque el Sevilla, después de sufrir un susto de cuidado no más echar a la pelota a rodar con el remate de cabeza con todo a favor de Oier que se estrelló en el poste, por fuera, eso sí, tomó las riendas de aquello y evidenció que está a años luz de este Osasuna. Eso, que parece fácil en negro sobre blanco, no es ninguna tontería, porque cuando una escuadra es superior y lo evidencia sobre el verde un campo de fútbol de esta manera dice mucho, y bien, de los argumentos de todo el equipo.
El Sevilla se sobrepuso a ese susto inicial por parte de Oier y comenzó a construir, a tocar y a buscar la portería defendida por Herrera. El cuadro de Lopetegui, que había arrancado con Rekik en el lateral zurdo para tener más poder por arriba, y también con el ingreso de Óliver Torres, Munir y De Jong por futbolistas que no habían estado brillante contra el Borussia Dortmund, estableció sus reales sobre El Sadar y dio un paso adelante para empezar a asustar al cancerbero local.
Suso, con un doble disparo (6’), y Munir, con una volea cargada de estética (12’), fueron los primeros avisar antes de que Diego Carlos volcara definitivamente la situación a favor de los suyos. Un córner perfectamente ejecutado por Joan Jordán hallaba al central brasileño completamente solo en el corazón del área, casi en el rectángulo más pequeño. Su cabezazo fue impecable, picado al poste, imposible para Herrera y el Sevilla se ponía por delante muy pronto en El Sadar.
El Osasuna, lógicamente, iba a hacer lo imposible para rebelarse contra esa desventaja, pero el Sevilla, a pesar de dar un paso atrás para protegerse, siempre transmitió la sensación de estar muy seguro con la ejecución de esa defensa. Le daba igual que lo intentaran presionar muy arriba y tenía muy claro que el segundo acabaría por caer por pura inercia.
Ni siquiera la impericia de De Jong a la hora de colaborar a la salida en los balones más directos iba a inquietar a un Sevilla que se iba al intermedio muy seguro de su superioridad. Lopetegui reforzaría esos conceptos en ese tiempo de descanso y de plantear el plan del segundo periodo. No tardaría el Sevilla en dar el golpe definitivo. Robo de Fernando, marca de la casa, apertura a Munir y balón raso de éste para que De Jong, esta vez sí, estuviera en el sitio justo, aunque sólo fuera para desviar ligeramente el esférico hacia la portería.
Cero a dos en el minuto 49 y por muchos kilómetros que corriera el Osasuna en su orgullosa pelea por no dar nada por perdido, la evidencia era absoluta. De no mediar un rebote o una jugada desgraciada, el Sevilla ya tenía tres puntos más en su casillero clasificatorio.
Así fue, nada se alteró, ni siquiera en el paradón de Herrera al Papu Gómez cerca del epílogo. El Sevilla no se había resentido del tropiezo europeo y abandonaba Pamplona como tercer clasificado y con la certeza de que es uno de los mejores equipos de la Liga española. De momento, dejémoslo ahí, por los puntos acumulados, es la tercera mejor escuadra y ya el tiempo se encargará de situarlo más abajo. O más arriba, quién lo sabe.
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