DEPORTE
Sevilla, preparada para la Carrera Nocturna

Un problema de confianza con el balón

Sevilla FC

No generar superioridades numéricas en la fase de iniciación últimamente lleva a los sevillistas a no tomar buenas decisiones y ser presa de los nervios

Informe técnico Sevilla-Cádiz: la distancia con el Papu

Koundé, abatido en el suelo tras el partido del viernes con Cala pasando junto a él. / Antonio Pizarro
Jesús Alba

30 de abril 2022 - 20:45

Sólo cuatro victorias en las últimas 14 jornadas han encendido a una afición que ya era muy crítica con el modelo de Julen Lopetegui cuando los resultados no daban pie a la discusión. Sosteniéndose en que rara vez pierde (el Sevilla se ha convertido en esta fase en el segundo equipo con más empates de la Liga, 13), el equipo nervionense se ha instalado en un momento de dudas que, sobre todo, tiene que ver con su confianza con el balón. Las pérdidas y los errores forzados han hecho mucho daño al Sevilla esta campaña. Ante el Cádiz fue la pareja Joan Jordán-Rakitic y en anteriores ocasiones el atasco ha venido más atrás. Todo depende de la altura de la presión del rival.

Nunca fue el equipo de Lopetegui, pese a que siempre lo intentó, un exquisito en la salida del balón. Entre un Bono que se atreve a menudo y que siempre suele tomar buenas decisiones con los pies (al final ese comportamiento suele conllevar un riesgo) y dos centrales como Koundé y Diego Carlos, a los rivales les fue relativamente sencillo dificultarle la salida con una presión referenciada por dos puntas en la que, en el momento en que saltaba un extremo o un interior, generaba superioridad numérica. Mendilibar, con el Eibar, fue el primero que lo empleó, y después fueron muchos, Bordalás con el Getafe y esta temporada, el Alavés o Marcelino con el Athletic en San Mamés, un partido en el que Koundé tuvo serios problemas (bastantes pérdidas) y Lopetegui mandó a Óscar Rodríguez –hoy fuera de la plantilla cedido en el Getafe– a ayudarle en la salida en la posición de falso lateral derecho.

Líneas de pase cerradas en la jugada de la falta del gol del Cádiz. / J.A.
Bono es presionado en situación comprometida en un susto previo al 1-1. / J. A.

El técnico no es ajeno a estas cuestiones y, por ejemplo, viendo las dificultades que planteó el Cádiz, ordenó a Bono que de vez en cuando sacara en largo para evitar el problema. Hay encuentros en los que el Sevilla ha optado por esa vía, en la última salida ante el Levante, por ejemplo. Diego Carlos, además, tiene una excelente salida en largo, mejor que la de Koundé, pero no ante todos los rivales es posible saltar líneas si no es directamente para rifarla, porque además el Sevilla ya sin De Jong no tiene delanteros para ganar esos balones e iniciar una segunda jugada.

Sergio González estudió bien los problemas que suele tener el Sevilla con el balón y consiguió que sus jugadores generaran con facilidad superioridades numéricas en torno a Joan Jordán y Rakitic que empezaron a dar como resultados pérdidas en entregas en situaciones aparentemente fáciles pero que son bajo presión. Eso fue generando inseguridad en los protagonistas, nervios, pitos desde la grada…, en definitiva, desconfianza.

Se ha hablado de Fernando (es siempre un recurso tras malos resultados añorar a los que no están) y es verdad que el brasileño es un jugador de mucha categoría, pero no es tanto el hombre por hombre como el engranaje. Ha coincidido desde una de las veces que Lopetegui no pudo contar con Fernando, ni con Delaney y que Gudelj por la baja de Diego Carlos tuvo que jugar en defensa para abrazar un cambio de dibujo y dejar el 4-3-3 por una situación de doble pivote. Con tres centrocampistas, y con el brasileño en el pico bajo delante de los centrales al Sevilla no era tan fácil que le crearan superioridad ahí. Con dos pivotes, si no hay una ayuda, un rival que acumule futbolistas en tres cuartos acaba engullendo a esa salida del balón. Y eso es lo que le pasó al Sevilla este viernes.

El modelo de Lopetegui se ha caracterizado siempre por niveles de posesión muy altos. Incluso se ha criticado desmesuradamente el juego de basculaciones en horizontal, absolutamente necesario para la aparición de espacios, pero quizá donde se ha hecho más fuerte este Sevilla en eso ha sido en un bloque más alto, con el rival hundido como por ejemplo estuvo el Cádiz al inicio del choque (hasta los 25 primeros minutos) y en el final de la segunda parte.

El problema siempre lo ha tenido el Sevilla atrás, en la fase de iniciación. Bono arriesga y los rivales lo saben (en el Ciutat de Valencia estuvo a punto de irse al traste la victoria por el balón que estrelló en el cuerpo de Soldado). Ante el Cádiz también estuvo muy cerca de perder un balón en un recorte en el área chica… aunque esa presión del equipo amarillo se acababa proyectando en la salida de Joan Jordán y Rakitic, una pareja con cierto déficit –cada uno en su parte– de recursos técnicos y de ritmo físico. La ubicación del Papu Gómez terminó de agravar el problema. Antes con dos interiores el efecto de esta presión del rival era menor. Hubiera bastado que el argentino se hubiera ofrecido en la salida del balón retrasando su posición, como, por ejemplo, hacía Banega en otras temporadas o el propio Rakitic cuando su rol era de mediapunta.

Saques de banda kamikazes

Es una prueba de ello la jugada de la falta de Joan Jordán que dio origen al gol. Todo viene de un saque de banda mal ejecutado por Acuña. El pase es hacia atrás, entre el compañero y la propia portería, lo que obliga al catalán a perfilarse mal. Rápidamente, el Cádiz le hace un 3 contra 1, el Papu se esconde tras su marca en vez de ofrecerse y Delaney también está por detrás de su par sin ofrecer línea de pase. Jordán tiene el pase claro a Jesús Navas para iniciar por el otro lado, o a Koundé, pero busca un Ocampos también sin línea de pase (ver captura que acompaña este texto).

Otro saque de banda a favor, esta vez por la derecha, genera otra situación desfavorable con presión a Bono y superioridad numérica de 5 contra 3 en el área del Sevilla. El susto es grande y el marroquí se la tiene que quitar de encima.

Todos son situaciones que denotan una desconfianza que se traducen en malas tomas de decisiones.

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