El primer Murillo de Enrique Valdivieso
Memoria
El catedrático de Historia del Arte recientemente fallecido publicó una colección de cromos del Valladolid, del que fue socio en su infancia, entre los años 1948 y 1964
"Mola más tu Madrid que el Aranjuez de Rodrigo"

El primer Murillo que conoció Enrique Valdivieso (Valladolid, 1943-Sevilla, 2025) no fue el pintor del Barroco del que se convertiría en uno de sus más consumados especialistas en todo el mundo. Joaquín Murillo (1932-2009) era un futbolista que fichó por el Valladolid, procedente del Europa barcelonés, en 1954. Valdivieso tenía once años y estaba a punto de que su padre le sacara el carnet de socio infantil del equipo de Pucela. Hoy se disputa en el estadio de Zorrilla el Valladolid-Sevilla. El alfa y el omega de la apasionada y apasionante vida de este catedrático de Historia del Arte fallecido junto a su esposa, Carmen Martínez, el pasado 2 de febrero en su casa de la calle Mateos Gago.
Una de sus primeras pasiones fue el fútbol. Se convirtió en un coleccionista de cromos de futbolistas, afición que abandonó cuando se fue a la Universidad y de la que dio cuenta no hace mucho con la publicación de un libro que es una delicatessen titulada Cromos de fútbol del Real Valladolid (La época dorada. 1948-1964).
Valdivieso fue un niño con suerte. Cuando tiene cinco años, el equipo de su ciudad asciende por primera vez a Primera División, temporada 1947-48, categoría en la que se mantuvo de forma ininterrumpida hasta la 1957-58. La década prodigiosa de este aficionado que coleccionó cromos que anualmente publicaban diversas editoriales, sobre todo Bruguera, y también firmas comerciales como Gallina Blanca, el cava Castellblanch, cafés Catunambú y muchas marcas de chocolate: La Colonial, Los Muñecos, Chocolates Torra, Chocolates Batanga. La colección de Bayer (patrocinador del Bayer Leverkusen) de la temporada 1950-51 se repartía en farmacias y en el dorso anunciaba “tabletas de Instantina, cortan rápidamente los enfriamientos y catarros”.
Valdivieso estudió en el Instituto Zorrilla, veía el fútbol en el estadio Zorrilla y por el paseo Zorrilla regresaba a su casa. Conoció a algunos de los héroes locales. A Lesmes I (su hermano, Lesmes II, salió para triunfar en el Madrid) coincidió cuando le echaba una mano repartiendo botellas de brandy Soberano con las que el futbolista obtenía un ingreso extra. En el curso 1960-61 coincidió en el Preu con Zaldúa, que jugaba en el Valladolid y después triunfó en el Barcelona. Se hicieron amigos y el futuro catedrático le llegó a soplar las traducciones en un examen de latín y griego. Un día, el futbolista reconoció a su amigo entre el público: “¡Hola, Valdi!”, le dijo. Apócope que al conocer la noticia de su fallecimiento me mandó por el móvil su amigo Miguel Delibes de Castro, biólogo, hijo del novelista que en aquellos años gloriosos escribía las crónicas del Valladolid.
El autor de monografías sobre Murillo, Valdés Leal o Pedro de Campaña incluye en este libro cromos del equipo local desde la temporada 47-48 a la 63-64. Su Murillo balompédico fichó por el Zaragoza, donde coincidió con los Cinco Magníficos.
Una de las colecciones de cromos más curiosas aparecía en el envoltorio de los caramelos Parsin’s del fabricante Sinforoso Parra. A quien completara el equipo entero del Valladolid le regalaban un balón de futbol. Era casi imposible conseguirlo porque había un jugador inencontrable, Cabezudo, el portero suplente en la temporada 51-52. En algunos de los cromos aparecen jugadores del Sevilla como Arza, Ramoní o Marcelo Campanal. El Sevilla había ganado la Liga dos años antes del primer ascenso del Valladolid. El Betis volvió a Primera la temporada que los de Pucela vivaquearon en Segunda, la 58-59. Año sin cromos pero con épica. “No perdimos ni un solo partido”, escribe Valdivieso, que recordaba palizas de ocho goles a Coruña y Gerona.
Le hubiera gustado tener una camiseta del Valladolid, pero se tuvo que conformar con una del Barcelona que le trajo su amigo y compañero de colegio Modesto Herrera, el mismo que le hizo un dibujo dedicado “a Valdivieso, extremo ideal del Real Valladolid”.
Valdivieso llega a Sevilla en 1976. Dos años antes, ficha por el Betis, procedente del Valladolid, Julio Cardeñosa. Un año después, en 1977, Miguel Delibes hijo termina su tesis doctoral sobre Doñana. Embajadores de la ciudad que fue sede de la Corte. El equipo es farolillo rojo. Ha estado 46 temporadas en Primera. Jugó una final de Copa del Rey y tiene tantos Pichichis como Sevilla (Arza) y Betis (Rincón) juntos. En la temporada 57-58 fue máximo goleador Badenes, compartido con DiStéfano y Ricardo, del Valencia; y en la 83-84, el uruguayo Polilla da Silva, ex aequo con el madridista Juanito.
Valladolid-Sevilla. En Zorrilla hoy deberían guardar un minuto de silencio por un aficionado tan barroco que unió para siempre ambas ciudades.
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